La inflamación extraocular es aquella que ocurre fuera del interior del globo ocular, como puede ser la esclera, la conjuntiva, los párpados o la órbita y su contenido (grasa, músculos, etc.).
“Puede haber múltiples causas, como traumatismos o infecciones, bien producidas por virus o por bacterias, procesos neoplásicos, vasculares, etc.”, explica el Dr. Carlos Laria Ochaita, Director de la Unidad de Oftalmología Pediátrica y Estrabismos de Clínica Baviera.
El también vicepresidente de la
Sociedad Española de Estrabología y Oftalmología Pediátrica indica que se puede dar secundaria a procesos como tumores o alteraciones vasculares y/o neurológicas, que producen inflamación en sus propios órganos y en los tejidos anexos.
Escleritis, conjuntivitis y blefaritis
La
escleritis es una de ellas. Se define como un proceso inflamatorio que afecta a la esclera y se caracteriza por ser generalmente crónico, doloroso, destructivo y causante potencial de ceguera. Está frecuentemente asociado a enfermedades sistémicas, especialmente la artritis reumatoide, por lo que requiere un tratamiento general para controlar la inflamación subyacente.
Más común es
la inflamación en la conjuntiva: la conjuntivitis. Aunque es una afección leve y no suele provocar daños importantes, es importante tomar precauciones cuando se contrae, ya que puede ser contagiosa. Se da tanto en población infantil como adulta, y entre sus síntomas están el ojo rojo, la sensibilidad a la luz o el aumento del lagrimeo.
Por su parte, la blefaritis, o infección de los párpados, es un trastorno crónico que no suele ser fácil de tratar pero que, por lo general, no provoca daños permanentes en la visión ni es contagiosa. Los síntomas incluyen los ojos llorosos, la sensación de arena, ardor o escozor y párpados de aspecto graso, rojos e hinchados, que pueden acompañarse de picazón.
Entre las infecciones extraoculares también se encuentra la
celulitis orbitaria, una infección que afecta al contenido de la órbita que comprende la grasa periorbitaria y la musculatura extraocular y que puede causar edema, enrojecimiento o anomalía de coloración del párpado y fiebre.
Efectos en los pacientes
“Las inflamaciones normalmente van acompañadas de dolor y enrojecimiento de las zonas afectadas, pero es muy variable. En este proceso influye fundamentalmente la causa que lo origina. Así, si el origen es, por ejemplo, una infección bacteriana, puede ir acompañada de supuración con secreciones, formación de abscesos e incluso fiebre”, apunta el doctor.
El tratamiento, por lo tanto, irá encaminado fundamentalmente a solucionar el origen de dicha inflamación. “Por ello,
no se puede hablar de un tratamiento genérico, sino que habrá que profundizar en el diagnóstico de la causa y tratar, tanto ésta como la inflamación subsecuente (cuyo tratamiento en general serán
medicamentos antiinflamatorios, bien tópicos o por vía sistémica), pero, fundamentalmente, hay que tratar la causa originaria de estos procesos”, asegura.
Bibliografía
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- Benson WE. Posterior scleritis. Survey Ophthalmol 1988;32(5):297-316.
- Blefaritis. Mayo Clinic.
- Gimeno I, Rojo P. Celulitis preseptal y orbitaria. Anales de Pediatría. 2014;12(6):284-88.