Con motivo del
Día Internacional de la Salud Sexual, que se celebra el 14 de febrero, expertos recuerdan que la
disbiosis intestinal puede causar alteraciones en la vida sexual de los pacientes. En concreto, se relaciona con la
disfunción eréctil entre los hombres y con trastorno del deseo sexual hipoactivo entre las mujeres.
Tal y como analiza Patricia Verdú López, alergóloga experta en disbiosis e intolerancia alimentaria, el comportamiento sexual influye directamente sobre
la microbiota. Cabe recordar que la misma está constituida por el conjunto de microorganismos presentes en el cuerpo humano: bacterias, hongos, virus, arqueas, protozoos y otros parásitos. Por su parte, la disbiosis puede deberse a un crecimiento excesivo o una deficiencia de ciertos géneros, traslocación a otros lugares o ambas.
La existencia de disbiosis es más probable en microbiotas poco resilientes y/o cuando existen más factores que la agreden o condicionan, incluyendo las intolerancias alimentarias.
Otras secuelas de la disbosis intestinal
Verdú forma parte del equipo Inmunomet, un servicio médico multidisciplinar dedicado a la asistencia de pacientes con malabsorción alimentaria y disbiosis intestinal. Por su experiencia, asegura que un microbioma vaginal no saludable causa efectos psicosociales en las mujeres sintomáticas. También es
un importante factor de riesgo para la adquisición de enfermedades de transmisión sexual. Asimismo, puede tener secuelas reproductivas y obstétricas adversas.
Entre las patologías más claramente
asociadas a la disbiosis se encuentran las enfermedades inflamatorias intestinales y los procesos funcionales digestivos. Algunos como el síndrome de intestino irritable. Igualmente, también se ha encontrado vínculo entre la disbiosis intestinal y las enfermedades sistémicas.
Otras patologías crónicas relevantes que se asocian a la disbiosis intestinal son la fibromialgia y el síndrome de fatiga crónica, el síndrome metabólico, las enfermedades autoinmunes y alérgicas, las dermopatías inflamatorias, la rinosinusitis crónica, las disfunciones ginecológicas, las mucositis orales, la cistitis intersticial, las infecciones recurrentes, la migraña, los trastornos de espectro autista y otras patologías neurológicas.