La pandemia de la COVID ha traído cosas negativas, pero otras que no lo son tanto. En el campo de la Ginecología y la Obstetricia, al igual que en otras especialidades, se han tenido que adaptar de forma urgente a la nueva situación. En hospitales donde ya tenían puestos en marcha determinados programas para la atención del parto, han conseguido que sigan funcionando. Es el caso del
Hospital Universitario de Torrejón.
Para valorar esos aspectos que se han tenido que ir modificando y otros que se han tenido que adaptar con la llegada del coronavirus, hemos hablado con la doctora Belén Santacruz, la responsable del Servicio de Ginecología y Obstetricia del mencionado centro, y la presidenta de la Fundación iMaterna para la investigación y el desarrollo de la medicina materno-fetal y neonatal.
¿Cómo ha afectado la COVID-19 a las investigaciones dentro de la especialidad? ¿Se han abierto nuevas líneas de trabajo?
La aparición de la pandemia de la
COVID-19 ha tenido un gran impacto tanto negativo como positivo. En el negativo interrumpió muchos estudios que se estaban llevando a cabo. Pero mi lectura es mucho más positiva porque ha sensibilizado y nos ha hecho conscientes de la importancia de la investigación clínica, tanto a los profesionales como a las pacientes, a la hora de aceptar su participación en ensayos clínicos. Además, ha abierto líneas de investigación, en relación a la COVID y la Obstetricia y ha creado redes nacionales e internacionales de colaboración entre profesionales para compartir el conocimiento científico y facilitar los estudios de investigación.
En cuanto a la vacuna frente a la COVID-19 ya se ha aprobado la vacunación de las embarazadas, pero… ¿son seguras en esta población, cuál es el riesgo-beneficio?
En el momento actual tenemos evidencias muy claras de que la infección por Covid aumenta los riesgos de ingresos de morbimortalidad materna y de complicaciones de la gestación.
Aunque aún no han finalizado los ensayos clínicos específicamente diseñados para contestar a las preguntas que me haces, los datos acumulados de gestantes que fueron vacunadas durante la gestación sin saberlo en otros ensayos clínicos y los datos publicados de las redes de vigilancia como la v-safe en Estados unidos (la más importante) nos hablan de la seguridad de la vacunación con el tipo ARNm en las gestantes.
En un inicio se aconsejó individualizar riesgo-beneficio para la vacunación en las gestantes, pero en estos momentos, tanto la OMS como las autoridades sanitarias españolas recomiendan la vacunación prioritaria en cualquier momento de la gestación a todas las embarazadas. Y aunque el periodo de mayor riesgo de complicaciones se produce cuando más nos aproximamos al fin de la gestación (finales del segundo y tercer trimestre), también pueden aparecer en otros momentos de la misma.
La vacunación deber ser con tipo ARNm de forma independiente a la edad de la gestante. Y si una mujer va a planificar una gestación, la recomendación es que finalice la pauta de vacunación antes del embarazo; pero si ha recibido una dosis y tiene la segunda pendiente, también debe finalizar su pauta de vacunación. En cualquier caso, es muy importante que todas las personas que rodean a una gestante refuercen las mediad de prevención habituales.
Más allá de la vacuna, ¿cómo ha cambiado la pandemia el momento del parto?
En un principio causó un gran aislamiento y temor en las pacientes embarazadas, así como una gran desestabilización del sistema, el hecho de que se tuviera que separar la familia, incluida la no lactancia en estos casos… Pero la situación se ha ido normalizando, cada vez tenemos más información y con las medidas de contención correctas, vamos pudiendo acercarnos más a la situación que teníamos antes de la COVID. En mi opinión, el mayor riesgo que puede sufrir la atención a la gestante de parto es que la pandemia sea una excusa en el futuro para limitar derechos que ya se tenían establecidos, como la presencia de padre en las cesáreas o el contacto de toda la familia durante todo el proceso.
Háblenos del programa “Parto Respetado” que han desarrollado en el Hospital Universitario de Torrejón.
