“La comunicación médico-paciente es clave para educar al paciente con el objetivo de que siga correctamente el tratamiento como se lo ha pautado su especialista. Esa relación es la base de nuestro trabajo diario. Y es que uno de cada cuatro no toma su medicación de forma correcta, aunque, por suerte,sin grandes desajustes para que les provoquen graves problemas de salud, pero sí una incorrecta respuesta terapéutica. En general, ahora hay menos tiempo para hablar con el paciente; hay una gran carencia entre los facultativos a la hora de comunicar. En esto hemos tenido que ser autodidactas”, sentenciaron a modo de conclusión los especialistas de Atención Primaria y Hospitalaria reunidos en Bilbao en un encuentro donde se abordó el tema ¿La relación médico-paciente es tan terapéutica como la medicación?
Los profesionales reconocieron como fundamental la comunicación interpersonal con los pacientes, pero también entre los propios sanitarios. “Ellos se sienten más seguros cuando notan que hay intercambio de información y fluidez de trato entre los distintos especialistas que abordan su dolencia y muestran más confianza y, por tanto, mayor adherencia a los tratamientos”. Los expertos coincidieron en señalar en que la falta de tiempo en las consultas es uno de los factores que más les preocupa, sobre todo en Primaria, para informar correctamente a sus pacientes. Una comunicación entre el profesional y el afectado que “es vital tanto por la patología del dolor, como por otras dolenciasˮ, subrayaron, “porque con la experiencia te das cuenta de que todo el tiempo que inviertes en ellos revierte en los resultados; cuando consigues empatizar con el afectado, el cumplimiento terapéutico mejora”.
Los expertos pusieron en valor distintas estrategias ya en marcha en distintas Unidades de Dolor en el Servicio Vasco de Salud-Osakidetza, como la creación de un grupo integrado por médicos, no facultativos de distintos ámbitos de AP y hospitalaria, que les está permitiendo conocerse para mejorar la comunicación a la hora de tratar a los afectados. “El hecho de conocernos facilita el trabajo y el paciente percibe que lo trata un equipo. Hay muchos médicos clasistas y, con los años de ejercicio profesional, lo que tenemos que demostrar no solo es que sabemos prescribir y curar, sino la cercanía a las personas y saber trabajar en equipo y, por supuesto, disponer de un gran punto de humildad. Hay que reconocer la labor de la enfermera que te ayuda y hace cosas mejor que uno mismo. Eso falla”, sostuvieron.
Cambio de roles
Otro de los temas que se pusieron sobre la mesa en el encuentro sobre La relación médico-paciente fue la necesidad de entender la parte psicológica de las familias que atienden o acuden con los pacientes a los hospitales. Incluso, incidieron, sería interesante un cambio de roles. “Salimos de la Universidad pensando que lo sabemos todo; tal vez la teoría sí, pero poca práctica. Por eso no se valora lo que hacen otros estamentos sanitarios: enfermeras, celadoras, limpiadoras… Nosotros pasamos diez minutos con los pacientes, mientras que estos profesionales se convierten en sus confidentes diarios y saben de las inquietudes de ellos mucho más que los médicos. Nos deberían enseñar a trabajar en equipo, porque durante unos años sigues creyendo que eres el top y pierdes unos años valiosos. El auténtico cambio de rol es cuando el médico enferma y se halla en la situación del paciente”.
Los facultativos se refirieron también a la necesidad de implicar a los afectados en su propia enfermedad, que colaboren en su tratamiento. “Incluso que se automediquen de forma tutelada, que puedan subir o bajar sus dosis de opioides o de AINEs. Si les dedicas tiempo, la mayoría de los pacientes son muy responsables”, apuntaron, conscientes de que el tratamiento con opioide tiene mala fama. Del mismo modo sucede con la morfina, que muchos pacientes y familiares asocian con adicción.
Por eso están convencidos de que hay que enseñarles a reconocer los fármacos y, sobre todo, para qué los toman. “Y explicarles que mejor que recetarles un montón de analgésicos, con el riesgo que ello les supone, en muchas ocasiones, es mejor que tomen opiáceos y AINEs u otros tratamientos similares, pero con seguridad”.
Lo que ocurre –sentenciaron al unísono- es que cuando se lo dices te miran mal, sobre todo cuando les explicas que pueden tener algunos efectos secundarios. “Esto ocurre porque se asustan cuando alguna vecina o pariente le hablan sobre los falsos mitos”, indicaron, mientras sostuvieron que existe un amplio abanico de estas terapias que hacen “que las resistencias de muchos profesionales a recetarlos hace años hayan desaparecido”.
