Durante la crisis sanitaria, las unidades de donación de sangre han modificado sus
protocolos de actuación. Todo ello con el objetivo de preservar la seguridad de donantes y profesionales sanitarios, además de ponerse a disposición de los
pacientes con COVID-19. No obstante, la necesidad de componentes sanguíneos en hospitales
se redujo hasta en un 40 por ciento en los momentos más duros.
Para ello se optó por medidas como reorganizar las colectas, recurriendo a otros locales a través de la colaboración de diferentes interlocutores. También se han modificado los protocolos de actuación para
preservar la seguridad de donantes y profesionales sanitarios. En cuanto a la selección de los donantes, las modificaciones fueron pocas.
Desde entonces, esta capacidad ha venido recuperándose progresivamente hasta alcanzar las cifras habituales de donación de sangre. Ante esta realidad, y con motivo del
Día Mundial del Donante de Sangre, la
Sociedad Española de Hematología y Hemostasia (SEHH) ha querido recordar la importancia de la donación de sangre, tras la pandemia.
Retos actuales en la donación de sangre
Un año más, el principal reto en España sigue siendo
lograr la autosuficiencia en componentes plasmáticos. “Aunque somos autosuficientes en componentes sanguíneos (hematíes, plasma y plaquetas), seguimos dependiendo de otros países, fundamentalmente de Estados Unidos, para obtener los productos medicinales (albúmina e inmunoglobulinas), procedentes del fraccionamiento industrial de plasma humano”, expone Cristina Arbona, vocal de la SEHH y directora del Centro de Transfusión de la Comunidad Valenciana.
Según la experta en nuestro país, la donación de plasma (que se realiza mediante un proceso llamado aféresis) sigue manteniéndose en cifras bajas. “aunque en los últimos años estamos observando un aumento 2 progresivo. En 2018, la media de este tipo de donación en España fue de
0,6 litros por 1.000 habitantes frente a los 8 litros de media en Europa”.
Las condiciones básicas para ser donante de sangre no han variado: persona mayor de edad que no supere los 65 años (aunque los donantes habituales pueden hacerlo hasta los 70), buen estado de salud, pesar más de 50 Kg y ausencia de enfermedades contagiosas.