Mª Luisa Carcedo. Ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social
Detallaré a continuación los principales lineamientos políticos y las demandas y necesidades sociales que el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social está abordando o planea atender mediante sus políticas en una de las tres áreas de actuación que forman parte de la denominación del Departamento. La asistencia sanitaria universal no solo es una cuestión de justicia social sino una forma eficaz y eficiente de gestionar el SNS. La asistencia sanitaria siempre tendrá un menor coste si la promoción, prevención y atención a la salud se orientan desde la Atención Primaria para dar un servicio de calidad al conjunto de la ciudadanía residente en este país, sin exclusiones. Quiero aprovechar este punto para expresar mi reconocimiento en particular a los profesionales de la Atención Primaria.
El pasado 6 de septiembre el Congreso de los Diputados convalidaba el Real Decreto 7/2018 de 27 de julio que restituye la asistencia sanitaria como derecho universal. Se recuperaba así ese espíritu que -hace más de 30 años con el recordado Ernest Lluch como ministro- inspirara la Ley General de Sanidad de 1986 y, por ende, un modelo del Sistema Nacional de Salud universal, gratuito en el acceso, eficaz y eficiente, y garante de la equidad social y territorial como también pretendía la Ley de Cohesión y Calidad del Sistema Nacional de Salud de 2003. Esta norma desliga la asistencia sanitaria del concepto de asegurado para vincularse al de residente en el país, como la propia Ley 33/2011, General de Salud Pública, impulsada por un Gobierno socialista, contemplaba.
Contar con un sistema universal de salud no es un capricho. España es en la actualidad uno de los países de la Unión Europea donde la desigualdad es mayor. En las décadas previas a la llegada de la crisis y las políticas de recortes, la expansión del sistema de prestaciones sociales y, en particular, el desarrollo del Sistema Nacional de Salud, contribuyeron a la reducción de la desigualdad y al inicio de un proceso de convergencia en esta variable con los países de nuestro entorno, tal como atestiguan entre otros trabajos académicos los publicados recientemente por la Fundación Alternativas y por la Fundación Foessa.
Este proceso fue perdiendo fuerza a medida que la capacidad redistributiva del sistema de impuestos y prestaciones se fue reduciendo. En concreto, por lo que afecta a la gestión de este Ministerio, quisiera citar en particular el Real Decreto 16/2012 de exclusión sanitaria y 20/2012 de recortes en autonomía personal y dependencia.
El Informe sobre Desigualdad de la Fundación Alternativas, muestra que, aunque el gasto sanitario tiene un importante efecto en la reducción de la desigualdad, su impacto en términos de progresividad y redistribución es peor que el que se obtenía antes de la crisis. En otras palabras, los recortes han reducido la capacidad del sistema sanitario para garantizar una mayor igualdad de oportunidades y contener la transmisión intergeneracional de la desigualdad y la pobreza. En el caso de los copagos, por ejemplo, los estudios nos indican que de mantenerse estos, en particular para algunos colectivos, la regresividad del sistema podría incluso incrementarse.
El propósito de que entre todos consigamos una sociedad más igualitaria no es tampoco un capricho ni solo un apriorismo ideológico. Combatir la desigualdad es un desafío de país. La evidencia científica demuestra que la desigualdad fractura la cohesión y produce todo tipo de problemas difíciles de resolver como el deterioro de la salud física o mental, el incremento del consumo de drogas, el abandono escolar, el aumento de la población encarcelada, la obesidad, la violencia, el incremento de los embarazos adolescentes, en definitiva, la persistencia de la pobreza y la exclusión.
El Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social está empeñado en la lucha contra todos estos “gigantes” como ya los denominó William Beverigde en 1942 en su “Informe al Parlamento acerca de la seguridad social y de las prestaciones que de ella se derivan', que sirvió como base para que el Partido Laborista de Clement Attlee pusiera en marcha el Sistema Nacional de Salud en el Reino Unido en 1948.
La aspiración de este Ministerio es consolidar un Sistema Nacional de Salud y un Sistema de Servicios Sociales y Atención a la Dependencia al que toda la ciudadanía, también la más exigente, pueda dirigirse sin dudar porque considere que es el lugar más fiable, el sitio donde encontrará los mejores profesionales y recursos para prevenir y solucionar sus problemas de salud y las necesidades sociales que les van surgiendo a lo largo de la vida.
