Tal y como explica a EL MÉDICO José Manuel Ventura Cerdá, director general de Farmacia de la Conselleria de Sanitat Universal i Salut Pública, que ha participado en la Jornada Innovación en la Gestión en los Servicios de Salud, organizada por la Agrupación Territorial de SEDISA Levante, la Fundación SEDISA, el Hospital Universitario Dr. Peset y la Conselleria de Sanitat Universal i Salut Pública, con la colaboración de la Universitat Politècnica de València, para este proceso se precisa registrar las variables que proporcionen la información necesaria. “Dichas variables, previamente identificadas y definidas por los expertos de acuerdo con la evidencia disponible, desde el punto de vista de la dirección y la gestión asistencial, deben ser muy robustas, contundentes y fáciles de medir, y deben dar idea del resultado final de los procesos o intervenciones que se aplican en la atención a los pacientes”.
Porque mejorar los resultados de salud es una de la dos funciones primordiales (la otra es disminuir desigualdades sociales en los resultados en salud) de la gestión sanitaria. Por eso, Peter Sandiford, del Department of Funding and Planning, Waitemata District Health Board, en Nueva Zelanda, que ha participado en la citada jornada, sostiene que la gestión sanitaria debe estar enfocada a mejorar resultados en salud. “Para los gestores de servicios de salud es fácil perder de vista estos objetivos fundamentales, sobre todo cuando tienen que responder a los problemas y desafíos cotidianos que surgen en las organizaciones grandes y complejas. Por eso, es importante establecer procesos rutinarios para medir y monitorizar los resultados de salud, tanto al nivel del paciente como al nivel de la población”.
Medir resultados
Según José Manuel Ventura, la medida de los resultados no es el problema, sino el registro y la posterior gestión de los datos. Hay disponible una gran variedad de variables, no solo clínicas, también económicas y otras denominadas humanísticas o relacionadas con la percepción de los pacientes. A su vez, las variables medidas pueden ser finales, cuando miden el resultado final (por ejemplo, mortalidad, calidad de vida, etc.), o subrogadas (por ejemplo, los resultados analíticos, etc.).
Como ejemplo de dichas mediciones, en la Comunidad Valenciana se ha establecido un sistema de registro del resultado de los tratamientos farmacológicos de alto impacto dentro de la propia historia clínica electrónica, concretamente ligada al módulo de prescripción y con unos atributos definidos específicamente para cada patología que se pretende evaluar y que es alimentada por los facultativos prescriptores en el mismo proceso de prescripción. “Posteriormente se recogen y analizan por técnicos de la Dirección General que los sintetizan en informes que se distribuyen a los departamentos y se muestran también en el momento de la prescripción en la herramienta electrónica”, detalla su director general de Farmacia, quien añade que se trata de parámetros que habitualmente constan en la documentación clínica y en los sistemas de información asistenciales: mortalidad, estancias hospitalarias, costes, incidencias y prevalencias de enfermedades, etc.
Son parámetros estandarizados porque son variables muy robustas y poco interpretables, como la mortalidad, incidencia de gripe tras la campaña vacunal, reingresos hospitalarios… No obstante, hay otros casos en que son variables más complicadas porque requieren disponer de test validados: calidad de vida, preferencias, satisfacción, etc. pero siempre apoyadas en evidencia científica y en las últimas guías clínicas de la patología a evaluar.
Medición continua
A la hora de llevar a cabo la medición, no se sigue un patrón único, pero lo ideal es que sea continua e inherente a la práctica clínica asistencial de todos los profesionales sanitarios, que los propios sistemas de información asistenciales ofrezcan la medición y el registro de resultados. “Nosotros pretendemos recoger pocas variables, pero muy relevantes o explicativas de cómo están respondiendo los pacientes o el sistema ante una intervención o gestión sanitaria concreta, lo que representa un pequeño cambio en la rutina asistencial de los profesionales que incorporan la medición de resultado en todos los pacientes y todas las visitas, en el propio sistema de información utilizado y con un mínimo esfuerzo adicional en cuanto al tiempo empleado en el proceso. Este pequeño cambio, sin repercusión en la atención a los pacientes, proporciona una información de calidad y, sobre todo, muy útil para todos los niveles; desde el propio profesional, al responsable del servicio o del proceso asistencial, a las direcciones de los centros y a los propios directivos y decisores comunitarios y/o nacionales”, asegura José Manuel Ventura.
Sin innovación no hay avance
En este contexto hay que detenerse en la innovación. Tal y como detalla Peter Sandiford, es el motor principal de las mejoras en resultados en salud. En la ausencia de innovación en los servicios y políticas de salud, el estado de salud de la población queda estancado. En cambio, la innovación puede aumentar la productividad del sistema de salud. “No basta decir que apoyamos la innovación en nuestros servicios de salud y dejarlo así. El papel de la gestión de la innovación es el de no obstaculizar actividad de innovación de forma innecesaria”.
Así, los gestores deben garantizar la seguridad de los pacientes y el apego estricto a las normas éticas. “No obstaculizar a la innovación quiere decir establecer reglas del juego claras y no burocráticas”, apunta el experto neozelandés.
Otro aspecto destacado es fomentar las condiciones para la pronta adopción de innovaciones eficaces y costo-eficaces en los servicios de salud, y hacerlas accesibles. A la hora de evaluar la innovación en salud, Peter Sandiford cree necesario diferenciar entre innovaciones en las que la eficacia ha sido comprobada en ensayos clínicos u otros estudios y las que no han sido sujetas a la evaluación formal o donde la evidencia por su eficacia / costo-eficacia es débil o ausente. “Con el primer grupo, hay que revisar la evidencia, seleccionar los grupos de pacientes a quienes es aplicable y llevar a cabo revisión de la evidencia de costo-eficacia”.
