Las enfermedades cardiovasculares, como la hipertensión arterial, la dislipemia, la obesidad, la arteriopatía periférica y la cardiopatía isquémica, son las principales comorbilidades del paciente con diabetes mellitus 2 (DM2). También deben tenerse en cuenta las asociadas a las complicaciones crónicas de la DM2 como la…
Las enfermedades cardiovasculares, como la hipertensión arterial, la dislipemia, la obesidad, la arteriopatía periférica y la cardiopatía isquémica, son las principales comorbilidades del paciente con diabetes mellitus 2 (DM2). También deben tenerse en cuenta las asociadas a las complicaciones crónicas de la DM2 como la retinopatía diabética, la nefropatía o el pie diabético. Igualmente se asocian otras patologías como la depresión o las dolencias osteoarticulares. Las más graves son las consideradas como complicaciones crónicas como la retinopatía diabética, la nefropatía diabética o las patologías vasculares por las severas consecuencias que provocan y su complicado manejo clínico.
Existe evidencia científica demostrada por numerosos estudios sobre la complejidad del control del paciente diabético y de sus consecuencias. Respecto a la conciencia de no controlar adecuadamente las complicaciones, existe un cierto gap entre lo que dicen los estudios y el día a día de la consulta, no solo del médico de AP, especialista en endocrino o enfermera comunitaria, sino también de los propios pacientes. La incorporación de nuevos programas como el paciente experto consigue fomentar la responsabilidad en los propios pacientes (empowerment) de las consecuencias reales del mal control de su enfermedad, así como les hace ver que pueden ser capaces de llevar un buen cuidado de la misma sin llegar a sentirse dependientes por la DM2.
No todos los pacientes responden igual en la aparición de complicaciones; en algunos de ellos con mal control glucémico crónico tardan en dar señales, mientras que en otros con un control no tan malo aparecen pronto los síntomas de complicaciones, especialmente microvasculares.
En general estas complicaciones requieren años de evolución antes de ponerse de manifiesto. Sin embargo, en la diabetes tipo 2, su comienzo insidioso y el diagnóstico a menudo retrasado, hacen posible que las complicaciones diabéticas crónicas puedan estar presentes en el momento del diagnóstico. Por este motivo se debe comenzar el cribado de complicaciones en los pacientes con DM2 al diagnóstico.
Una vez presentes, la progresión de estas complicaciones puede enlentecerse con intervenciones dirigidas a un tratamiento intensivo de la hiperglucemia y los factores de riesgo cardiovascular asociados, como tabaquismo, tensión arterial, perfil lipídico, terapia láser para la retinopatía proliferativa y la administración de IECAS o ARA-II para la nefropatía.
Para motivar a los pacientes en el control de su enfermedad los especialistas apuestan por aprovechar las visitas programadas para repasar ítems como el cumplimiento del tratamiento, dieta y ejercicio, adaptándolo a las características y peculiaridades personales, trabajo, horarios y cultura del paciente, así como conocer su situación económica y animarle a participar en asociaciones y charlas relativas a su enfermedad.
La selección del antidiabético oral
La selección del antidiabético oral para las personas con DM2 se realiza en función de la edad, la función renal, la función hepática, tratamientos concomitantes y valorando el estadio de la enfermedad y el deterioro físico del paciente.
Entre los factores que influyen en su elección se incluyen principalmente las comorbilidades de los mismos y los impactos de cada molécula sobre ellos, tanto sobre el peso, sobre el perfil lipídico, filtrado glomerular, insuficiencia cardíaca, así como la generación de hipoglucemias. También es importante tener en cuenta su vida de administración (no olvidar la estigmatización del uso de las insulinas o tener que “pincharse”) y la tolerancia al producto seleccionado/recomendado.
Cada paciente tiene su opción terapéutica y cada vez se tiende a personalizar e individualizar los tratamientos empleados, más teniendo en cuenta lo que dicen las guías, tanto americanas como europeas. Por ello el del paciente diabético debe ajustarse tanto a la evolución de su enfermedad como a las comorbilidades que le acompañan, eligiendo la terapia que más se ajuste a su perfil y que pueda ser capaz de seguir.
Las alternativas terapéuticas recomendadas por las guías, según el grado de evolución y edad, pasan por los hábitos higiénicos-dietéticos (dieta, ejercicio, evitar tabaco). Otras opciones son el control de los factores de riesgo cardiovascular (peso, HTA, Lípidos) y evitar antidiabéticos que aumenten el riesgo de hipoglucemias y aumento de peso, por lo que los especialistas se inclinan por utilizar los que no inciden en el mismo o contribuyen a disminuir el peso como la metformina o los DPP4.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Medicina de Familia Albert Boada Valmaseda, Ángel Alcacer Quinto, Alicia Mostazo Muntane, Silvia Jurado Ortiz. Antonio Jiménez Martorell, Julio Pericas García, Primitiva González Montiel, Amador M. Ruíz Torrejón. Leonor Cadefau Surroca, María Griselda Portela Dacosta, Francisco Javier Restrepo Aramburu. Eduardo Rebollo HernamPérez, Miguel Puigserver Colom, Andrés Alfredo Arjona Salvatierra y Ana María Martínez Salvatierra.