En esta lucha por consolidar el sistema de protección social de gran calidad, eficaz y eficiente que siga siendo valorado como un bien que hay que preservar para toda la ciudadanía, independientemente de sus características socioeconómicas o de su procedencia territorial, quiero solicitar:
- La complicidad de los profesionales para que el sistema pueda ser más eficaz y eficiente, la rigurosa gestión de los trabajadores de este Ministerio y la de los trabajadores de las administraciones territoriales y, por supuesto, la colaboración de los y las investigadoras que permiten poner en marcha políticas basadas en la evidencia para afrontar los retos como los asociados al envejecimiento, por ejemplo, la cronicidad; o la eliminación de las barreras económicas y sociales que impiden el acceso al creciente número de terapias y medicamentos innovadores; o el mejor conocimiento de las enfermedades de baja prevalencia.
- También es necesario, desde el respeto a la distribución competencial, intensificar la colaboración con las administraciones autonómicas y locales. Esto ya viene produciéndose en el caso de las Estrategias Nacionales de Salud, en el marco de las Consejos y Conferencias Sectoriales y otros foros. Tiene la finalidad de garantizar la vertebración y la reducción territorial de las desigualdades sociales y sanitarias, lo que es una persistente demanda de la ciudadanía.
- En particular, este Ministerio está persuadido de la necesaria mejora de la financiación de todas las políticas y servicios de los sectores sanitario y social. No tengo que decirles que buena parte de esta mejora depende de la aprobación del techo de gasto, que supondría destinar 2500 millones más a tales sectores, casi la mitad del incremento del citado techo. Esta mejora redundaría en beneficio de las administraciones territoriales y, en último término, de la ciudadanía en su conjunto.
- Es necesario también coordinarse con otras instituciones como el Defensor del Pueblo, la AIREF y otros departamentos ministeriales, para aprovechar los esfuerzos y sinergias en la producción de información y la evaluación de los programas públicos en marcha o en los que van a planificarse.
- Asimismo, el papel de los profesionales sanitarios del sistema público en el impulso de la innovación tecnológica es incuestionable. Los nuevos retos y demandas sociales que los profesionales de la Sanidad necesitan cubrir estimula la investigación y la producción científica de las universidades y de la industria. En nuestro país, tenemos equipos de investigación reconocidos internacionalmente. Los avances diagnósticos y terapéuticos que los científicos y científicas nos proporcionan son crecientemente importantes. Desde el Ministerio queremos trabajar con ellos. El gran reto que se nos presenta ahora es transferirlos al SNS para que puedan ser aprovechados por todos los ciudadanos independientemente de su situación socioeconómica. Solo así nuestro sistema cumplirá la doble característica de ser justo y atractivo para todos.
- Otro colectivo muy importante para este Ministerio es el de pacientes y sus asociaciones que deben jugar un papel primordial no solo como canalizadores de reivindicaciones, expectativas y opiniones, sino como sujetos activos del propio proceso asistencial de cuidados y también en la toma de decisiones del sistema nacional en sus diversos niveles, nacional, autonómico, o de área o centro de salud. Para ello, los programas de empoderamiento, escuelas de pacientes y participación forman parte de todas las estrategias de salud. También soy consciente de que existe una demanda, que yo comparto, para estructurar de manera estable la participación de este movimiento asociativo en la gobernanza del SNS a través de sus instituciones.
- En definitiva, quisiera reclamar más participación de la sociedad civil, el tercer sector y todos los agentes sociales respecto a los cuales este Ministerio tiene sus puertas abiertas con el fin de recuperar la cohesión social.
- Potenciar las compras centralizadas de medicamentos, productos sanitarios y tecnología, según las necesidades reales de las CCAA.
- Fomentar el uso de los medicamentos genéricos y de los biosimilares.
- Introducir el concepto coste-valor en la evaluación y financiación de los medicamentos con el objetivo de facilitar la gestión de la prestación farmacéutica en las CCAA.