Entrevista a Celso Arango, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría
23 de diciembre 2020. 2:00 pm
La pandemia de la COVID-19 ha puesto de manifiesto que la Psiquiatría es clave en muchos procesos. Ha trabajado codo con codo con el resto de los profesionales sanitarios, no solo apoyándoles en la atención a los pacientes y a los familiares, sino también cuidando su…
La pandemia de la COVID-19 ha puesto de manifiesto que la Psiquiatría es clave en muchos procesos. Ha trabajado codo con codo con el resto de los profesionales sanitarios, no solo apoyándoles en la atención a los pacientes y a los familiares, sino también cuidando su salud mental.
¿Cuáles son los objetivos de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Psiquiatría?
Entre los objetivos prioritarios se encuentra la formación de calidad, que no es fácil conseguir por otras vías.
¿Cómo se lleva a cabo dicha formación?
Tenemos en marcha cursos de Psiquiatría legal, de bases biológicas de los trastornos mentales, sobre genética y trastornos mentales, cursos de psicofarmacología, psicoterapia… Son cursos sobre aspectos importantes de nuestra especialidad que no están muy cubiertos por la industria farmacéutica o por máster oficiales. También hemos puesto mucho énfasis en un curso online con créditos en el campo de la Psiquiatría virtual; telepsiquiatría. En este concepto se integran aspectos que tiene que ver con las intervenciones de visitas, terapia individual o grupales a través de las herramientas digitales, como son las apps y la Medicina digital. Estamos poniendo esfuerzos en hacer cursos y formación.
¿Qué novedades tiene la junta directiva de la sociedad?
Hemos incluido, por primera vez, representatividad de los médicos residentes en nuestra junta directiva. Desde que comenzamos nuestra andadura, tenemos un vocal de la Sociedad Española de Residentes de Psiquiatría (SERP) y otro de la Confederación Española de Salud Mental, que engloba todas las asociaciones de pacientes de España. De esta forma, tenemos representados en la junta tanto a los usuarios como a los residentes.
¿Cómo se ve reflejado en el funcionamiento de la SEP?
Esto significa que potenciamos áreas de interés, como los aspectos formativos. De esta forma, en el último Congreso Nacional de Psiquiatría, los residentes han organizado concursos de guías clínicas, gamificación de la enseñanza a través de pintura, de música, de adivinanzas… con el objetivo de ir adquiriendo competencias y conocimientos.
Se ha referido a la telepsiquiatría, ¿qué relevancia está adquiriendo en la COVID-19?
En nuestro caso, en el Instituto de Salud Mental del Hospital Gregorio Marañón, que tenemos más de 40.000 consultas anuales, no hemos cancelado ninguna durante la pandemia. Lo que es cierto es que se han reprogramado para ser atendidas de forma telefónica o telemática, a través de videoconferencia. Hemos podido ver que en personas que están estables, para confirmar que todo va bien, la telepsiquiatría es más coste-efectiva. Cuando acabe la pandemia, en muchos casos seguiremos utilizándola, pero no para una primera consulta.
Ante la situación que estamos viviendo, ¿aumentarán los casos de patología psiquiátrica?
Nos preocupa que por efectos directos de la pandemia y por efectos indirectos, como son los económicos, habrá un incremento de incidencia. Habitualmente los nuevos casos llegan a través de Primaria. Si Atención Primaria está volcada en atender una patología urgente, las derivaciones son menores. Al final se da una doble coincidencia peligrosa: un aumento de la incidencia y menos capacidad de derivación.
¿Cuáles son las patologías que más pueden aumentar?
Lo que más vimos en 2008 con la crisis económica fue un incremento del 20 por ciento de los trastornos afectivos, de ansiedad y trastornos del sueño. Luego hay una población especialmente vulnerable, como son los profesionales sanitarios. Esos están sufriendo estrés postraumático. También hay que tener en cuenta a los familiares de los fallecidos, que tienen un duelo complicado, y las reagudizaciones de personas con discapacidad intelectual, trastorno del espectro autista y cuadros de demencia que el confinamiento y la situación actual han hecho que vayan más rápidamente.
¿Goza de buena salud la Psiquiatría española?
Los resultados tienen que ver con lo preparado que está el sistema sanitario cuando se ponen en tensión. Cuando hay una crisis es cuando se ponen en evidencia las carencias. En España hemos visto que tenemos menos médicos por población, menos camas de UCI que en Europa y que tenemos menos enfermeras,… A un grado más superlativo afecta en la ratio de los profesionales en Salud Mental. Ahora que va a venir y está llegando una nueva ola de trastornos de salud mental nos va a afectar más que a otros porque la ratio de psiquiatras, psicólogos clínicos y enfermeras de salud mental es inferior a la media europea.
¿Por qué?
Pues porque independientemente del gasto en salud, es una cuestión de porcentaje. En España de cada 100 euros que se dedican a Sanidad 5,5 van a Salud Mental; en Europa son más de 7. El porcentaje de la inversión en Salud Mental en España es muy inferior a la media europea.
