Los médicos rurales han sido uno de los colectivos más infravalorados en el manejo de la pandemia

La Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN) ha realizado recientemente un webinar para poner de manifiesto tanto la escasez de medios humanos y técnicos, y sobre todo de protección, que han sufrido los médicos rurales, así como como la imperiosa necesidad de adoptar cambios sustanciales en sus rutinas de trabajo durante estos últimos meses, sin contar con la formación ni los medios necesarios. Durante el mismo se ha puesto de manifiesto que los médicos de Familia que atienden a la población en el ámbito rural han sido uno de los colectivos sanitarios más infravalorados e ‘invisibles’ en el manejo de la actual pandemia de coronavirus; sin embargo, han jugado un papel esencial, tanto en la contención de esta enfermedad como, sobre todo, en el manejo diario de patologías y enfermos crónicos que, junto al miedo y efecto del coronavirus, han seguido precisando la atención médica habitual para sus enfermedades previas o de nueva aparición. La situación de los EAP en el medio rural ha exigido trabajar con gran intensidad (sin horarios) y con gran resolutividad. Tal y como manifestaban los médicos rurales, se ha hecho con un tipo de atención, la telefónica, para la que no estaban siempre preparados ni se contaba con los recursos adecuados. Falta de protección Uno de los principales problemas a los que aún, a día de hoy, están teniendo que enfrentarse los médicos rurales es al déficit de equipos de protección individuales (EPIs). En el entorno rural, los profesionales sanitarios han tenido que adaptar los protocolos de protección a las circunstancias del entorno. Como describía Ana de Santiago Nocito, médico de Familia del EAP Cogolludo (en Guadalajara), “para poder atender tres avisos seguidos en poblaciones cercanas hemos tendido que echar mano de ingenio y buen humor: hemos protegido el coche con bolsas de basura en los asientos y film trasparente en el volante, y nos hemos puesto tantos equipos de protección como domicilios teníamos que visitar, para evitar contaminar el coche e infectar a los siguientes pacientes”. Pese a ello, la situación ha causado también un problema en la relación con los propios pacientes. “Ahora que anunciamos la vuelta a la actividad presencial, aparece el sentido común profundo de la gente del campo y no quieren que vayamos. Se encuentran bien, no hay coronavirus y sienten que cualquiera que entre al pueblo es un riesgo. Prefieren quedarse como están”, aportaba Ana de Santiago.