Aproximadamente la mitad de los pacientes con diabetes tipo 2 que acude a las consultas de primaria son mujeres. Suelen tener una edad de 62 años, el 92% son diabéticos tipo 2 y sólo el 7% diabéticos tipo 1. La edad del diagnóstico es a los 48 años en varones y 35 años en las mujeres. Otras situaciones especiales que registro en la consulta, como la diabetes asociada con el embarazo, afecta a entre el 5 y el 7% de todas las gestaciones.
Casi todas las mujeres con diabetes tienen un perfil sedentario, con gran obesidad consecuencia de hábitos de vida inadecuados. A eso hay que añadir a falta de estímulos para hacer ejercicio y el poco tiempo para realizarlo. Además, la alimentación incluye una excesiva carga calórica, con alto contenido de bollería y productos procesados, y poca fruta y verdura.
Cada vez se hace más un diagnóstico de diabetes en mujeres jóvenes. La mujer joven es raro que se estimule para hacer ejercicio y en general hábitos de vida saludables. No obstante, hay algunas que están motivadas y sobre todo es por el ambiente familiar que les ha inculcado esa forma de vida más saludable. Aunque son casos raros.
Mayor riesgo a partir de los 45 años
Así, la diabetes tipo 2 se da en la mujer mayoritariamente en la edad reproductiva, entre los 18 y 45 años. Puede aparecer diabetes gestacional que tiene tendencia a repetirse en embarazos sucesivos y de esta forma predisponer a padecer en el futuro diabetes tipo 2. Por eso, a partir de los 45 años hay mayor riesgo para el comienzo de enfermedades crónicas. En muchos casos, se suelen diagnosticar con la llegada de la menopausia, ya que desaparece el efecto protector de los estrógenos.
En líneas generales, la mujer no suele aceptar muy bien la enfermedad, pero se suelen implicar bastante, son muy conscientes de su enfermedad y suelen ser buenas cumplidoras. Parte de las pacientes aceptan su enfermedad con resignación, pero muchas de ellas reconocen peor y más tarde sus síntomas. Presentan más factores de riesgo cardiovasculares y peor control metabólico, con peor esperanza de vida frente a los diabéticos varones.
Comunicación
La diabetes, al ser una enfermedad indolente durante mucho tiempo, precisa de un importante esfuerzo de comunicación con el paciente, para proporcionarle información y formación sanitaria. Con frecuencia, el médico no dispone de mucho tiempo ni recursos para dicho esfuerzo. Por suerte, existen cada vez más y mejor preparadas consultas en AP, hospital y asistencia al alta, de enfermería experta, que hacen una labor indispensable en educación sanitaria, con el de control de FRCV, hábitos saludables, explicación de patologías prevalentes, control de medicación y promoción de autocuidados.
Las diabéticas quieren saber de su enfermedad y hacerlo bien. Normalmente no saben o no han podido dedicarse a comer mejor o hacer ejercicio o a perder peso. Por eso, agradecen orientación y motivación, y con frecuencia son disciplinadas.
Cambios hormonales
Hay que tener en cuenta los cambios en el nivel de azúcar en sangre. Los estrógenos y la progesterona afectan a la manera en que las células responden a la insulina. Después de la menopausia, los cambios en los niveles hormonales pueden desencadenar modificaciones en el nivel de azúcar en sangre. Si los niveles de azúcar en sangre se descontrolan, puede haber un riesgo más alto de tener complicaciones relacionadas con la diabetes. Algunas mujeres aumentan de peso durante la transición menopáusica y después de la menopausia. Esto puede aumentar la necesidad de usar insulina o de tomar medicamentos orales para la diabetes.
Incluso antes de la menopausia, los niveles altos de azúcar en sangre pueden contribuir a infecciones vaginales y de las vías urinarias. Después de la menopausia, la disminución en los niveles de estrógeno facilita que las bacterias y las levaduras proliferen en las vías urinarias y en la vagina, lo que hace que el riesgo sea aún mayor. Los problemas de sueño también pueden interferir en los niveles de glucosa en sangre.
Vida saludable
El estilo de vida saludable, también y especialmente en la mujer diabética, reduce le necesidad de aumentar polifarmacia, de insulinoterapia, y posibilidad de hipoglucemias y de complicaciones micro/macro vasculares, lo que influye en el gasto sanitario. Si una paciente diabética puede controlarse con uno o dos antidiabéticos orales en combinación y un correcto control de hábitos de vida, es un éxito sanitario.
El entorno familiar es la base primordial para que se tenga un detonante más acelerado de estos cambios. Partiendo de la educación se consiguen grandes avances. Hoy en día, los centros sanitarios están más concienciados de esta labor educacional y se generan proyectos. Y gracias a ellos se ven mejores resultados en la población que hace unos años.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores Francisco Bonilla Castilla, María Isabel García Delgado, Ignacio Calle Romero, Luis María López González, Manuel Ángel Centeno Gordillo y José Antonio Novalio Gómez, de Huelva; Adolfo Bolea Lafont, Luis Miguel Rosales García, Antonio Rodríguez Pérez, Eugenio Sanchez López, Adriana Fernández Rodríguez y José María García Pinteño; los cardiólogos Clara Jiménez Rubio, del Hospital de Axarquía; Antonio Cordero Aguilar y José Raul López Salguero, del Hospital de Antequera, y el médico de Atención Primaria Manuel Portillo Calderón, del Centro de Salud Torre del Mar, todos en Málaga, y los médicos de Familia María José Banderas Donaire, José Antonio Torres Avilés y José Manuel Navarro Jiménez, del Centro de Salud Carranque, en Málaga.
La diabetes 2 en la mujer se asocia a obesidad y sedentarismo
Clara Simón
18 de septiembre 2018. 9:29 am