El seguimiento de los enfermos cardiovasculares se ha visto afectado por las restricciones derivadas de la COVID-19 en el último año. Una de las razones ha sido la escasez de recursos tanto en centros como en los domicilios de los pacientes.
Esta ha sido una de las conclusiones abordadas en el nuevo podcast 'Cardiochannel: Controversias de actualidad en la enfermedad cardiovascular', dentro de la serie de audios divulgativos para profesionales sanitarios coordinada por la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), con el patrocinio de Viatris en esta ocasión.
En el primer podcast, titulado 'La COVID-19 y enfermedad cardiovascular: ¿a qué nos enfrentamos?', participan Manuel Mozota Núñez, médico de familia en el Centro de Salud de Noain (Navarra), y Pedro García Ramos, médico de familia en el Centro de Salud Don Benito Oeste (Badajoz), ambos miembros del Área de Cardiovascular de la SEMG.
Enfermedad de la COVID-19 persistente
Sobre la conveniencia de esta cuestión en Atención Primaria (AP), en primer lugar, el doctor García Ramos aclara el concepto enfermedad de la COVID-19 persistente, del que destaca su 'indefinición', en términos epidemiológicos, debido a su amplia amalgama de síntomas. En concreto, el experto precisa que podría considerarse como 'el complejo de síntomas multiorgánico que afecta a aquellos pacientes que han padecido la enfermedad y que permanecen con sintomatología tras haber pasado esa fase aguda de la misma y persisten los síntomas en el tiempo'. De esta manera, la complejidad de síntomas y afectaciones hace necesario que el seguimiento de estos pacientes siga una metodología determinada para realizar un chequeo completo de los síntomas. En esta revisión habría que contemplar:- Pruebas de laboratorio (hemograma, una bioquímica básica, un estudio de coagulación y serología).
- Pruebas de imagen (radiografía de tórax, TAC, resonancia, ecografía cardíaca…).
- Realizar pruebas respiratorias y cardíacas (espirometría, la capacidad de difusión pulmonar, electrocardiograma…).
- Evaluar el estado emocional.
- Valorar las comorbilidades asociadas a la enfermedad.
- Realizar cuestionarios sobre calidad de vida, actividad física o aspectos psicosociales del paciente y de su familia.
- Establecer criterios de asistencia compartida entre AP y atención especializada.