La cirugía de la obesidad es una cirugía compleja, no exenta de complicaciones, cuyo objetivo no es alcanzar un peso ideal ni curar la obesidad, sino reducir las comorbilidades asociadas y mejorar la calidad de vida de los pacientes, según los expertos que intervinieron en el Simposio 'Manejo del fracaso terapéutico en cirugía bariátrica', celebrado el pasado viernes en el marco del X Congreso de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO).
En los últimos años la mortalidad en este tipo de intervenciones se ha conseguido reducir casi por completo, como explicó Carles Masdevall, del Hospital de Bellvitge (Barcelona). 'Hemos pasado hace unos años de aceptar una mortalidad del dos por ciento a tener una tasa del 0,3 por ciento en la actualidad, gracias a la mejora de las técnicas quirúrgicas como la laparoscopia y a la experiencia de los cirujanos'.
Hasta ahora, la cirugía bariátrica es el único tratamiento que puede mejorar las expectativas a largo plazo en pacientes con obesidad mórbida, pero estos pacientes deben reunir una serie de requisitos para garantizar el éxito. Pero tal y como alertó Amador Garcia, especialista de la Unidad de Cirugía Digestiva del Hospital Universitario de Bellvitge, 'la cirugía de la obesidad no está exenta de complicaciones ni de efectos secundarios que pueden cercenar de forma significativa la calidad de vida de los pacientes, y la intervención puede desencadenar en un fracaso'.
Se considera que una intervención ha fracasado cuando más allá de los dos años el paciente conserva un índice de masa corporal superior a 30 kg/m2 o cuando la pérdida de peso es inferior al 50 por ciento. 'Podemos decir que la cirugía ha fracasado cuando no consigue una adecuada pérdida ponderal, o cuando tras una correcta pérdida de peso hay una reganancia significativa del peso perdido. En estos casos, hay que plantearse una cirugía de revisión', añade el doctor García.
Los expertos determinan que a pesar que en los últimos años se ha avanzado notablemente en mejorar las técnicas bariátricas hay que ser conscientes de la necesidad de educar a los pacientes para mantener una conducta alimentaria y unos hábitos de vida saludables, para así garantizar el éxito a largo plazo.
Técnicas menos invasivas
Actualmente, las técnicas más utilizadas son cada vez menos invasivas, lo que permite reducir el dolor postoperatorio y acelerar la recuperación, como por ejemplo el bypass gástrico que se realiza por laparoscopia. Como explica Cándido Martínez, del Hospital de Txagorritxu de Vitoria, 'el bypass gástrico se ha mostrado como una de las técnicas más efectivas en el tratamiento del obeso mórbido, con un éxito del 75 por ciento en pérdida de peso'.
Además, en el caso de los súper obesos se ha diseñado un bypass para corregir la malabsorción acorde con su índice de masa corporal que ha mostrado una eficacia en todos los casos, con la pérdida del 50 por ciento de su peso.
La cirugía de revisión bariátrica (CRB) trata de reintervenir a un paciente operado previamente de cirugía de obesidad por fracaso de la técnica debido a una serie de causas, como la mala elección del procedimiento o el no cumplimiento del paciente de las indicaciones médicas antes y después de la operación.
Por ese motivo, la cirugía de revisión no es sencilla y generalmente está gravada con una tasa de complicaciones más elevada que la cirugía primaria. Además, las probabilidades de éxito son también menos elevadas que con un procedimiento primario.
Otro de los problemas derivados de la cirugía de la obesidad es la llamada hipoglucemia, una complicación que surge en algunos pacientes sometidos a cirugía gástrica al cabo de unos meses o incluso años tras la cirugía. Entre un 20-30 por ciento de los pacientes tienen problemas gastrointestinales; pero entre un uno y un seis por ciento de los pacientes intervenidos con bypass gástrico sufren síntomas neuroglucopénicos, y un 0,3 por ciento presentan neuroglucopenia severa, aunque estos casos son muy infrecuentes.
Así lo describió Nuria Vilarrasa, del Hospital de Bellvitge, que explicó los diferentes tratamientos que existen actualmente para esta patología. 'El tratamiento dietético se basa en una dieta baja en hidratos de carbono que mejora los síntomas en un 83 por ciento de los casos y también se ha probado el tratamiento farmacológico con acarbosa, antagonistas del calcio o somatostatina. Como última opción y en el caso que no funcionen los dos anteriores, se puede realizar un tratamiento quirúrgico, como las cirugías dirigidas a restaurar la restricción gástrica o la restitución del tránsito gastrointestinal', ha señalado.
Como conclusión final, el doctor Masdevall destacó la necesidad de realizar este tipo de intervenciones por cirujanos muy expertos para garantizar el mayor éxito posible.
Nuevo acercamiento a las causas y el diagnóstico del hígado graso
La conferencia de clausura fue a cargo de la doctora Hanneke Iky-Järvinen de la Universidad de Helsinki (Finlandia), quien habló de los nuevos hallazgos en el diagnóstico y la patogénesis del hígado graso no debido al consumo de alcohol.
Entre un cinco y un diez por ciento de la población tiene hígado graso no relacionado con el consumo de alcohol y el grado de obesidad, sino con factores genéticos y ambientales, lo cual predetermina un mayor riesgo de diabetes tipo 2 y de enfermedades cardiovasculares.
En el caso de los factores genéticos, un total de 16 estudios independientes realizados desde 2008 y realizados en diferentes grupos étnicos, 'se ha comprobado cómo una mutación en el gen PNPLA3 está directamente asociada a un incremento del hígado graso pero no a la resistencia a la insulina como inicialmente se creía', según explicó la doctora. También señaló que el hígado graso responde muy rápidamente ante una intervención en la dieta y una reducción del peso.
La prohibición de un consumo excesivo de azúcares simples puede ser un importante factor de reducción del hígado graso. De hecho, en un estudio en el que se administró una dieta rica en azúcares simples (1000 calorías extras a la semana) los participantes mostraron un incremento del 27 por ciento en los índices de hígado graso en sólo tres semanas.