En los últimos años han aparecido una serie de cambios relevantes en el ámbito de las enfermedades autoinmunes sistémicas, que pueden producir cambios fisiopatológicos en diversos órganos y sistemas de nuestro organismo, en especial en el campo del lupus eritematoso sistémico (LES), aunque también en el síndrome antifosfolipídico (SAF).
Desde el punto de vista diagnóstico están apareciendo cada vez más potenciales biomarcadores que podrían ser utilizados en la práctica clínica diaria. Algunos pueden ser muy novedosos y de nueva aparición, que nos advierten de la posible aparición de una nueva manifestación clínica, pero otros van a ser utilizados para el control de la
enfermedad.
Biomarcadores para lupus y síndrome antifosfolipídico
En el campo del LES, los mayores resultados se han obtenido en aquellos biomarcadores que nos ayudan a valorar la presencia de afectación renal. En el campo del SAF, se han identificado nuevos autoanticuerpos que podrían facilitar la sospecha diagnóstica para prevenir las complicaciones de este síndrome.
Además, han aparecido unos nuevos criterios clasificatorios para el SAF, lo que va a permitir generar mejores proyectos de investigación que nos permitan encontrar más respuestas para esta enfermedad.
También las guías Kadigo nos permiten utilizar un algoritmo terapéutico que facilitará la decisión terapéutica para pacientes con nefritis lúpica, tanto para aquellos respondedores como no respondedores a los distintos regímenes terapéuticos aplicados.
Nuevas moléculas
Si nos centramos en el tratamiento, es en el LES donde estamos de enhorabuena. A la ya conocida molécula belimumab, se le han añadido otras moléculas con nuevas aprobaciones. Esta enfermedad era huérfana de tratamientos con indicación específica en ficha técnica hasta la llegada de belimumab no hace muchos años. Ahora se han añadido otras como anifrolumab y volclosporina, que permitirán cubrir de forma amplia las necesidades que presentan todavía muchos de nuestros pacientes con LES.
Si bien anifrolumab ha presentado un desarrollo metodológico para utilizarse en situaciones comunes y amplias del espectro clínico del LES, volclosporina tendrá un perfil de uso más asociado a la afectación renal. Además, a la ya conocida molécula belimumab se le ha añadido una nueva indicación como es el uso en nefritis lúpica, lo que permitirá ampliar el número de tratamientos disponibles actualmente para tan temida enfermedad.
Tratamiento en población pediátrica
Asimismo, en población pediátrica también se permitirá el uso de esta molécula, lo que generará mucha esperanza a algunos de nuestros pacientes con debut en edad infantil. Se espera pues, en los próximos años, que el conocimiento de todas estas moléculas se amplíe con datos de uso en vida real. Cabe decir de todas ellas que la seguridad es manifiesta durante su uso, lo que mejorará ostensiblemente la calidad de vida de nuestros pacientes, evitando los efectos de moléculas clásicas posiblemente más tóxicas.
Evaluación y control de complicaciones
Y, finalmente, en cuanto a las medidas de evaluación y control de complicaciones a largo plazo y pronóstico de la enfermedad, conocemos cada vez mejor el desenlace esperable de muchos de nuestros pacientes. También el hecho de poder ubicar mejor las moléculas disponibles será de gran ayuda, así como el hecho de poder evitar a algunos de nuestros pacientes el paso por moléculas que se han usado ampliamente hasta ahora con resultados diversos y que no disponen de indicación en ficha técnica.
Además, se perfilan nuevos objetivos terapéuticos como son la remisión de la enfermedad (mucho más asequible a día de hoy), conocer cuál puede ser la evolución de pacientes con baja actividad de la enfermedad o incluso soñar con la ausencia de necesidad de corticoides en muchos de nuestros pacientes. Muchos de estos
objetivos son ahora posibles gracias a estas nuevas (y no tan nuevas) moléculas.