La
dislipemia es un factor de progresión de la
enfermedad renal crónica que aumenta el riesgo de desarrollo de arteriosclerosis y sus complicaciones. A su vez, la
dislipemia es común en pacientes con
enfermedad renal crónica, que muestran anomalías cualitativas y cuantitativas en el perfil lipídico. En etapas tempranas de la pérdida de la función renal ya se constatan y empeoran con la progresión de la enfermedad.
Hay una relación estrecha entre la perdida de función renal y el aumento de mortalidad. La
enfermedad cardiovascular es una complicación frecuente de la
enfermedad renal crónica. Y a su vez, la
enfermedad renal crónica se asocia con un incremento significativo de riesgo de morbimortalidad cardiovascular, independientemente de la presencia de los
factores de riesgo cardiovascular tradicionales, como diabetes, HTA, lipoproteínas, tabaco...
Factor independiente
Incluso se la considera un
factor de riesgo cardiovascular independiente. De hecho, los pacientes con
enfermedad renal crónica tienen más probabilidad de morir por causa cardiovascular que de progresar a insuficiencia renal terminal.
Los pacientes en diálisis presentan una tasa de mortalidad 40 veces más alta que la población general y la enfermedad cardiovascular es responsable del 50 % de esas muertes.
En la
enfermedad renal crónica es prioritario una intervención precoz e intensiva en el control de la
dislipidemia antes de que se produzca una disminución importante de la función renal.
Seguridad y eficacia
En este contexto, el tratamiento con
estatinas ha demostrado
seguridad y eficacia en la disminución del cLDL y en la reducción de episodios cardiovasculares. Esto se ha visto tanto en personas con
enfermedad renal crónica o los trasplantados renales. Sin embargo, la evidencia en los dializados es menor.
Los niveles de colesterol de los pacientes con
enfermedad renal crónica no siempre presentan una relación lineal con los eventos cardiovasculares, como ocurre en la población general. En el estudio SHARP se constató que la
combinación de estatina y ezetimiba redujo un 17% en el riesgo relativo del objetivo primario de eventos mayores, comparado con placebo.
Control de la dislipemia
De esta forma, el control de la
dislipemia es prioritario en estos pacientes. Así, la intervención intensiva y precoz con
estatinas ha mostrado su beneficio en el riesgo cardiovascular. Los pacientes tratados con
estatinas de alta intensidad, como
rosuvastatina, muestran una reducción del riesgo de mortalidad cardiovascular frente a los que recibieron una
estatina de menor intensidad.
Por ello, es importante iniciar el
tratamiento hipolipemiante de mayor intensidad con
estatinas de alta potencia desde las primeras fases de la
enfermedad renal crónica, sin la necesidad de esperar a un mayor deterioro de la función renal para intensificar el tratamiento.
Progresión de la enfermedad
El uso precoz de
estatinas de alta potencia o asociadas a
ezetimiba enlentece la progresión de la
enfermedad renal crónica y aleja el inicio de diálisis. Al mismo tiempo, favorece la disminución de la absorción del colesterol por lo que también reduce la dislipemia.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Medicina de Familia Encarna Sorribes Vicent, Enrique Peña Forcada, Mª Dolores Lidón Pachés Porcar, Eugenio Espinosa Mata, Mª Claire Arnandis Ventura y Pedro Manuel Rubio Olivares, del Centro de Salud Almazora, y Roberto Eugenio Verlezza Iglesias, Luis María Fernández-Pacheco Corchado, Miguel Ángel Saez Martínez, Orlando Heredia Leon y Cesar Augusto Carrasco Vidoz.