Los investigadores que han cambiado el paradigma del tratamiento de la obesidad reciben el
Premio Princesa de Asturias. Las investigaciones de los científicos galardonados han establecido las bases endocrinas de la diabetes y la obesidad, patologías prominentes que son un problema global de salud pública sin tratamiento efectivo hasta la fecha. Jeffrey M. Friedman ha sido pionero en establecer la base genética de la hormona que regula el apetito.
Daniel J. Drucker, Joel F. Habener, Jens Juul Holst y Svetlana Mojsov han estudiado el efecto de determinadas hormonas que regulan la secreción de insulina y consecuentemente los niveles de glucosa. Estas investigaciones han conducido al desarrollo de tratamientos que ya están disponibles y que están mejorando la calidad de vida de cientos de millones de personas en todo el mundo.
Un reconocimiento al tratamiento de la obesidad
Tal y como afirma el jurado del Premio Princesa de Asturias, “estos trabajos están teniendo un enorme impacto clínico y social, ya que han permitido por primera vez el desarrollo de fármacos eficaces para combatir la diabetes y la obesidad. Además, permiten mitigar patologías asociadas como las cardiovasculares.
De esta forma, los investigadores que han cambiado el tratamiento de la obesidad afirmaban sentir orgullo por este reconocimiento. Daniel J. Drucker tras la concesión del Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2024, afirmaba: “Es extremadamente emocionante y un gran honor haber sido reconocido, junto con mis compañeros, por nuestra ciencia con el prestigioso Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2024”.
Por su parte, Jens Juul Holst añadía: “Estoy enormemente agradecido por haber sido galardonado con el
Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2024. Representa un reconocimiento a la importancia del descubrimiento y posterior desarrollo del péptido similar al glucagón tipo 1 (
GLP-1) para las terapias de la obesidad y la diabetes. Además, ha sido un viaje realmente asombroso desde la identificación de un péptido del intestino con capacidad para estimular la secreción de insulina hasta los extraordinarios resultados actuales, en los que una eficacia sin precedentes en el tratamiento de la obesidad y la diabetes va acompañada de mejoras muy significativas de la salud y supervivencia cardiovascular, renal y cerebral”.
Impacto de los GLP-1
En los últimos años se ha producido un gran avance en el tratamiento de la diabetes tipo 2, con la aparición de fármacos que utilizan como
principio activo la semaglutida, un péptido semejante a una hormona, el glucagón-1 o GLP-1, que juega un papel de contrapeso de la insulina en el equilibrio del azúcar en sangre. Cuando el nivel de azúcar baja, el glucagón induce al hígado a liberar glucosa y cuando sube se genera más insulina, que se encarga de reducir el exceso.
Además, la semaglutida produce una notable reducción del apetito, lo que
ha convertido en un éxito al Ozempic, uno de los fármacos producidos con este principio activo. La revista Science designó a estos fármacos contra la obesidad como el mayor avance científico de 2023. Drucker, Habener, Holst y Mojsov comparten el reconocimiento de haber iniciado y desarrollado esta investigación desde los años setenta del pasado siglo. Desde sus diferentes laboratorios estudiaron las hormonas que intervienen en el proceso y regulan el metabolismo digestivo, como la somatostatina, que inhibe la producción de glucagón y de insulina, y variantes del glucagón, denominadas GLP-1 y GLP-2, y comprobaron que este sistema de homeostasis podía ser una diana terapéutica efectiva contra la diabetes de tipo 2.
Claves de la semaglutida
La semaglutida (como algunas otras moléculas semejantes) funciona como agonista del receptor del glucagón GLP-1, por lo que inhibe la producción de esta hormona, reduciendo los niveles de azúcar en sangre y mejorando el crecimiento de las células betapancreáticas, responsables de la producción y liberación de insulina. Además, se ha comprobado que tiene efectos protectores de accidentes vasculares en adultos con obesidad, indicación autorizada recientemente por la Administración de Alimentos y Medicamentos estadounidense (FDA, por sus siglas en inglés). Por su parte, Friedman descubrió en 1994 otra hormona, la leptina, que se genera en las células grasas o adipocitos y actúa sobre la región cerebral que controla el apetito. Se trata de un sistema en equilibrio: cuanta más grasa hay más leptina se produce, lo que disminuye el apetito, reduciendo la grasa del organismo y por tanto la producción de leptina. En el caso de los obesos este mecanismo está desequilibrado. También ha estudiado la predisposición genética a la obesidad.