¿Hay el suficiente número de especialistas?
Acabo de entrar de presidente de la Comisión Nacional de la Especialidad de Psiquiatría y ahora no hay psiquiatras. El problema no es económico, ya que no podemos suplir una baja por falta de recursos económicos sino porque no hay especialistas. Hemos tenido paralizado en el Ministerio durante más de un año la acreditación de especialistas extracomunitarios y ahora que se necesitan quieren darles a todos la acreditación.
¿Cuál es la ratio de profesionales?
Nos tenemos que comparar con otros países. Lo importante es la ratio de profesionales por población. Estamos claramente por debajo. En España hay 11 psiquiatras por 100.00 habitantes, mientras que en Finlandia, por ejemplo, esa cifra asciende a 24.
¿Cómo está la investigación en Psiquiatría?
La actividad científica de los grupos españoles ha mejorado mucho. En Europa estamos entre los 5 países principales. Esto ha sido posible gracias al esfuerzo de los centros de excelencia, como son los Centros de Investigación Biomédica en Red, los CIBER, que han propiciado tener una política que favorece la calidad y la excelencia.
¿Cómo se garantiza esa calidad y excelencia?
El sistema de los CIBER es que cada año se evalúan sus resultados, lo que hace que la calidad sea necesaria para recibir la financiación. Eso ha hecho que los CIBER sean experiencias exportables a otros países.
¿Qué aportan los CIBER a la asistencia?
En una tesis doctoral, se han analizado los 50 mayores hospitales por número de camas y se han evaluado criterios de calidad asistencial para compararlos con su productividad científica. Hemos visto que los hospitales que tienen más productividad científica tienen mejores indicadores de calidad asistencial; es decir, registran menos reingresos, menos derivaciones a terceros, menos estancia media… Lo que se ha podido comprobar es que los que investigan siguen las guías clínicas, la Medicina basada en la evidencia y están más actualizados, tienen una mayor actualización e innovación, lo que repercute en la calidad asistencial.
¿Con qué especialidades trabaja la SEP de forma conjunta?
De los aspectos positivos de la pandemia que nos ha tocado vivir, uno de los más destacados ha sido que las competencias específicas de la Psiquiatría son fundamentales. Hemos trabajado codo con codo con el resto de los profesionales sanitarios, no solo apoyándoles en lo que es la atención a los pacientes y a los familiares, sino también cuidando su salud mental. Hemos fomentado la formación de grupos de Psiquiatría y psicología para atender a los profesionales sanitarios para ayudarles a descargar toda la sobrecarga que tienen. Por otro lado, en el Hospital Gregorio Marañón se ha puesto en marcha un programa específico de pacientes que han estado en la UCI y que son vistos por un internista, un neumólogo, un rehabilitador y un psiquiatra. Hemos trabajado con el proceso de muerte. La Psiquiatría, en una situación como la actual, se ha perfilado como una especialidad que, de forma coordinada, ha podido trabajar con más especialidades.
¿Han trabajado antes con otras especialidades?
Sí, nosotros ya tenemos programas con Oncología, Cardiología, Neurología, con Pediatría…
¿Qué aportan a estas especialidades?
Uno de los mejores predictores de supervivencia en cáncer o en infarto agudo de miocardio es la depresión. Se sabe que los pacientes con infarto de miocardio que se deprimen viven menos. De hecho, es un factor predictivo tan importante como la fracción de eyección. Si una persona está deprimida no quiere luchar, no se cuida, no toma la medicación y se abandona. Para variables como la supervivencia, el trabajo con los especialistas que tratan patologías graves es fundamental. En este sentido, trabajamos con pacientes con trastornos de la conducta alimentaria y con TEA, con un programa especifico que tenemos en el Hospital Gregorio Marañón.
¿Qué papel tiene FACME en la relación con las distintas especialidades?
FACME es el paraguas que sirve de altavoz a las sociedades científicas. Uno de los principales problemas de este país es la falta de tecnificación. Aquí lo que pasa es que estamos rodeados de asesores que no saben sobre la materia que tienen que asesorar y son elegidos por su trayectoria política. De esta forma, los técnicos tienen muy poca capacidad de decisión. En este contexto, FACME permite tener acceso directo a la interacción de las sociedades científicas para cualquier institución y cualquier gobierno.
En España, ¿sigue estando mal visto ir al psiquiatra?
Sigue teniendo un tinte estigmatizador y de miedo. Afortunadamente, gracias a personas jóvenes que están formándose y reciben una información más adecuada, se puede ver que la Psiquiatría es una especialidad médica más y que el cerebro es un órgano. No obstante, la estigmatización es menor, pero sigue ahí.
¿Qué se puede hacer?
Es importante seguir las líneas que llevan en Dinamarca o en Finlandia, donde en el curriculum docente de Primaria hay una serie de créditos que tienen que ver con salud mental. Al final, el estigma está muy enlazado con el respeto a la diversidad y con el conocimiento de que somos diferentes. Es importante destacar que ser diferentes es muy bueno para la supervivencia de la raza humana.