Con motivo del Día Mundial de la Obesidad, el próximo 4 de marzo, la
SEEDO ha presentado los resultados de una reciente encuesta sobre este tema en España. Su objetivo: poner de relieve los principales
retos, avances y reivindicaciones de los expertos y pacientes.
Una fecha que sirve para recordar que
“más de 800 millones de personas en el mundo viven con obesidad, que las consecuencias médicas de la obesidad costarán
más de un billón de dólares en el año 2025, que la
obesidad infantil podría aumentar en un 60% en la próxima década (alcanzando los 250 millones en 2030) o que las personas que viven con obesidad tienen el doble de probabilidades de ser hospitalizadas si tienen
COVID-19”.
Las tasas de preobesidad (sobrepeso) y obesidad siguen aumentando en España, afectando ya a más de la mitad de la población, ha informado la Dra. María del Mar Malagón, presidenta de la SEEDO, catedrática de la Universidad de Córdoba y subdirectora científica del Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba (IMIBIC), concretamente al 53%, tasas similares a otros países de Europa. Un problema, ya que deriva en otras enfermedades como diabetes, etc. Parte de ello es debido a la relajación o descuido de buenos hábitos de vida elementales, como la práctica regular de ejercicio. Y es que, como se ha matizado, hasta
un 42,6% de la población es totalmente sedentaria. Algo que influye directamente en nuestra salud. No obstante, como se ha matizado, a pesar de estos datos, la obesidad en España no tiene la consideración de otras enfermedades. El Sistema Nacional de Salud solo contempla en su cartera de servicios la cirugía bariátrica como opción de tratamiento en la obesidad grave. Y no reembolsa tratamientos farmacológicos para personas con obesidad.
Las tres principales
causas que están detrás del exceso de peso, a juicio de la Dra. Malagón, se relacionan directamente con hábitos de
ejercicio, en primer lugar, de
alimentación, en segundo lugar, y de
gestión emocional o personal (Psicología), en tercero.
La educación y prevención son fundamentales
A mediados de 2020, cuando ya se habían superado los primeros meses de pandemia de coronavirus y estaba reciente la fase más dura del confinamiento, la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO) efectuó una encuesta poblacional que arrojaba datos preocupantes: prácticamente la mitad de los habitantes de España, sometidos durante varias semanas a la reclusión domiciliaria debido a la situación de alarma decretada por el gobierno, habían experimentado un incremento de su peso medio durante este periodo de tiempo, y hasta un 73% de las personas que documentaban un incremento de su peso habían engordado entre 1 y 3 kgs.
Según ha apuntado el Dr. Albert Lecube, vicepresidente de SEEDO y jefe del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitari Arnau de Villanova (Lleida), este problema “hace referencia a una enfermedad crónica”, que es debido a “la implantación del teletrabajo, más horas sentados delante del ordenador y cerca de la cocina, el estrés, las limitaciones para acudir a los centros deportivos por las restricciones COVID y el miedo a salir a la calle en las personas de mayor edad han contribuido, sin duda, a que en la actualidad más de la mitad de nuestra población deba preocuparse por las consecuencias negativas para su salud que ocasiona el exceso de peso”.
En esta nueva encuesta efectuada, con un tamaño muestral de un millar de personas representativas de la población general de España mayor de 18 años, los resultados, según los propios expertos de SEEDO, vuelven a sorprender. Y es que como ha recalcado el experto, “
al hablar de obesidad no hablamos solo de un exceso de kilos, sino de mucho más: de un tejido adiposo, una grasa enferma, que es puerta de entrada a otras patologías como la diabetes, apneas del sueño o el cáncer y, por tanto, supone un descenso en la calidad de vida de los pacientes, pero también, supervivencia”. Así, ha opinado que “falta por concienciar a la sociedad, pacientes y gente que nos trata”.
Así, el Índice de Masa Corporal medio (IMC) de la población encuestada se sitúa en
25.97, mostrándose que las mujeres y las cohortes de personas más jóvenes registran un IMC más bajo (las mujeres son también las que documentan tasas más elevadas de bajo peso). Además de los hábitos, actividad y ejercicio físico de los participantes, se han extraído algunas conclusiones para la reflexión.
En línea con la encuesta previa, se confirma de nuevo que las tasas de preobesidad (sobrepeso) y obesidad siguen siendo alarmantes en España. Y, sobre todo, se llama especialmente la atención sobre la relajación o descuido de buenos hábitos de vida elementales, como la práctica regular de ejercicio; se evidencia un marcado y extendido sedentarismo y se señala a la falta de ejercicio como la principal causa de exceso ponderal. Todo ello sin olvidarnos del estigma social que la obesidad sigue acompañando a estos pacientes. Según han informado, prácticamente la mitad de las personas que creen que tienen exceso de peso (un 43,9%) se han sentido acomplejadas por ello, siendo mayor esta sensación entre las mujeres (un 54,5%) y el 14,1% de los encuestados se han sentido rechazadas por su peso en alguna ocasión.
