Alrededor del 25% de personas con enfermedad cardiovascular padece diabetes mellitus (DM), que es uno de los principales factores de riesgo para estos pacientes. De hecho, la enfermedad cardiovascular es la causa más importante de morbimortalidad en personas con diabetes. Esta patología incrementa entre dos…
Alrededor del 25% de personas con enfermedad cardiovascular padece diabetes mellitus (DM), que es uno de los principales factores de riesgo para estos pacientes. De hecho, la enfermedad cardiovascular es la causa más importante de morbimortalidad en personas con diabetes.
Esta patología incrementa entre dos y cuatro veces la morbimortalidad por cardiopatía isquémica, ictus o enfermedad arterial periférica. Más del 65% de las muertes en DM tipo 2 son debidas a cardiopatía isquémica o ictus. Salvo algunos subgrupos de pacientes - como los de menor tiempo de evolución y que no requieren de tratamiento farmacológico para el control de la leucemia -, el riesgo de enfermedad coronaria es equivalente al que presentan las personas sin DM que ya han padecido un infarto de miocardio.
A la hora de detectar la diabetes en un paciente con enfermedad cardiovascular, hay que estar alerta a síntomas como la fatiga, el aumento de la micción y la sed. Las pruebas para el diagnóstico de la DM2 son la de la glucosa en sangre y HbAc1.
Tratar la dislipemia y la hipertensión
Entre los principales factores de riesgo cardiovascular en diabetes se encuentra la dislipemia y la hipertensión. En cuanto a la primera, requiere de un control exhaustivo una o dos veces al año de los valores de LDL, que deben ser <100mg/dl para todos los pacientes con DM2 y en los que haya un riesgo muy elevado de enfermedad cardiovascular <70mg/dl. En cuanto a los valores de no-cHDL, serán <130mg/dl para todos y <100mg/dl en pacientes con riesgo muy alto. Respecto al HDL, se recomienda que sea >40mg/dl en hombres y >45mg/dl en mujeres, mientras que los triglicéridos debe ser <150mg/dl. El tratamiento de la dislipemia consiste en las estatinas en dosis altas si es necesario, con opción de usar ezetimibe asociado a las mismas o fenofibrato si es preciso también una reducción de los triglicéridos.
Respecto a la hipertensión arterial (HTA), la padece entre el 40 y el 50% de personas con diabetes tipo 2. Las cifras objetivo para estos pacientes son 130mmHG PAS y 80mmHG PAD. En cuanto al tratamiento de la HTA, los ARAll son los más utilizados porque han demostrado reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular y por su seguridad. Se utilizan a dosis altas con el fin de alcanzar las cifras objetivo, y en ocasiones se añade un diurético.
Tratamiento farmacológico antidiabético
En cuanto al tratamiento antidiabético más adecuado para pacientes con comorbilidad, debe alcanzar los objetivos del HbA1c establecidos individualmente, evitar las hipoglucemias y el incremento ponderal. Se aconseja como elección inicial la metformina, aunque a veces los problemas digestivos dan lugar a un cambio de tratamiento. Ya sea por intolerancia a este fármaco o por no alcanzar el objetivo, también se utilizan los IDPP4, siendo menos usados los ISGLT2, aunque su efecto de reducción de peso es beneficioso para algunos pacientes.
La falta de adherencia en enfermedades crónicas como la diabetes, la hipertensión o dislipemia puede llegar al 50%, por lo que hay que llevar a cabo una serie de medidas para garantizar el correcto cumplimiento del tratamiento. Una de ellas es facilitar el régimen terapéutico, simplificándolo si es posible con las combinaciones de fármacos en monodosis. También se recomienda ofrecer al paciente un documento escrito con el plan de tratamiento, el número de dosis diarias y el horario de las tomas. Asimismo, debe haber una buena comunicación con el paciente, para asegurarse de que comprende toda la información.
Actuar sobre los factores de riesgo modificables
Aparte del tratamiento farmacológico, se recomienda hacer hincapié en los factores de riesgo modificables, como la dieta y el estilo de vida, abandonando el hábito tabáquico y con el mantenimiento de un patrón de actividad física elevado y adecuado y una pérdida de peso en caso necesario.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores Mariana Martínez, Valero Martínez, Julia Burgos, Ana Angeles Cano, José Manuel Saura, Juan Rafael Martínez, Juan Antonio Pina, Juan José Pedreño, Manuel Parada, Antonia Alcolea, Antonio Marcos, Carlos Alfredo González, Trinidad Saura, Julio Yelo, Juana Francisca Martínez, Pedro José Martínez, Antonio Zaragoza, Josefa Hidalgo, María Sandoval e Inmaculada Mateo.