La mayor parte de esta actividad asistencial se centra en atención a patologías infecciosas y en pacientes pluripatológicos o crónicos descompensados con enfermedades como insuficiencia cardíaca o EPOC
16 de noviembre 2021. 11:43 am
La COVID-19 supuso “un antes y un después” en la hospitalización a domicilio. La misma tuvo un “crecimiento exponencial” en la actividad asistencial de las 120 unidades de hospitalización a domicilio que hay, a día de hoy, en hospitales públicos de España. En las mismas,…
La COVID-19 supuso “un antes y un después” en la hospitalización a domicilio. La misma tuvo un “crecimiento exponencial” en la actividad asistencial de las 120 unidades de hospitalización a domicilio que hay, a día de hoy, en hospitales públicos de España. En las mismas, los médicos internistas desempeñan un papel fundamental por la visión integral que tiene la especialidad del paciente crónico, complejo y/o pluripatológico. Así se puso de manifiesto en el 42º Congreso Nacional de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI).
Actualmente, la mayor parte de la actividad asistencial actual de estas Unidades se centra en atención a patologías infecciosas. Principalmente, respiratorias o del tracto urinario. Pero también a pacientes pluripatológicos o crónicos descompensados con enfermedades como insuficiencia cardíaca o EPOC.
Sin embargo, también es posible atender patologías de elevada complejidad. Es el caso de la endocarditis infecciosa, que tiene aún una mortalidad hospitalaria elevada y requiere ingreso de entre 4 y 6 semanas. A partir de la segunda semana, es seguro y eficiente completar el tratamiento, estudio y seguimiento en hospitalización domiciliaria. Actualmente, también está siendo importante en la atención PostCOVID y en rehabilitación de pacientes que han pasado el SARS-COV-2.
Beneficios de la hospitalización a domicilio
Desde SEMI insisten en que la hospitalización a domicilio llegó con la pandemia para no marcharse. Al igual que ocurre con la telemedicina. No obstante, este tipo de atención conlleva diversos beneficios.
Entre los mismos, destaca que disminuye las infecciones nosocomiales y otros riesgos derivados de la hospitalización convencional en pacientes frágiles como el deterioro funcional o el síndrome confusional. También favorece la coordinación entre niveles asistenciales y aporta comodidad a personas con discapacidad o movilidad reducida. Todo ello, limitando los traslados para la realización de procedimientos. Además, fomenta la humanización en la asistencia, al permitir al paciente afrontar la enfermedad rodeado de los suyos.
De esta forma, ante el progresivo aumento de la cronicidad y la pluripatología por la mayor esperanza de vida y hábitos de vida actuales, este modelo se erige como un modelo imprescindible frente a la hospitalización convencional para dar respuesta a los desafíos de la cronicidad.