Investigadores españoles han participado en un proyecto internacional que ha descubierto mutaciones genéticas asociadas a un mayor riesgo de COVID-19 grave. Las principales conclusiones del estudio se han recogido en el artículo
‘GWAS and meta-analysis identifies 49 genetic variants underlying critical COVID-19’, publicado en la revista
Nature.
Centros de investigación, universidades y hospitales españoles han formado parte de este proyecto. Así, el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) ha financiado parte de su desarrollo a través del Fondo COVID-19. También han participado grupos y áreas del Consorcio de Investigación Biomédica en Red (CIBER), junto con el apoyo de investigadoras de su Centro Nacional de Microbiología.
Riesgo de COVID grave
Los resultados del trabajo señalan hacia 49 alteraciones genéticas directamente relacionadas con el desarrollo de COVID-19 grave. Del total, 16 no se habían descubierto hasta el momento. Estas alteraciones afectan a un total de 149 genes, y los autores señalan que algunas de las mutaciones genéticas identificadas podrían facilitar el desarrollo de nuevas terapias inmunomoduladoras contra la infección.
Entre estas posibles dianas terapéuticas, un total de 114, se encuentran los genes KAK1, PDE4A, SLC2A5, AK5, TMPRSS2 y RAB2A, relacionados con funciones como la señalización inflamatoria, la activación de células inmunitarias como los macrófagos, el metabolismo del sistema inmunitario y la replicación viral.
La identificación de estas variantes ha sido posible gracias a un estudio de asociación de genomas completos (GWAS) y al análisis de cerca de un millón de variaciones genéticas conocidas como polimorfismos de nucleótidos sencillos (SNP). La comparación de los datos obtenidos en pacientes con
síntomas graves, pacientes con enfermedad leve y personas sanas ha permitido lograr nuevo conocimiento sobre la susceptibilidad a diferentes fenotipos de COVID-19, confirmando la relevancia que la genética tiene en el pronóstico y gravedad de la infección y abriendo la puerta al hallazgo de posibles nuevas terapias.
Reposicionamiento de fármacos
Los resultados confirman que las estrategias terapéuticas basadas en el reposicionamiento de fármacos, es decir, en el uso de medicamentos ya aplicados a otras enfermedades y que podrían ser efectivos para tratar la COVID-19, pueden representar una vía de estudio especialmente prometedora.
La investigación ha trabajado con datos de la secuenciación completa del genoma de más de 24.200 pacientes con COVID-19 grave, gracias a datos obtenidos de diversas iniciativas internacionales entre las que se encuentra el proyecto Scourge, que ha aportado datos de casi 6.000 pacientes españoles. Scourge, que surgió en España en el año 2020 gracias a la financiación del Fondo COVID-19 del ISCIII, y que cuenta con fondos COVID de la Fundación Amancio Ortega y del Banco de Santander, ha contado con la participación de más de 400 hospitales y centros de investigación españoles y países de Latinoamérica.
El estudio de asociación del genoma completo realizado por el consorcio Scourge, que ha comprendido cerca de 20.000 millones de genotipos, se llevó a cabo en el nodo de la Fundación Pública Gallega de Medicina Genómica del Centro Nacional de Genotipado (CEGEN), y el análisis estadístico fue realizado en el CIMUS (Universidad de Santiago) con el apoyo del ITER de Tenerife. El consorcio ha estado liderado por los investigadores
Ángel Carracedo, del CIBER-ISCIII y de la Universidad de Santiago de Compostela, y Pablo Lapunzina, también del CIBER-ISCIII y del Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital La Paz (IdiPAZ).
Análisis estadístico de datos
Ángel Carracedo ha explicado que “el análisis estadístico de los datos y el uso de nuevos modelos de asociación de transcriptomas completos (TWAS) y randomización mendeliana han sido claves para los resultados”. En esta área, ha destacado la labor de Raquel Cruz y Silvia Diz, del Ciberer y del CIMUS-USC, y de otros colaboradores formados en la USC y que ahora trabajan en otros destacados centros de investigación del mundo”.
Igualmente, Pablo Lapunzina ha comentado que este proyecto “es una evidencia más de que el trabajo colaborativo de una enorme cantidad de profesionales, de muchísimos centros del país y del exterior, es necesario para llegar a conclusiones de relevancia científica que redundan en una mejor toma de decisiones sanitarias”.