Población más afectada y sexo
Por su parte,
César Bustos, vocal de la Junta Directiva de SEEDO y CEO de No Hay Excusas (NHE), “más de la mitad de los encuestados considera que tiene exceso de peso, siendo la franja de edad a partir de los 35 años, donde la percepción de este hecho se ve más definida”. Así, no se aprecian diferencias significativas entre sexos en cuanto a la percepción subjetiva de exceso de peso ni en el deseo de estar más delgado:
a un 70,9% de los encuestados les gustaría estar más delgados. Son las mujeres las que declaran en mayor medida haber intentado perder peso en algún momento de su vida (un 78,2 vs 67,2 de los hombres).
Diferencias entre actividad física diaria y ejercicio
Como ha puntualizado Bustos, “hay que discernir entre actividad física diaria y ejercicio. La primera es todo lo que nos hace movernos. Cualquier actividad del día a día que hace que generemos un consumo calórico. Mientras que el ejercicio son actividades puntuales en las que se incrementa muchísimo la actividad diaria”.
Y es que el sedentarismo alcanza cifras preocupantes:
un 47,2% indican que se pasan entre 1-5 horas al día sentados, tumbados o inactivos (sin contar las horas de sueño), siendo un 31% y un 16% los que afirman pasar entre 5-8 horas al día o más de 8 horas, respectivamente, en actitud sedentaria.
Asimismo, un
44,8% de los encuestados practica algún deporte. Caminar y las actividades de gimnasio son las formas más populares de hacer deporte, aunque
mirar una pantalla parece ser el “deporte” más común (especialmente entre los sedentarios); de toda la muestra analizada, un 41,6% dedican 2-5 horas al día a este hábito, y un 28,1% superan las 5 horas diarias.
Tan solo un 22,7% de los encuestados confirman que realizan diariamente, por término medio, más de 7.000 pasos; y son únicamente un 11% los que aseguran subir, al menos, 5 pisos o tramos de escalera diarios.
Abuso de las pantallas
La
Dra. Sharona Azriel, secretaria de SEEDO y adjunta del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Infanta Sofía de Madrid, ha destacado que “existe un claro interés por intentar adelgazar, ya que un 80,6% de las personas con sobrepeso y un 91,4% de las personas con obesidad declaran haber intentando adelgazar alguna vez”.
Asimismo, otro punto destacado es el tiempo que dedicamos a estar enfrente de una pantalla. Entre los jóvenes, de 18 a 24 años este tiempo se excede a más de 8 horas al día y los mayores de 65 años también pasan un 20% de su tiempo más de 8 h al día en cualquier tipo de pantalla. Con lo que es un hábito realmente a tener en cuenta para evitar, ha resaltado Azriel.
Además, la experta ha reseñado que cada vez más vamos a tener herramientas farmacológicas que nos van a ayudar con nuestros pacientes. Actualmente hay varias disponibles comercializadas en España, pero sin un cambio en el estilo de vida, e incremento en la actividad física, no es tan efectivo. Implementar el ejercicio dentro del tratamiento electrónico sería importante, ha opinado.
Aún hay esperanza
Pero, según se ha recalcado, la fotografía que ofrece esta encuesta exhibe también motivos para la esperanza, puesto que se advierte un interés por aumentar el tiempo que se dedica a la actividad física y se plantea, por lo tanto, el reto de mejorar aspectos motivacionales y hacer esta tarea más atractiva, amena y factible.
De la población sedentaria, el 80,7% reconoce que le podría dedicar al menos 15 minutos al día, 4 o 5 días a la semana; y prácticamente todos los jóvenes encuestados (un 94,9%), aseguran que podrían dedicar más de 1 h semanal al ejercicio, siendo el grupo poblacional más dispuesto a ello. ¿Y por qué no lo hacen? “El principal motivo que se argumenta es que
no les gusta hacer ejercicio y, entre los más jóvenes, la principal razón para no hacer ejercicio es el
alto precio de los centros deportivos”, apunta la Dra. Azriel; por lo tanto, según añade, “la solución parece relativamente sencilla:
hagamos este hábito más atractivo y barato”; según añade, “
debemos buscar actividades más motivantes, y adaptadas a las diferentes edades y condiciones de peso, así como trabajar sobre las falsas creencias alrededor del ejercicio físico”. La solución: la prescripción de un ejercicio físico adecuado y óptimo para cada persona.
La encuesta también refleja una
mayor presencia de lesiones asociadas a la cadena posterior (espalda -lumbalgias-, caderas, rodillas o tobillos) entre las
personas con sobrepeso u obesidad. De ellas, un 54,4% (respecto al 47,6% de la población general) constatan una lesión de este tipo en el último año, muy relacionadas con la desviación del centro de gravedad, por el exceso de grasa y por los desequilibrios biomecánicos que presentan.
En definitiva, algo en lo que hay que seguir insistiendo para reducir ese porcentaje con un abordaje global, que incluye “una nutrición equilibrada, actividad física, más horas de sueño y menos estrés, incrementar el nivel socioeconómico de la población y acceso a los fármacos”.