Una de las complicaciones más habituales, pero también más complejas del enfermo diabético es la enfermedad renal, pese a lo cual, no siempre se le otorga la importancia necesaria. Se estima que un 40 por ciento de las personas con diabetes tendrán, en algún momento de la evolución de su enfermedad, algún tipo de nefropatía, y que de hecho, en particular la diabetes mellitus tipo 2 es la primera causa de insuficiencia renal terminal.
Es por ello que Grupo Clínico y Traslacional en Diabetes (Grupo CTD) ha querido enfatizar esta problemática como uno de sus caballos de batalla, insistiendo en ideas claves como que esta patología precisa de un enfoque multidisciplinar.
El aspecto positivo es que en los últimos años se han producido extraordinarios avances en el conocimiento y abordaje de la nefropatía diabética, que requieren una reflexión, análisis y puesta en común. A este respecto, José Luis Górriz, del Servicio de Nefrología del Hospital Clínico Universitario de Valencia, y miembro del Grupo, añadía que nunca, “en casi ninguna patología renal de tanta prevalencia como la enfermedad renal diabética, se han registrado tantos avances como en los últimos 4-5 años. Hemos pasado de ser casi meros espectadores de la progresión de la enfermedad con escasas herramientas terapéuticas a disponer de recursos nuevos y de mayor eficacia”. Así, en estos últimos años varios estudios han demostrado que algunos tratamientos para la DM2, como los ISGLT2 o los arGLP1, tienen un claro beneficio a nivel renal. Estos beneficios renales son independientes del control de la glucemia, ya que actúan por diversos mecanismos que consiguen mejorías tanto en parámetros renales como cardiovasculares.
Mejorar los tratamientos
La otra idea destacada por el Grupo CTD es que las personas con nefropatía diabética, dependiendo del estadio de su enfermedad, requieren tratamientos complejos para el control de trastornos tales como la hiperglucemia, la hipertensión arterial o la hiperlipidemia; además, no todas las opciones terapéuticas para el tratamiento de estas enfermedades se pueden utilizar en estos pacientes.
Sobre esta cuestión, Francisco Javier Ampudia-Blasco, del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Clínico Universitario de Valencia y miembro del Grupo CTD, matizaba que “en algunos casos, hay que reducir dosis para adaptarlas al filtrado glomerular decreciente, y en otros, simplemente suspender el tratamiento vigente y cambiarlo por otro más apropiado”. Pero, además, los objetivos terapéuticos son incluso más estrictos en estos pacientes (similares a los pacientes con enfermedad cardiovascular).” También estos pacientes son más vulnerables a la hipoglucemia, por lo que adaptar el tratamiento insulínico en estos casos es una tarea compleja”.
Teniendo estos factores en cuenta, el objetivo del Grupo CTD es “ofrecer unas recomendaciones claras, actuales y basadas en la evidencia clínica que puedan transferirse a la comunidad científica y a la sociedad en general”, tal y como aportaba otro de sus miembros, Rafael Simó jefe de la Unidad de Investigación en Diabetes y Metabolismo del Institut de Recerca Hospital Universitari Vall d’Hebron, Barcelona.
En concreto, la reunión servirá para revisar, desde las distintas perspectivas, las formas clínicas de afectación renal en la diabetes tipo 2, evaluar el riesgo cardiovascular en el paciente diabético con enfermedad renal crónica profundizar en el control de otros factores de riesgo (como la hipertensión arterial), explicar el manejo y selección de fármacos antidiabéticos en estos pacientes, así como para establecer todo tipo de recomendaciones.
La enfermedad renal es una de las complicaciones más relevantes en la diabetes
Se estima que un 40% de las personas con diabetes tendrán, en algún momento de la evolución de su enfermedad, algún tipo de nefropatía
El Médico Interactivo
23 de enero 2019. 1:50 pm