La rehabilitación cardiaca es un programa médico supervisado para ayudar a las personas que tienen o han tenido una patología cardiaca, como cardiopatía isquémica, valvulopatía, insuficiencia cardiaca, trasplante del corazón,… El objetivo es ayudar a estos pacientes a volver a llevar una vida activa y…
La rehabilitación cardiaca es un programa médico supervisado para ayudar a las personas que tienen o han tenido una patología cardiaca, como cardiopatía isquémica, valvulopatía, insuficiencia cardiaca, trasplante del corazón,... El objetivo es ayudar a estos pacientes a volver a llevar una vida activa y reducir el riesgo de tener otros problemas del corazón, mejorar la calidad de vida de los enfermos y, si fuera posible, el pronóstico. En este proceso es necesario el trabajo coordinado de distintas especialidades médicas y de actuaciones multidisciplinares. Las de índole psicosocial incidirán de forma preferente en la calidad de vida del paciente, las pautas de control de los factores de riesgo y el entrenamiento físico también lo harán sobre el pronóstico. Existe evidencia de una disminución estadísticamente significativa de la mortalidad con los programas de rehabilitación cardiaca en estudios aleatorios, a corto y largo plazo, incluso en enfermos con insuficiencia cardiaca. Pese a estos resultados y al evidente efecto positivo a nivel de rentabilidad, el desarrollo de los programas en el mundo todavía es insuficiente.
En la rehabilitación cardiaca es clave concienciar al paciente para que controle los factores de riesgo como colesterol, hipertensión, tabaquismo educándolo en hábitos de vida saludables que minimicen el riesgo de recaídas.
El apartado más importante es sin duda el ejercicio físico que deberá ser pautado por el cardiólogo según los resultados de la ergometría o prueba de esfuerzo. También habrá que prestar especial atención a la atención psicológica del paciente para ayudarle a afrontar su nueva situación, vuelta al trabajo, relaciones personales y cumplimiento terapéutico.
Uso de desfibriladores
La introducción del desfibrilador externo automático (DEA) en el tratamiento de la parada cardiorrespiratoria (PCR) ha supuesto un cambio en las estrategias para su tratamiento, al permitir que esta herramienta pase de ser de uso casi exclusivamente médico a poder ser manejada por cualquier ciudadano, tras un mínimo entrenamiento e incluso sin él. La fiabilidad diagnóstica del DEA, identificando correctamente las arritmias subsidiarias de desfibrilación, ha sido contrastada en varios estudios y está universalmente aceptada. Su seguridad y eficacia han sido ampliamente contrastadas en una larga serie de experiencias publicadas. Por eso, debería haber desfibriladores automáticos en todos los centros públicos, instalaciones de transporte, aeropuertos y puertos comerciales, estaciones o apeaderos de autobuses o ferrocarril de poblaciones de más de 50.000 habitantes, las estaciones de metro con una afluencia media diaria igual o superior a 2.000 personas, en centros o complejos deportivos en los que el número de personas usuarias diarias, teniendo en cuenta todos sus espacios deportivos disponibles, sea igual o superior a 500, en centros educativos con un aforo igual o superior a 1.500 personas y en centros comerciales y grandes almacenes.
Además de los profesionales sanitarios, podrían utilizarlos cualquier persona que haya cursado titulaciones oficiales en reanimación cardiopulmonar, soporte vital básico y uso de desfibriladores semiautomáticos. En caso de no encontrarse ninguna persona acreditada para su uso y de forma excepcional, puede utilizarlo cualquier persona siempre que previamente se ponga en contacto con el centro de coordinación de urgencias a través del 112.
Aprender a utilizarlos
Los programas de formación inicial y de formación continuada para el uso del DESA por personal no sanitario se basan en el reconocimiento de la parada cardiorrespiratoria, llamada al 112 y activación del sistema de emergencias sanitarias, soporte vital básico y reanimación cardiopulmonar, uso del DESA y comunicación del uso de al centro de urgencias.
El contenido del programa del curso deberá estar actualizado con respecto a las últimas recomendaciones que se vayan publicando por las sociedades científicas expertas en la materia. La persona titular o persona física o jurídica que tenga instalado un DESA en sus dependencias tendrá que garantizar la formación del personal previsto para el su uso. Además, las personas que hayan superado el programa de formación inicial tienen que actualizar su formación al menos cada dos años, mediante la superación del programa de formación continuada.
Los programas de formación serán impartidos por las personas físicas o jurídicas públicas o privadas que estén acreditadas como centros de formación para la realización de programas de formación de personal no sanitario para el uso de desfibriladores automáticos y semiautomáticos externos por la unidad administrativa con competencia en materia formación y docencia de la consejería competente en materia de sanidad.
Acreditación
Serán los centros de formación acreditados los que deberán expedir los certificados individuales al alumnado que superen los programas, en el que conste como mínimo: la resolución de acreditación del centro de formación por parte del órgano competente, el nombre del centro o entidad que lo ha impartido, nombre del programa realizado (inicial o de formación continuada), duración, lugar, fecha de realización y periodo de vigencia del certificado y nombre de la persona firmante de dicho certificado. Así mismo, el centro acreditado deberá registrar y custodiar la documentación de cada uno de los programas realizados por un periodo mínimo de 5 años.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores Rafael Esplugues Sisternes, Alejandro Galiana Álvarez y Miguel Montagud Moncho, del Centro de Salud Onteniente II, y Lourdes Marques Roy, José Antonio Dura García, Joaquín Casado González y Josep Valor Mico, del Centro de Salud de Torrent.