Desde la apertura del centro hospitalario nos propusimos hacer realidad la Estrategia de Atención al Parto Normal (EAPN) del Sistema Nacional de Salud, planteada por el Ministerio de Sanidad, y el cumplimiento de la Ley de Autonomía del Paciente. En ese contexto, tratamos de escuchar a las gestantes y consensuar con ellas la realidad del tipo de parto que desean acorde al riesgo que presentan. Además de eliminar todas las actuaciones innecesarias que no tengan evidencia científica. Y también sumar otras tantas que puedan aportar un gran beneficio como es el caso del contacto piel con piel, la presencia de un/a acompañante en las cesáreas, o el pinzamiento tardío del cordón umbilical. Poder acompañar en este momento tan especial es una responsabilidad y un privilegio con el que todo el equipo está comprometido.
También han incorporado la ecografía intraparto. ¿En qué consiste?
La ecografía tiene muchas ventajas para el control del proceso de dilatación y la valoración de los expulsivos durante el parto. Es un método objetivo, menos invasivo que la exploración digital, puede hacer partícipes a los padres de la evolución del parto y, además, es una herramienta que permite la toma de decisiones respecto a la vía del parto, lo que los hace más seguros. Por todos estos motivos en el Hospital Universitario de Torrejón la hemos introducido en la práctica clínica habitual, siendo pioneros en la formación sistemática de las matronas en esta técnica para posibilitar su uso en todos los partos.
Recientemente, un estudio de la Universidad de Gotemburgo relacionó a las mujeres portadoras del Virus del Papiloma Humano con un mayor riesgo de parto prematuro.
Bueno, este concepto no es nuevo. Ya hace unos años que aparecieron datos que relacionaban la infección del HPV con un incremento del riesgo de parto prematuro. Datos posteriores cuestionaron esa asociación, en ausencia de enfermedad cervical. Es decir, parecía que no se trataba de la infección por HPV en sí, sino de los cambios que, en ocasiones, este puede provocar en el cuello cervical. Aunque en el estudio que menciona y que está recién publicado, los autores sí encuentran esa asociación de la infección reciente o durante el embarazo por HPV con el parto prematuro, hay que tener en cuenta que está basado en un registro de casos que no permite asegurar con certeza que sea el virus en sí mismo el que cause esta complicación.
Otra investigación apunta a que el análisis de las hormonas en la placenta podría ayudar a predecir qué mujeres tendrán complicaciones en el embarazo. ¿Esto quiere decir que cada vez se pueden controlar más y manejar mejor los embarazos?
Entiendo que estamos haciendo referencia al cribado de preeclamsia y a cómo la determinación de ciertos biomarcadores, entre ellos los placentarios, pueden establecer riesgos individuales que nos permiten hacer prevención primaria en algunos casos. En ese sentido, podemos hacer una planificación adecuada en el control del embarazo, lo que nos permite focalizar la mayoría de los recursos en las gestantes que más lo necesitan, al tiempo que se tranquiliza a las de menor riesgo.
Hace años, a las mujeres afectadas con ciertas enfermedades como artritis reumatoide o epilepsia, se les aconsejaba no tener familia. Hoy todo esto ha cambiado. ¿Cómo están las cosas?
Efectivamente, el mayor conocimiento de las enfermedades y el trabajo multidisciplinar con otras especialidades ha hecho posible plantear y controlar gestaciones con patologías que antes eran impensables. Lo importante es planificar el momento adecuado de la gestación y la monitorización estricta de los mismos.
Para terminar, ¿cuáles son las principales novedades por las que avanza la investigación en el campo de la Obstetricia?
En el campo de la Obstetricia, los principales campos de investigación actual son la predicción y prevención de las complicaciones del embarazo antes de que tengan lugar. Aquí estamos hablando de prematuridad, que es la principal causa de morbimortalidad infantil; de la preeclamsia causa prioritaria de la morbimortalidad materna; de la muerte fetal anteparto; o de la diabetes, que es la complicación más frecuente del embarazo.