La terapia familiar cognitivo-conductual puede producir mejoras significativas en niños con trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), según las conclusiones de un estudio publicado recientemente en Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry. El objetivo de este trabajo, dirigido por el Dr. J. B. Freeman,…
La terapia familiar cognitivo-conductual puede producir mejoras significativas en niños con trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), según las conclusiones de un estudio publicado recientemente en Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry. El objetivo de este trabajo, dirigido por el Dr. J. B. Freeman, de la Universidad de Nueva York (EE. UU.), ha sido ofrecer una serie de herramientas a los niños, y también a sus padres, para ayudarles a comprender su trastorno y manejar los síntomas.
El estudio supone la primera evidencia empírica de que una intervención eficaz a través de un tratamiento del TOC en edades infantiles puede suponer grandes beneficios, y así se ha demostrado con esta investigación que desarrollaba el tratamiento cognitivo-conductual adaptado al nivel de desarrollo de los niños.
La Academia Americana de Psiquiatría Infantil y Adolescente indica que 1 de cada 200 niños y jóvenes presenta TOC. Si bien puede diagnosticarse a partir de los cinco años de edad, hasta ahora apenas había estudios centrados en el desarrollo de tratamientos eficaces para jóvenes de estas edades.
El TOC se caracteriza por obsesiones recurrentes y compulsiones que pueden causar problemas en el desarrollo de la vida diaria. Las personas con este trastorno tienen conductas repetitivas, como gestos de comprobación, contar cosas, la limpieza, etc. Estas conductas son practicadas con frecuencia para prevenir o eliminar los pensamientos obsesivos. De hecho, estos gestos, realizados a modo de ‘rituales’, les causan cierto alivio inmediato. Si no siguen estos impulsos, las personas con TOC sienten ansiedad intensa y un malestar que interfiere en la rutina habitual del niño, en su rendimiento escolar, en sus relaciones sociales, etc. Los especialistas recuerdan la necesidad de que el niño en esta fase temprana del trastorno reciba el tratamiento adecuado para evitar mayores complicaciones en su desarrollo y, sobre todo, para que no se cronifique el trastorno en la edad adulta.
Datos de 42 niños de entre cinco y ocho años
El estudio publicado en Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry incluye los datos de 42 niños diagnosticados de TOC con edades comprendidas entre los cinco y los ocho años. Los seleccionados fueron tratados en dos grupos diferentes; por una parte, unos niños recibieron tratamiento cognitivo-conductual-familiar, mientras que otro grupo recibió tratamiento de relajación-familiar, que es una terapia que entrena al niño y a sus padres en técnicas de relajación con el objetivo de reducir la ansiedad asociada al trastorno obsesivo-compulsivo.
El tiempo de tratamiento para los dos grupos fue de 14 semanas, en las que se completaron 12 sesiones en total. Una vez concluido el tiempo establecido, los investigadores observaron que el 69 por ciento de los niños que recibieron el tratamiento cognitivo-conductual mostraron una mejora significativa en los síntomas asociados al trastorno; en cuanto al grupo que realizó el programa de relajación, los beneficios se observaron en un 20 por ciento de los niños.
El grupo investigador liderado por el Dr. Freeman ha elaborado una serie de recomendaciones para el abordaje del TOC infantil:
- La asistencia a los niños con TOC debe incluir la colaboración de los padres durante todas las fases del tratamiento.
- Los especialistas deben realizar un diagnóstico y elaborar un tratamiento y un seguimiento adecuado a cada niño, teniendo en cuenta sus circunstancias personales y cada fase de su desarrollo.
- A medida que el niño va creciendo, se deben ajustar los componentes del programa en el ámbito psicoeducativo, el trabajo en casa, en el colegio, etc.
- En el seguimiento del niño con TOC se debe evaluar el contexto familiar y, sobre todo, observar cómo actúan los padres durante la conducta compulsiva de su hijo.
- Si es necesario, se debe corregir o formar a los padres para saber llevar su propia ansiedad.