El principal objetivo de la estimación del riesgo cardiovascular en prevención primaria es el de estratificar al paciente. De esta forma, se adecúa la intensificación de la intervención según el nivel de riesgo estimado.
Por eso, la estimación de ese riesgo en un paciente con diabetes tipo 2 supone no considerar esta enfermedad, al menos inicialmente y de forma sistemática, como un equivalente coronario.
Para valorar el riesgo se dispone de varias tablas. La tabla REGICOR estima el riesgo coronario total a 10 años en la población con edades comprendidas entre los 35 a 74 años. Es una adaptación a la población española de un sistema ya validado en las tablas de Framingham.
Es una herramienta validada, que demuestra su ajuste con la realidad de nuestro medio. Ha demostrado una buena capacidad de predicción del riesgo coronario en las personas libres de enfermedad cardiovascular previa. Esta tabla incluye edad, sexo, cifras de presión arterial diastólica y sistólica, diabetes, colesterol total, lipoproteína de alta densidad y hábito tabáquico.
Las tablas SCORE están recomendadas por el Comité Español Interdisciplinario para la Prevención Cardiovascular (CEIPC) para valorar el riesgo cardiovascular en su versión para países de bajo riesgo, en situación de prevención primaria. Tiene en cuenta sexo, edad, tabaquismo, presión arterial sistólica y el colesterol total.
Con este sistema se identifica a los sujetos sin enfermedad cardiovascular, diabetes, ni insuficiencia renal crónica en bajo riesgo, RCV a 10 años según SCORE < 1%; riesgo moderado, RCV a 10 años según SCORE > 1% y < 5%; riesgo alto, RCV a 10 años según SCORE ≥ 5% y < 10%, y riesgo muy alto, RCV a 10 años según SCORE ≥ 10%.
La estimación del riesgo cardiovascular debe ser global
El cálculo del riesgo cardiovascular debe realizarse mediante una valoración integral, incluyendo no solo el valor del riesgo de las tablas o escalas, sino abordando todos los factores de riesgo modificables.
Clara Simón
23 de junio 2020. 11:07 am