Lo cierto, recalcaron, es que la formación del dolor hasta hace poco era la gran ausente. “Por suerte, a nivel universitario se empieza a trabajar mejor el tema de los analgésicos, pero aun así hay que reforzarlo. Pero es cierto que la sociedad está desinformada y los médicos, a la mínima que el paciente se muestra contrario, se inhibe de prescribirlos.
Educar a la población para hacer viable el sistema
Los médicos reunidos en la capital vizcaína fueron contundentes al explicar que, o se educa a la población sobre los recursos limitados, o el sistema en unos años dejará de ser viable. “Los médicos en Primaria cada vez tienen más cupos; están quemados. A los frecuentadores de las consultas hay que decirles claramente que tienen derechos, pero también obligaciones; que deben de aprender a utilizar los sistemas de urgencias. Tenemos que decírselo los facultativos, pero contando con el respaldo de las autoridades sanitarias. Para ello tiene que haber unos protocolos claros para poder dejar de atender a un paciente en una urgencia cuando no lo necesita”.
Sin caer en la penalización por asistir a las urgencias de forma innecesaria, apuestan porque aprendan sin “que se les zumbe el bolsillo”, por la educación. ¿Pero mientras tanto qué hacemos con los pacientes demandantes? ¿A qué edad pones el límite de atención? Porque estamos empezando a ver que el sistema es insostenible, se preguntaron.
Entre otras conclusiones indicaron que, a futuro, muchas de las tareas burocráticas e incluso terapéuticas de los médicos serán realizadas por las enfermeras, “y los facultativos nos dedicaremos a los aspectos exclusivamente médicos; ello permitirá reducir los cupos. También, se tendrá que incrementar la asistencia a domicilio y diseñar ampliamente un nuevo modelo de asistenciasociosanitaria”.
Menos pastillas, más deporte y buena alimentación
Reconocieron los facultativos que durante años ha existido la necesidad de medicar a los pacientes, cuando igual se podía haber evitado en numerosas ocasiones. “El paciente es capaz de tomarse todos los analgésicos del mundo, los de la tensión, la migraña, la hipercolesterolemia, etc. Sin embargo, los médicos debemos aprender a prescribir una alimentación saludable y más ejercicio antes de que se tomen una pastilla. Es importante que la gente se dé cuenta de que el azúcar no es bueno, ni tampoco las grasas saturadas, etc. Por eso, la comunicación médico-paciente es tan importante para que se involucre y sea un paciente activo en el cuidado en su salud”.
Aunque saben que la tarea es ardua, “ya que vivimos en una sociedad donde la gente quiere soluciones inmediatas”, y cuando salen de la consulta con la receta de hacer deporte, bajar kilos y modificar su alimentación, lo hacen desencantados e intentan buscar otro médico “para que les recete pastillas”.
Por eso, los facultativos concluyeron que la Administración sanitaria tendría que ser más valiente y afrontar el problema de las epidemias, como la obesidad, fomentando la educación sanitaria. “Es cierto que estas políticas no dan réditos políticos a cuatro años, sino que es a largo plazo, pero tendrían que dejar de ser cortoplacistas y apostar porque su población tenga hábitos saludables. Es la forma de que el sistema se mantenga”, apostillaron.
Han intervenido en el encuentro, celebrado en la sede de Grünental en Bilbao, los especialistas de Osakidetza: la doctora Marina Guridi, médica de AP en el Hospital de Eibar; Kepa San Sebastián, médico de familia en el centro de salud de Mamariga, de Santurtzi (Vizcaya); Iñaki Roa, anestesista en el Hospital Zumarraga (Guipúzcoa) e Iñaki Reoyo, médico rehabilitador y responsable del Servicio del Hospital Santa Marina (Bilbao/Vizcaya); el evento estuvo coordinado por Roberto Sanisidro, responsable médico de Grünental para el País Vasco, Cantabria y Asturias.
“A los médicos no se nos ha enseñado a comunicarnos con los pacientes”
Médicos de Atención Primaria y Hospitalaria apuestan por la formación sanitaria a la sociedad y por reforzar la hospitalización a domicilio para hacer sostenible el sistema
Nekane Lauzirika
17 de junio 2019. 1:40 pm