Una de las principales barreras de entrada de los tratamientos innovadoras es que suponen un coste inicial especialmente elevado, que los sistemas sanitarios no siempre pueden abordar. En este sentido, cada vez se es más consciente de que la innovación no solo debe presentar buenos datos, sino ser realmente coste efectiva. Con este objetivo,
estudios internacionales han constatado que los medicamentos innovadores proporcionan un ahorro directo en costes sanitarios de entre 2,4 y 8,3 veces el gasto que suponen, gracias sobre todo a hospitalizaciones evitadas, reducción de consultas y otros gastos médicos.
Estas fueron algunas de las cifras que el presidente de Farmaindustria, Martín Sellés, puso de manifiesto en su participación en el Congreso Nacional de Relaciones Institucionales, en Madrid. Tal y como afirmaba Sellés, “entendemos que hablar de los medicamentos como una inversión ya no debería figurar en el ámbito de las opiniones, sino en el terreno de lo que ya ha sido demostrado”. Remarcando además que, la existencia de todos estos retornos no debe hacer olvidar la principal aportación de los nuevos medicamentos, la mejora de la salud y la calidad de vida que comportan, hasta el punto de que la introducción de los fármacos innovadores es responsable del 73 por ciento de la prolongación de la esperanza de vida en los países occidentales.
Medir los resultados en salud
Para que estas cifras sean reales y para que la innovación sea realmente una apuesta de todos, cabe tener en cuenta que no todos los nuevos medicamentos tienen el mismo valor añadido. De esta forma, este nuevo planteamiento requiere medir los resultados en salud de las innovaciones, algo que ya es posible con el manejo digital de datos, y que permitirá tener en cuenta todas las variables de la aportación del medicamento a corto, medio y largo plazo, pasando de una contabilidad presupuestaria a una analítica. “Se trata de una evolución del modelo que, al menos en el ámbito del medicamento, se antoja imprescindible”, sostenía Sellés.
Por último, el máximo responsable de Farmaindustria hizo un llamamiento a la reflexión sobre si el sistema sanitario está preparado para afrontar los nuevos desafíos que llegan, como la cronicidad, el envejecimiento y la llegada de las innovaciones, dedicando a la sanidad pública un 5,9 por ciento del PIB, cuando hace casi una década, en 2010, este porcentaje era del 6,5 por ciento del PIB. De esta reflexionaba que gran parte de los agentes sanitarios ve necesario este aumento del presupuesto para poder situar a España al nivel del resto de los países de su entorno.