Los cambios en los hábitos de vida que afectan al perfil lipídico en la reducción de la morbimortalidad cardiovascular en prevención primaria y secundaria son efectivos y, sobre todo, necesarios. En ocasiones como coadyuvantes de la medicación y en otras permiten retrasar el inicio del tratamiento farmacológico.
Son efectivos en la medida en que ayudan a mejorar el perfil lipídico. Aunque en la mayoría de los casos hay que complementar con medicación, si se consiguen mejorar los hábitos se pueden conseguir los niveles lipídicos deseados con menos dosis de medicación. De todas formas, hay que insistir, con habilidad, en los cambios en el estilo de vida, porque es difícil conseguirlos.
La prescripción de fármacos sin tomar en cuenta las medidas higiénico dietéticas y la actividad física difícilmente logran una reducción de mortalidad cardiovascular. De nada le sirve a un diabético que además tenga obesidad o sobrepeso tener un buen control del perfil lipídico si no hace nada por mejorar el peso
Para conseguir modificar el
estilo de vida en pacientes con dislipemia es importante el grado de motivación que tenga un paciente. De esta forma, se pueden reforzar las medidas destinadas a lograr un cambio en hábitos de vida. Que un paciente entienda que el problema de salud depende en gran parte de sí mismo es el inicio de cualquier cambio.
Charla con el paciente
Para conseguir resultados lo que mejor funciona es una entrevista con empatía, donde se establezca con el paciente objetivos de peso y LDL, lo que a su vez requiere recomendaciones dietéticas y de ejercicio físico. También se deben hacer revisiones periódicas para valorar su evolución.
En cuanto a la alimentación saludable, se recomienda hacer especial hincapié en seguir una dieta cardiosaludable, mediterránea, rica en verduras, ácidos grasos omega 3 y limitando la ingesta de azúcar, alcohol, grasas de origen animal,…
En los pacientes que presentan sobrepeso u obesidad, se aconseja disminuir la ingesta calórica y aumentar la actividad física de forma notable, con el fin de lograr IMC entre 18,5 y 24,9. Además, se recomienda la actividad física diaria como mínimo 30 minutos y adaptad a las capacidades de cada paciente.
Objetivos a largo plazo
Lo mejor es planteárselo a largo plazo e ir pidiendo al paciente pequeños esfuerzos y que el cambio se vaya haciendo poco a poco. Lo que no se puede perder de vista, como recomiendan las guías, es que los niveles de LDL es mejor tenerlos controlados cuanto antes a la hora de reducir el riesgo cardiovascular.
A la hora de valorar cuánto tiempo se debe esperar con modificaciones de estilo de vida antes de iniciar tratamiento hipolipemiante hay que tener en cuenta el riesgo del paciente y los niveles que debe alcanzar.
En un principio, si se ve que solo con modificación de estilo de vida no se va a conseguir llegar a los niveles requeridos, se empezaría directamente también con pautas farmacológicas. En el caso de que el paciente vaya modificando sus hábitos, se puede plantear una reducción de los fármacos.
Alto riesgo cardiovascular
En un paciente con riesgo cardiovascular alto, con un SCORE mayor o igual a 5, o muy alto, como puede ser tras un evento, el tratamiento hipolipemiante se debe poner de inmediato.
Si el paciente tiene riesgo cardiovascular moderado, aunque las guías no recomiendan tratamiento médico, se debe de valorar al paciente en busca de variables que el SCORE no contempla, como es la obesidad, hábito tabáquico y antecedentes familiares de primer grado de muerte prematura por patología cardiovascular. Se puede esperar entre 3-6 meses antes de emplear hipolipemiantes.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores María Fernández-Velilla Pérez, Avelina Garrido Calvo y José Leciñana Burgos; de Logroño; Fernando Álvarez-Franco Cañas, Jaime López de la Iglesia y Joaquín Juan Diéguez, de León; Luis Calvo Aldea, María Teresa Galache Astunillo y Clodoaldo Pérez Ramos, del Centro de Salud Zamora Sur, y Cristian Giadach Vargas, Natalia Mariniuc Mariniuc y Antonio Vicente Macías.