Las dislipemias son un conjunto de alteraciones metabólicas de diversa etiología que alteran el equilibrio lipídico del organismo, causando acumulación de colesterol en la pared interna de las arterias y formando la placa de ateroma, complicaciones que pueden derivar en estenosis y posterior trombosis arterial….
Las dislipemias son un conjunto de alteraciones metabólicas de diversa etiología que alteran el equilibrio lipídico del organismo, causando acumulación de colesterol en la pared interna de las arterias y formando la placa de ateroma, complicaciones que pueden derivar en estenosis y posterior trombosis arterial. Se trata de una patología crónica que aumenta el riesgo cardiovascular del paciente, precisando un diagnóstico precoz y un seguimiento mantenido para su buen control.
La Atención Primaria es la puerta de entrada de los pacientes en el sistema público de salud y el médico de Familia el primer profesional que diagnostica la enfermedad, individualizando los casos según su riesgo cardiovascular y comorbilidad. Así, el manejo de la dislipemia está orientado por guías clínicas desarrolladas por sociedades médicas de reconocido prestigio que ayudan al profesional de Atención Primaria en el tratamiento y seguimiento de estos pacientes.
El abordaje de esta patología es común en todo profesional médico, independientemente del nivel asistencial en el que ejerza; si bien, serán los endocrinólogos los que se responsabilicen de aquellos pacientes con mayor dificultad de manejo. Cabe destacar que la visión por parte del médico de familia del paciente dislipémico, como con cualquier otra patología, es siempre global y enfocada en el contexto personal de cada paciente, lo que hace que el abordaje de la enfermedad se ajuste más a la realidad y voluntad del enfermo.
Derivar al especialista
A la hora de derivar a los pacientes, se suelen seguir dichas recomendaciones. En hiperlipemias graves, ya sea por sospecha de hiperlipemia primaria, familiar o esporádica, con cifras de colesterol total > 400 mg/dl, CLDL> 260 mg/dl (cuando la determinación de CLDL o de CT sea superior al percentil 95 para su edad y sexo), cHDL < 25 mg/dl o TG > 1.000 mg/dl, siempre que se hayan descartado causas secundarias, para realizar el estudio genético de hipercolesterolemia familiar si en Atención Primaria no se tiene la posibilidad.
También se debe derivar a los pacientes cumplidores en los que no se logra alcanzar objetivos LDL y los que tienen insuficiencia cardiaca prematura definida como un evento isquémico antes de los 55 años en el hombre y antes de los 65 años en la mujer, ya que hay que descartar una posible carga genética desencadenante del evento.
Otra de las situaciones que hay que tener en cuenta a la hora de derivar es cuando aparezcan efectos secundarios graves que requieran seguimiento continuado o hagan replantearse el esquema terapéutico; por ejemplo, en pacientes que presenten intolerancia a fármacos hipolipemiantes, los que desarrollen mialgias, alteraciones de las enzimas hepáticas u otras alteraciones que dificulten el tratamiento farmacológico.
Medios adecuados
Hay ocasiones que en Atención Primaria no se disponen de todos los medios diagnósticos necesarios, sobre todo en casos de enfermedades infecciosas o enfermedades raras. En el caso de las dislipemias, pueden aparecer dudas diagnósticas en los casos de dislipemia genética. También hay ocasiones que para saber en concreto que tipo de dislipemia padece el paciente se deriva. Muchas veces, esto no depende de los medios, si no de la presión por parte del especialista para poder atender las demandas planteadas.
La causa más común para la derivación es el estudio de sospecha de una hipercolesterolemia familiar con cifras de colesterol total superiores a 400 mg/dl y CLDL superior a 260 mg/dl, cuando no se disponen de métodos analíticos para realizar un estudio genético en atención primaria.
Sin embargo, el manejo de los pacientes con dislipemia no difiere, ya sea hecho en Atención Primaria o en especializada, ya que el esquema terapéutico será el mismo; la diferencia reside en la disponibilidad de métodos analíticos empleados.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Medicina de Familia Esther Juanola Torrent, Raquel Urdiain Agorriz, Antoni Vericat Roure y Ramón Noguera Rodríguez, de Barcelona, y José Manuel Argüero Briones, César Vidal Sánchez y Asunción Galán Díaz, del Centro de salud Piedras Blancas; José Cachón Fernández, Centro de Salud de la Magdalena; María Montserrat Rueda Cuadrado, del Centro de Salud La Carriona, y José Miguel Álvarez Cabo, del Centro de Salud de Las Vegas.