Las terapias
hipolipemiantes son una parte esencial del tratamiento de pacientes después de un síndrome coronario agudo. Las pautas actuales recomiendan el uso de
estatinas en dosis altas independientemente del nivel basal de colesterol LDL, para alcanzar una meta de colesterol LDL.
Solo el 15 % de los octogenarios dados de alta después de un infarto agudo de miocardio reciben
estatinas, por lo que parece haber una brecha entre las recomendaciones y la práctica clínica diaria.
Además, muchos pacientes de edad avanzada están polimedicados y las interacciones farmacológicas son frecuentes.
Prevención primaria
Varios estudios de
prevención primaria no lograron mostrar un beneficio de las
estatinas en los ancianos. Además, se ha sugerido un aumento no significativo de una mayor mortalidad en pacientes mayores 75 años, y existe poca y conflictiva información sobre la utilidad de estos tratamientos en el grupo de pacientes de edad avanzada con fragilidad significativa.
No obstante, hay que diferenciar entre paciente anciano frágil y no frágil. Los riesgos potenciales asociados al uso de
estatinas que más influyen en el equilibrio riesgo- beneficio son la miopatía, la diabetes, el cáncer y el deterioro cognitivo.
La edad avanzada, el sexo femenino, el uso concomitante de inhibidores del citocromo P450 3A4 y el hipotiroidismo son factores de riesgo reconocidos para el desarrollo de miopatía con
estatinas.
Evidencia científica
En la actualidad, existe una limitada evidencia científica en relación con el tratamiento con inhibidores de la hidroxi-metilglutaril-CoA reductasa, la mortalidad y otros resultados clínicos en poblaciones representativas de personas mayores frágiles.
De hecho, la evidencia disponible no respalda la terapia
hipolipemiante para la mayoría de los pacientes con fragilidad avanzada, por lo que debe hacerse una atención individualizada para cada paciente, apoyada en la relación médico-paciente.
Así, la decisión de iniciar un tratamiento hipolipemiante con
estatinas en prevención primaria en las personas mayores de 75 años debe de hacerse de forma individualizada y una vez valorados los riesgos y beneficios.
En
prevención primaria, en las personas mayores de 80 años en tratamiento previo con
estatinas, se recomienda valoración de la conveniencia de interrumpir el tratamiento con
estatinas en función de la esperanza y calidad de vida del paciente.
Sin embrago, las dosis utilizadas suelen ser menores para intentar disminuir la tasa de efectos adversos. Generalmente se usan dosis intermedias, intentando evitar las dosis más altas.
Otros factores de riesgo
El riesgo que confiere cualquier nivel de
colesterol en la sangre depende también de la coexistencia de otros factores de riesgo, como los niveles de presión arterial, la diabetes, la edad, el sexo o el tabaquismo.
La
hipercolesterolemia favorece el desarrollo de la aterosclerosis, que es el proceso que está en el origen de las enfermedades cardiovasculares.
La hipertrigliceridemia también favorece el desarrollo de las enfermedades cardiovasculares. También puede facilitar el desarrollo de la placa aterosclerótica al modificar las partículas de cLDL y aumentar su depósito en la pared vascular. Además, suele acompañarse de niveles de cHDL bajos.
En insuficiencia renal crónica de leve a moderada, las
estatinas son eficaces, pero no hay evidencia de la eficacia en estadios más avanzados, especialmente en pacientes sometidos a diálisis.
Por tanto, se recomienda seguir con el tratamiento para reducir el colesterol en este grupo de pacientes adaptándolo a su función renal.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores Eduardo Martínez de Morentin Laurenz, Mónica Martin Hidalgo, Mª del Carmen del Cid Reino, Milagros Vena Fernández, Mercedes Chamorro Mohedas y Antonio Clavo Sánchez, del Hospital de Puerto Real, y Laura Gallego Parra, Cristina Gómez González, Elena Montalvo Martín y Julia Blanco Peláez.