La dislipemia se define como la elevación de colesterol y triglicéridos en plasma y se caracteriza por ser un trastorno prácticamente asintomático. Sin embargo, sus síntomas se deben fundamentalmente a la asociación con la aterosclerosis que causa un aumento de la enfermedad isquémica coronaria, de…
La dislipemia se define como la elevación de colesterol y triglicéridos en plasma y se caracteriza por ser un trastorno prácticamente asintomático. Sin embargo, sus síntomas se deben fundamentalmente a la asociación con la aterosclerosis que causa un aumento de la enfermedad isquémica coronaria, de la patología vascular cerebral y de la arteriopatía periférica. Además, las elevaciones importantes de triglicéridos se asocian a pancreatitis aguda, hipertrofia de bazo e hígado y pueden causar sensación de hormigueo o quemazón en manos y pies así como dificultad respiratoria y confusión.
Una de sus manifestaciones externas de la dislipemia son los xantomas, acúmulos de lípidos bajo la piel, que pueden localizarse sobre el tendón de Aquiles (xantomas tendinosos); ser tuberosos, que se manifiestan como nódulos indoloros en la superficie extensora de las articulaciones, y xantomas eruptivos, que se presentan como lesiones papulares o nodulares amarillentas. Pueden localizarse también en párpados superiores. En el arco corneal aparece un anillo blanco, parcial o total en la periferia del iris, presentándose en casos de hipercolesterolemia familiar en edades tempranas. En caso de concentraciones muy elevadas de triglicéridos pueden producirse alteraciones en los vasos retinianos, presentando estos un aspecto blanco cremoso en la exploración del fondo de ojo.
Factores de riesgo
Las dislipemias son uno de los principales factores de riesgo para la ateriosclerosis y, por tanto, para los eventos cardiovasculares, sobre todo en el caso de la hipercolesterolemia familiar. Otras situaciones como las hipertrigliceridemias pueden desencadenar cuadros de pancreatitis.
Aunque hay ciertos tipos de dislipemia hereditaria, la gran mayoría de las causas que producen dislipemia se asocian con los hábitos de vida poco saludables y con las dietas ricas en grasas, por lo que la mejor forma de prevenirla es llevar una vida saludable. Dentro de los factores de riesgo, se pueden considerar los antecedentes familiares de la enfermedad; el sobrepeso y la obesidad, con mayor frecuencia en hombres que en mujeres; el sedentarismos e inactividad física, y una dieta inadecuada rica en grasas saturadas y de origen animal.
La dislipemia es más frecuente a partir de 45 años, aunque su incidencia también está aumentando en personas adolescentes y jóvenes.
Tratamiento
El tratamiento de la dislipemia está enfocado en reducir los niveles de lípidos en sangre y, consecuentemente, el riesgo de las enfermedades asociadas. Es clave que sea individualizado, teniendo en cuenta las características de cada paciente y su estado general. Una parte fundamental en el tratamiento lo constituye el cambio en los hábitos alimenticios y en el estilo de vida del paciente. De igual forma, la actividad física es muy importante para revertir las cifras altas de colesterol.
En cuanto a los cambios de estilo de vida, es recomendable un control del peso para evitar la obesidad, abandonar el hábito tabáquico y la práctica de ejercicio físico de forma regular y constante. Respecto a los fármacos, las estatinas son la principal terapia medicamentosa hipolipemiante. En el caso de intolerancia a este grupo de fármacos, los nutraceuticos, el ezetimibe y los inhibidores de PCSK9 son otras alternativas para el tratamiento de las dislipemias.
En líneas generales, las estatinas son los fármacos de elección en caso de hipercolesterolemia familiar. Son eficaces como hipolipemiantes y disminuyen mucho el riesgo aterogénico. Reducen la síntesis celular del colesterol y los niveles circulantes de LDL. El objetivo de tratamiento con estatinas es mantener el colesterol por debajo de 200 mgs/dl y el LDL por debajo de 100 en individuos sanos, como prevención primaria, para evitar el primer evento cardiovascular.
