Desde hace algún tiempo el matrimonio eclesiástico es susceptible de ser anulado. Son muchas las causas que hacen posible la disolución del vínculo sacramental, justificándose como tales tanto factores orgánicos como psicológicos o sociales, independientemente de que el matrimonio se hubiera o no consumado. No…
Desde hace algún tiempo el matrimonio eclesiástico es susceptible de ser anulado. Son muchas las causas que hacen posible la disolución del vínculo sacramental, justificándose como tales tanto factores orgánicos como psicológicos o sociales, independientemente de que el matrimonio se hubiera o no consumado.
No ocurría lo mismo siglos atrás, donde la impotencia del varón era la única causa aceptable para determinar como nulo el matrimonio. Sin embargo, antaño la disfunción eréctil, que es expresión más acorde con el léxico de los médicos y resulta a la postre menos peyorativa, era muy difícil de demostrar, no sirviendo como prueba el simple testimonio de los cónyuges.
Fue en el siglo XIV cuando las cosas se simplificaron para la decisión judicial eclesiástica, al aceptar el derecho canónigo una prueba de peritaje médico un tanto singular, de la que nos habla Guido de Chauliac (1300-1368) que fue médico de tres pontífices y tuvo gran influencia tanto en la Iglesia Católica como en el desarrollo de la cirugía.
Se llamó a esta forma de peritación médica la Prueba del Congreso, término noble y singular. El diccionario de Roque Barcia, del siglo XIX, es el primero en señalar –hoy ya lo recogen casi todos los diccionarios– que congreso quiere indicar cópula carnal, y como también esta última expresión es sinónima de ayuntamiento, vengo en cavilar de qué dedicaciones extraordinarias hubieron de hacer gala, quizás en otras témporas, diputados y concejales para que estos términos (congreso, ayuntamiento y cópula carnal) viniesen a significar idéntica lúdica actividad.
Quizás sea oportuno resaltar aquí que en ciertos estratos sociales del medio rural –muchos de los médicos lo podrán atestiguar– el vocablo concejales (es inútil buscar esta acepción en los diccionarios al uso) es sinónimo también de los atributos donde el vulgo hace residir la virilidad del varón, con lo cual se concluye la importancia en temas de sexualidad de considerar todas las posibilidades del entramado sinónimo para no errar en la aplicación correcta del término haciéndolo adecuado a cada acción y circunstancia. Así, de esta forma, en tan singular y sexual etimología, quedan unidos para siempre congreso, ayuntamiento y concejales.
Volviendo, pues, a la Prueba del Congreso, es útil reseñar cómo debe efectuarse, según lo que Guido Chaulliac, el cirujano más importante del siglo XIV, nos cuenta en su obra: “El médico examinará el temperamento y conformación de las partes que han de engendrar. Después nombrará una matrona sabia y experta en estas materias y ordenará que marido y mujer yazcan en su presencia durante varios días. Ella les exhortará a acariciarse y a besarse, les hará tomar algunos remedios ordenados por los médicos para excitar el apetito venéreo, les ungirá los genitales con ungüento apropiado y ante fuego de sarmientos”. Entre esas recetas médicas para anular la apatía sexual se encontraban los filtros amorosos: vocablo que tanto en latín, philtrum, como en griego, philtron, significa brebaje destinado a provocar el amor. Y es así como se ingirieron enormes cantidades de cantaridina, componente activo de las cantáridas, insectos coleópteros, que en pequeñas dosis sólo produce una ridícula irritación uretral, pero que en sobredosis puede fácilmente originar, al que lo toma, la situación irreversible de antepasado.
Luego, el relato de la matrona servirá al médico para emitir su juicio clínico sobre la existencia o no de impotencia.
Como paradigma de la inapelabilidad de esta prueba podemos considerar el divorcio de Enrique IV el Impotente, a causa del dictamen de médicos y matronas que encontraron virgen a su esposa, la reina de Navarra.
Probablemente esta prueba la recoge ya el “Constitutio criminales Carolina” (1532) de Carlos V, tratado normativo que abre el camino a la futura Medicina Legal.
Muchos se beneficiaron de la prueba del congreso. Entre ellos la esposa del Marqués de Langey a quien el tribunal declaró impotente (1657), lo que no fue obstáculo para que más tarde se casase con otra mujer y tuviera con ella siete hijos.
La prueba del congreso fue feliz y definitivamente abolida del repertorio médico diagnóstico en el año 1677. Más tarde aún, Benedicto XIV en la bula Matrimoniae indica que médicos y matronas deben tener más en cuenta los aspectos anatómicos y fisiológicos como causa de impotencia