La relación entre los médicos de Primaria y los farmacéuticos en líneas generales es fluida, sobre todo en poblaciones pequeñas, donde es fácil conseguir un trato familiar entre médico, farmacéutico y paciente. Esta situación cambia cuando el número de habitantes crece y se establece una relación más impersonal.
Sin embargo, los especialistas creen que la relación debería ser más fluida y reglada, sobre todo para detección y control de efectos secundarios, interacciones medicamentosas y el control del incumplimiento terapéutico, que es uno de los grandes problemas en las enfermedades crónicas, cada vez más prevalentes y que requieren mayor seguimiento por parte de todos los profesionales sanitarios.
Hay que tener en cuenta que la atención farmacéutica se basa en detectar, prevenir, resolver, documentar y comunicar problemas de los pacientes en relación con la medicación. La Organización Mundial de la Salud, la Federación Internacional de Farmacéuticos, el Código Deontológico de los Farmacéuticos y, en España, la legislación nacional y autonómica que regula los servicios de las farmacias demandan una mayor responsabilidad a los farmacéuticos, quienes se responsabilizan, junto con el médico, en los resultados de la farmacoterapia.
Definición de roles
El papel del farmacéutico no es interferir en el diagnostico hecho por el médico, sino el de controlar todos los aspectos que tengan que ver con los medicamentos. Así, el objetivo común y principal de médicos y farmacéuticos es cuidar y resolver los problemas de salud del paciente. Por eso, se deben evitar las situaciones en las que la falta de comunicación de estos dos profesionales hace peligrar alcanzar el objetivo marcado de conseguir el bienestar de paciente. En este sentido, es clave que haya una buena comunicación entre el médico, el farmacéutico y los pacientes con el propósito de lograr, por parte de los farmacéuticos, dispensar y educar y, por parte de los médicos, diagnosticar y tratar de forma coordinada a los pacientes.
El contacto médico-farmacéutico tiene un gran valor en el seguimiento del tratamiento, ya que se puede comprobar si el paciente toma adecuadamente su medicación y si la retira de la oficina de farmacia en el tiempo adecuado.
Para mejorar y optimizar esta relación se puede plantear la posibilidad de elaborar un documento de consenso o protocolos de actuación en enfermedades comunes y crónicas, en los que se establezca un marco donde el paciente sea el centro de actuación y, al mismo tiempo, la parte activa del proceso. En este sentido, hay que recordar las funciones de cada profesional; siendo el farmacéutico el responsable de la relación entre los medicamentos y el problema de salud del enfermo y el médico el encargado de la resolución del problema. De hecho, la elaboración de protocolos sería una buena medida que puede ayudar a mejorar el acceso de los pacientes a tratamientos adecuados y a las recomendaciones marcadas por los especialistas y optimizaría la adecuación en los tratamientos prescritos.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Medicina General Rafael Alonso Pinos, Francisco Medina Ruzafa, José Francisco Vicedo Alenda, Fernando Sánchez Ruano y Ana Pastor Morel, del Centro de Salud Muchamiel; los médicos de familia Amparo Almagro Aparicio, Roberto Muñoz Sarmiento, Ángel Fenoy Soriano, Antonio Gálvez Gutiérrez, Encarnación Gas Pérez y José Antonio Valenti Aldeguer, del Centro de Salud Orihuela; Rafael Martínez Gilabert, Juan Ramón Giménez Benedid, José Orlando Gras Verdú y Luis Félix Del Moral Hernández, del Centro de Salud Monovar, y Adela Sánchez Moya, Juan de Dios Soto Trigueros y Hermino Castellote Pérez, del Centro de Salud de Callosa.