La enfermedad venosa crónica es una condición crónica, vascular, progresiva y multifactorial relacionada con una alteración de las venas en el endotelio vascular y en las válvulas venosas con aumento de la presión venosa. Afecta principalmente a la población caucásica en
30-50 por ciento en la mujer y en un 10-30 por ciento en los hombres, con menor prevalencia en asiáticos, hispanos y afroamericanos.
Precisamente, la llegada del verano y las altas temperaturas hace más habitual el problema de las varices en las consultas médicas. Es por ello que Juan Peiró, secretario del Grupo de Trabajo de Vasculopatías de SEMERGEN abordar algunas medidas para prevenir las complicaciones de la enfermedad venosa crónica.
Cabe recordar que los factores de riesgo que se asocian con mayor frecuencia al desarrollo de la enfermedad venosa crónica son la
distribución genética familiar, edad, género o raza/etnia. A estos se les puede considerar no modificables. Sin embargo, otros pueden modificarse en mayor o menor medida (obesidad, sedentarismo, bipedestación prolongada, exposición al calor, uso de hormonas, embarazo, utilización de prendas ajustadas, hábitos tóxicos y la alimentación).
Prevenir complicaciones de la enfermedad venosa crónica
De esta forma, los expertos apuestan por la adopción de
cambios en los estilos de vida. Por ejemplo: evitar el sedentarismo, realizar ejercicios que mejoran el retorno venoso, evitar el estreñimiento, adaptar el calzado a la bóveda plantar y respetar la dinámica normal del pie, evitar exposiciones prolongadas al calor en las piernas (saunas, sol, agua demasiado caliente, etc.), procurar una dieta saludable que consiga un peso ideal, evitar la bipedestación y sedestación prolongadas y reposar con los pies elevados, durante 30 minutos, tres o cuatro veces al día. Todo ello se complementa con la realización de descanso nocturno en la misma posición.
Además, se recomienda el uso de la
terapia compresiva, es decir, el uso de las medias elásticas. Estas ejercen presión en las piernas para facilitar el bien funcionamiento del sistema venoso y para que la sangre ascienda de forma correcta.
Aun así, es importante tener en cuenta las características de cada persona y consultar a su médico de familia para la mejor opción. Otro punto muy importante es la
terapia farmacológica que puede mejorar los principales síntomas, según la evidencia científica actual, añadida a la terapia compresiva. La última opción es el
tratamiento quirúrgico, que puede ser necesario en algunos casos con diferentes técnicas.
