Fundamentalmente, existen dos enfoques distintos para controlar el colesterol: las medidas no farmacológicas y las medidas farmacológicas.
Dentro de las primeras se sitúan las
modificaciones del estilo de vida, con cambios en la dieta, como la DASH o la mediterránea, para favorecer el consumo de frutas y verduras. También hay que reducir la ingesta de grasas trans y saturadas a <10 % aporte calórico total. Es importante aumentar el consumo de fibra y moderar el de azúcar.
Otra opción es optar por alimentos funcionales enriquecidos con fitosteroles, suplementos de levadura roja de arroz, suplementos de ácidos grasos poliinsaturados n-3.
La
pérdida de peso y realización de ejercicio físico de intensidad moderada durante >30min/día son aspectos a tener en cuenta, junto con la limitación del consumo de alcohol y abandono de hábito tabáquico.
Peso adecuado
Se considera peso saludable un IMC entre 20-25 Kg/m
2. Incluso pérdidas de peso moderadas, de un 5-10 % del peso inicial, llevan aparejadas mejoras significativas del perfil lipídico y de otros factores de riesgo cardiovascular.
La pérdida de peso puede lograrse disminuyendo el consumo de alimentos energéticos hasta producir un déficit calórico de 300-500 Kcal/día.
Entre las medidas farmacológicas destacan las
estatinas, ezetimiba, quelantes de ácidos biliares, los iPCSK9, los fibratos y los ácidos grasos omega 3.
Los parámetros analíticos que se utilizan para determinar los niveles de colesterol son el colesterol total, cHDL, CLDL, cVLDL, TG, Lp(A) y apoB.
Evaluación del riesgo
La última guía de prevención cardiovascular de la ESC 2021 recomienda una
evaluación del riesgo cardiovascular para todos aquellos pacientes sanos, varones >40 años y mujeres >50 años, y para las personas con
factores de riesgo cardiovascular mayores, como fumadores, hipertensos, personas con diabetes, obesidad, hiperlipemia, antecedentes familiares de enfermedad cardiovascular prematura, hipercolesterolemia familiar y comorbilidades que aumentan el riesgo cardiovascular.
Por otro lado, aquellos pacientes que hayan padecido algún evento cardiovascular mayor suelen clasificarse directamente en los grupos de
riesgo cardiovascular muy alto o alto. En el caso de diabetes o enfermedad renal crónica, dependiendo de lo avanzado de estas entidades clínicas, se clasificarán en un grupo u otro.
Abordaje multidisciplinar
Todas aquellas especialidades, que de alguna forma abordan alguno de estos factores de riesgo cardiovascular, deberían saber estimar el riesgo cardiovascular y manejarlo.
El primer eslabón de la medicina clínica, es decir la Medicina de Familia y Comunitaria, es la especialidad que fundamentalmente debería centrarse en la
prevención primaria y en saber identificar y adecuar el tratamiento para cumplir los objetivos de prevención secundaria.
Por otro lado, las especialidades clínicas, como la Cardiología, Endocrinología, Neurología, Nefrología y otras no tan clínicas, como la Cirugía Vascular, abordan la enfermedad aterosclerótica y múltiples factores de riesgo cardiovascular.
No se puede dejar pasar por alto otras especialidades que manejan situaciones clínicas que se asocian a un aumento del riesgo cardiovascular. Por ejemplo, la Reumatología, en donde enfermedades como la artritis reumatoide, suponen 1,5 veces mayor riesgo cardiovascular o la Oncología, en la cual los tratamientos oncológicos pueden dar lugar a la aparición de factores de riesgo cardiovascular o de enfermedad aterosclerótica.
Modificación del estilo de vida
Hay que recordar que el control del colesterol a menudo implica una combinación de
cambios en el estilo de vida, como la dieta y el ejercicio, así como la posible prescripción de medicamentos.
La elección de especialistas dependerá de la situación clínica individual del paciente y de su gravedad. Es importante trabajar en estrecha colaboración para abordar eficazmente los problemas de colesterol y reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Los
cambios en el estilo de vida como en la dieta, constituyen la piedra angular en la prevención cardiovascular. Debería ser el primer paso antes de indicar el tratamiento hipolipemiante o como complemento imprescindible del tratamiento farmacológico.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores Nuria Gil Mancebo, Jacobo Ferreira Basanta y Miguel Gutiérrez Muñoz, de Getafe, y José Manuel Garrido Sampedro, Miguel Pérez de Juan Romero, Alberto José Labrador González y Elena López Rodríguez.