Prevenir y reducir el riesgo vascular es uno de los nuevos retos en el control de las personas con cáncer. Así se ha puesto de manifiesto en el II Foro Debate Multidisciplinar en Trombosis. En el mismo se han puesto de manifiesto realidades como que uno de cada diez afectados por cáncer muere a consecuencia de una trombosis. En concreto, como explicaban los expertos, las personas con cáncer tienen un riesgo vascular elevado debido a diversos factores. Algunos de ellos son la misma enfermedad neoplásica, los tratamientos y el envejecimiento de los afectados y supervivientes de cáncer. De hecho, si bien el aumento de la supervivencia de los afectados de cáncer es incuestionable y positivo, es importante tener en cuenta que tiene un coste cardiaco que se traduce en cardiotoxicidad y un incremento de riesgo cardiovascular que empeora el pronóstico.
Así lo han debatido expertos de la Sociedad Española de Trombosis y Hemostasia (SETH), la Sociedad Española de Neurología (SEN); la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI). En concreto, Jaime Gallego, del Servicio de Neurología de la Clínica Universidad de Navarra, insistía en que el riesgo de ictus es especialmente elevado en los primeros meses desde el diagnóstico de cáncer, “cuando el paciente aún no está bien controlado”, un peligro que depende de las características de cada persona pero, sobre todo, del tipo de tumor, de forma que “el cáncer de pulmón, el de páncreas y el gastrointestinal se asocian a un riesgo de ictus más alto”, y un número importante de casos, en los que el ictus es recidivante a pesar del tratamiento, “fallece debido a la enfermedad vascular y no a la oncológica”.
La importancia de terapia anticoagulante
Sobre esta misma cuestión, Teresa López, del Servicio de Cardiología del Hospital La Paz, aportaba que “los cardiólogos nos tenemos que adelantar para prevenir la cardiotoxicidad derivada de los tratamientos y para ello debemos trabajar en equipos multidisciplinares”.
De esta forma, los expertos insistían en que la fibrilación auricular implica la necesidad de instaurar terapia anticoagulante, un asunto controvertido por la limitación al acceso a los nuevos anticoagulantes de acción directa (ACOD) a pesar de que constituyen la indicación preferente, según las guías de práctica clínica que no discriminan a los pacientes de cáncer, y de los beneficios que tienen con respecto a los fármacos clásicos en esta población.
Por último, en este foro también se recordaba que el riesgo trombótico asociado a los fármacos antineoplásicos es conocido por los oncólogos y por los hematólogos, y cada medicamento tiene sus consecuencias. Sobre esta cuestión, Andrés Muñoz, del Servicio de Oncología Médica del Hospital Gregorio Marañón (Madrid), aseguró que “el cisplatino, con un aumento del 18 por ciento del riesgo de trombosis arterial, es el que se asocia a un mayor riesgo, con independencia del tipo de tumor”, pero “los nuevos medicamentos, como algunos antiangiogénicos, inmunoterápicos y la hormonoterapia, también elevan el riesgo de tromboembolismo”, y aunque es necesario hacer más estudios que evalúen estos efectos, “parece que los algunos de los nuevos fármacos no implican un riesgo mayor de enfermedad trombótica”. Sin embargo, una vez más, se puso de manifiesto que cada paciente se comporta de manera diferente y que hay que individualizar el tratamiento.
Los pacientes oncológicos tienen un mayor riesgo vascular
El riesgo de ictus es especialmente elevado en los primeros meses desde el diagnóstico de cáncer, cuando el paciente no está controlado
El Médico Interactivo
11 de marzo 2019. 2:15 pm