El segundo grupo de innovaciones requiere un tratamiento diferente. Así, en Nueva Zelanda hay una política de no financiar servicios de salud que carecen de evidencia de eficacia y/o costo-eficacia. “El peligro de esa política es que pueda mermar la innovación, especialmente las innovaciones a nivel operacional. Se ha modificado la política para que las innovaciones sin una base sólida de evidencia puedan ser financiadas, pero solamente en el contexto de una investigación rigurosa que generaría la evidencia para una futura toma de decisión. De este modo, logramos un cambio en lugar de sofocar la innovación. Para mantenerse en la vanguardia, todas las organizaciones grandes, pero especialmente aquellas en el sector salud, deben de dedicar un porcentaje significativo de sus recursos a la investigación”.
Optimizar la innovación
Medir esas innovaciones en términos de salud ayudará a conocer el número y porcentaje de pacientes con respuesta adecuada a los diferentes tratamientos, lo que permite conocer qué tratamientos son los que mejor funcionan en la práctica real.
José Manuel Ventura comenta que “estos datos pueden estudiarse desde un ámbito comunitario, departamental, hospitalario e, incluso, por facultativos, que identifiquen las mejores prácticas, dónde se obtienen los mejores resultados, etc. Y esta transparencia precisamente es la que permitirá reorientar la gestión sanitaria hacia las mejores prácticas reales. Los pacientes se beneficiarán porque orientaremos nuestras decisiones hacia la selección de los medicamentos que han demostrado ser los mejores; los más efectivos y seguros al menor coste posible”.
La experiencia en la Comunidad Valenciana ha sido positiva. “Es cierto que la estrategia para obtener resultados de salud ha requerido una inversión de dos años para la planificación, la modificación de los sistemas de información, el consenso con los expertos, etc. Pero una vez empiezas con un pequeño grupo de pacientes tratados con un medicamento concreto, luego es más sencillo. Así, en 2017 implementamos en la práctica asistencial la medición de resultados en salud obtenidos en pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal tratados con fármacos de origen biológico. Pocos meses después, entre febrero y abril de 2018, incorporamos la psoriasis y las espondiloartropatías, posteriormente se introdujeron resultados en pacientes infectados por el VIH con tratamiento antirretroviral, leucemia linfocítica crónica y esclerosis múltiple”.
Así, el sistema de registro de resultados en patologías y fármacos concretos que están siguiendo dispone de datos de varios miles de pacientes, lo que le convierte en una herramienta que ha permitido conocer cuál es el impacto de estos medicamentos sobre la salud de las personas que los toman, identificar los medicamentos más eficientes e implementar un sistema de gestión de la prestación farmacéutica que prime su utilización.
Todo el proceso ha permitido que los profesionales conozcan cuánto cuesta realmente los tratamientos. Según detalla el experto, es significativo que existen diferencias superiores a 3000-4000€/paciente/año en algunos fármacos utilizados para una misma enfermedad (en casos extremos las diferencias pueden alcanzar los 7.000€ por paciente y año). Muchos de los facultativos y la mayoría de los pacientes no eran conocedores de estas diferencias.
Incorporar la innovación
En la Jornada se han puesto también sobre la mesa temas como la inversión económica versus el valor de la innovación, el acceso a la innovación por parte de los pacientes, la desinversión en lo ineficiente para reinvertir en la innovación que aporte valor y medir la aportación de valor en resultados en salud. Estos son solo algunos de los retos a los que se enfrentan los directivos de la salud y profesionales de la gestión sanitaria en el ámbito de la innovación.
Francisco Dolz, gerente del Departamento de Salud de Valencia Doctor Peset y presidente de la Agrupación Territorial de SEDISA Levante, concluía al respecto que el Sistema Nacional de Salud necesita de cambios para conseguir una Sanidad sostenible, y que el más importante ha de ser “aumentar el porcentaje del PIB dedicado a salud, pero también adoptar medidas para que el sistema sanitario sea más eficiente”.
A este respecto, Joaquín Estévez, presidente de SEDISA y de la Fundación SEDISA, agregaba que “para que la incorporación de la innovación sea viable y ello fomente la sostenibilidad, hay que dotar al sistema primero de solvencia, con frecuencia, no se trata de invertir sino de estudiar y detectar bolsas de ineficiencia para poder reinvertir en lo realmente innovador en términos de calidad y sostenibilidad”.
Otro de los temas de interés fue cómo la nueva Ley de Contratación Pública está impactando en la innovación en el sector salud. Cabe recordar que la Ley contempla el procedimiento de asociación para la innovación, que permite explorar el mercado para fomentar y orientar la investigación y desarrollo tecnológicos para alcanzar productos finales adecuados a sus necesidades, configurándose como agentes promotores de la innovación.
Prueba de la preocupación que generó su entrada en vigor, las licitaciones publicadas en la Plataforma de Contratos del Sector Público se incrementaron exponencialmente los días anteriores a su entrada en vigor, hasta llegar a un 208 por ciento más el día anterior.
En palabras de Concepción Campos Acuña, doctora en Derecho, los retos más relevantes de esta Ley en la Sanidad pasan por la implantación de un nuevo modelo de contratación estratégica para la ejecución de las políticas públicas. De esta forma, “la debida utilización de la calidad-precio como criterio de adjudicación frente al anterior de la oferta económicamente más ventajosa, la aplicación de los criterios sociales, innovadores y medioambientales, la nueva regulación de los contratos menores, así como la simplificación y la contratación electrónica contribuirán positivamente a ello”.
Innovación y productividad de los sistemas de salud
Los resultados en salud pretenden evaluar si las medidas aplicadas mejoran y cuánto lo hacen la salud de las personas
Clara Simón
4 de enero 2019. 3:00 pm