Prevención secundaria
En prevención secundaria hay que ser más estricto y mantener el colesterol por debajo de 160 y LDL por debajo de 70 mgs/dl. Algunos autores opinan que habría que reducir aún más estas cifras. Todas las estatinas son igualmente eficaces para el control de los factores de riesgo. Habría que elegir una u otra dependiendo de la potencia hipolipemiante de cada una y de los niveles previos de colesterol de los que se parte y del objetivo que quiera conseguir.
Por su parte, el ezetimibe no es muy eficaz por sí solo para reducir cifras de lípidos, ni como prevención de riesgo cardiovascular. Inhibe la absorción intestinal de colesterol. Es muy útil, no obstante, asociado a estatinas porque sus efectos son sinérgicos. El gemfibrozilo y el fenofibrato son eficaces para reducir los triglicéridos, ya que modulan la expresión de algunos genes implicados en el metabolismo lipídico. El gemfibrozilo tiene el inconveniente de no estar recomendado su uso junto a estatinas por lo que estaría restringido a casos de hipertrigliceridemias puras y en casos muy concretos. El fenofibrato es muy útil para el descenso de cifras de TG, sobre todo asociados a estatinas en caso de dislipemias mixtas. En casos de hipertrigliceridemias masivas o que no responden a los fibratos, es útil la ingesta de cápsulas de aceite de pescado con ácidos grasos poliinsaturados de la serie n-3.
Seguimiento
Después de instaurar una terapia hipolipemiante, se debería evaluar en un periodo de 4 meses aproximadamente. Ese es el periodo que se debería dejar para realizar el primer control donde se evaluaría el resultado del tratamiento farmacológico, así como del resto de las medidas implantadas. Si los resultados no fuesen los esperados, sería el momento de introducir ajustes terapéuticos y hacer nueva evaluación en otro periodo similar. Con todas las medidas propuestas (fármacos, dieta, ejercicio...) y el control de otras enfermedades concomitantes se pueden espaciar los controles al año, siempre que no haya alteraciones que aconsejen hacerlo antes.
El primer escalón terapéutico en el tratamiento de la dislipemia es la implementación de modificaciones del estilo de vida del paciente y que incluyen intervenciones en la nutrición, el peso corporal, el ejercicio, el tabaquismo e incluso en los factores psicosociales. Este primer paso obligado en el estilo de vida es fundamental para manejar los factores de riesgo del paciente dislipémico. Por eso, hay que hacer hincapié en las medidas higiénico-dietéticas, donde se recomienda reducir a la ingesta grasa a <7-10% de las calorías ingeridas diariamente, evitar el consumo de alimentos ricos en grasas trans, aumentar el consumo de alimentos ricos en fibra soluble, evitar el sobrepeso, la obesidad y el tabaco, y aconsejar el ejercicio físico al menos 150 minutos a la semana en días alternos.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores Carlos Alvarez Ibañez, del Centro de Salud A Guarda; Clara Guede Fernández, del Centro de Salud Taboada Leal; Marcos Ventoso Casais, del Centro de Salud López Mora; Francisco Javier Fernández Pellicer, del Centro de Salud Cuba; Javier Rodríguez Sarandeses, del Centro de Salud A Guarda, y Manuel Valverde Hans, del Centro de Salud Panxon; Carlos A. Názara Otero, del Centro de Salud de Marín; Andrés J. Santiago Souto, del Centro de Salud Soutomaior; M. Carmen Pernas Silva, del Centro de Salud Virgen Peregrina; J Francisco Prieto López, del Centro de Salud Virgen Peregrina, y los especialistas en Medicina de Familia María Luisa Varela Mourenzá, Cayetano Víctor Galán Millán, Fabio Román Vuotto Aguiar, del Centro de Salud Mugardos.