La autodispensación de analgésicos se perfila como el mejor control del dolor tras una operación

Dentro del marco de la Reunión Anual ESRA-España, se ha celebrado la mesa “¿Hay innovación en el tratamiento del dolor agudo postoperatorio?”, organizada por Grünenthal. Durante la misma, diferentes expertos han debatido sobre cuál debe ser el mejor abordaje del dolor tras una intervención quirúrgica, concluyendo que uno de los factores clave del futuro en el abordaje del dolor es conseguir técnicas y tratamientos no invasivos, menos dañinos y que den una mayor autonomía al paciente, para que sea él mismo el encargado de tratar su dolor, siguiendo unos parámetros y unas medidas de seguridad predefinidas. Uno de los puntos de acuerdo ha sido que la intensidad de dolor percibida por el paciente es muy variable en función de cirugías previas, condicionantes genéticos, ansiedad, etc. Es por ello que una de las ideas más destacadas la planteaba Carlos Tornero, coordinador de la Unidad del Dolor del Servicio de Anestesiología del Hospital Clínico de Valencia y moderador de la mesa, que relataba que “actualmente la tendencia es a valorar directamente el dolor que percibe el paciente y, en base a ello, buscar sistemas de administración que actúen dispensando los analgésicos a demanda del paciente”. Dando un paso más, el experto afirmaba que hoy en día existen múltiples opciones tanto en fármacos como en sistemas de autodispensación y,  por ello, el futuro en cuanto al tratamiento del dolor postquirúrgico pasa por que “ el propio paciente se administre en función del dolor que sufre y no en base al dolor que el profesional sanitario cree que va a tener”. Unas cirugías más dolorosas que otras Otra de las ideas que salía a relucir en esta mesa de expertos es que aunque el dolor siempre es una medida subjetiva del paciente, sí que parece haber acuerdo en que hay algunas intervenciones que producen más dolor postquirúrgico que otras. En este sentido, los participantes han coincidido en señalar que las cirugías abdominales mayores abiertas, además de provocar dolor por la herida, causan dolor visceral; las cirugías mayores urológicas, realizadas a nivel abdominal pueden ser también muy invasivas y por ello provocar un dolor de mayor intensidad. Otro ejemplo son los pacientes con cirugía de columna, ya que la mayoría han sufrido previamente dolor crónico, “lo que supone un factor de riesgo para una menor respuesta a la analgesia postoperatoria, probabilidad de alargar la estancia hospitalaria, retrasar la movilización y la rehabilitación, e incluso llegar a cronificar el dolor”,  señalaba Mª del Carmen Benito Alcalá, responsable de la Unidad de Dolor Agudo del Hospital Gregorio Marañón. Por eso la experta señalaba que igualmente en estos casos,  la analgesia controlada por el paciente favorece el abordaje del dolor y su evolución. La educación del paciente Si bien parece que la autodispensación puede ser una alternativa más favorable y personalizada, uno de los puntos clave es poder formar al paciente para que pueda hacer correctamente la misma. Así, los profesionales participantes en el taller han insistido en que el mal uso de cualquier método analgésico conlleva siempre un riesgo, de ahí la necesidad de educar al paciente para un mejor control sobre su patología y tratamiento. En este sentido, Raúl de Frutos, del servicio de Anestesiología del Hospital de Basurto (Vizcaya), ha resaltado que a través de este tipo de administración autónoma, sublingual y no invasiva se consigue, además, que la dosis final sea mucho más baja que si la administra un facultativo: “Gracias a estos avances en los tratamientos, el fármaco sólo se toma en el momento en el que realmente es necesario o en el que lo va a ser, cuando el paciente sabe que va a ser movilizado, se le va a curar o se va a realizar algún tipo de manipulación”. Además, ha añadido que esta disminución de dosis, aumenta la seguridad, consigue un mejor control y provoca menos efectos secundarios.