La música, con su capacidad para tocar nuestras emociones más profundas, ha sido una compañera constante en la historia de la humanidad. Sin embargo, no solo es un arte destinado a entretener sino que posee el poder de impactar en el bienestar físico y mental de las personas. A lo largo de los años, la ciencia ha demostrado de manera concluyente que la música desempeña un papel esencial en la mejora de la salud en diversas formas.
La historia de ‘Músicos por la Salud’ comienza hace ocho años, en el Hospital Lluis Alcanyis de Játiva, en Valencia. Este proyecto, gestado en el Servicio de Hemodiálisis, emprendió su primera sinfonía terapéutica con un microconcierto que marcó el inicio de su travesía. Desde entonces, ha tejido una narrativa musical en los corazones de quienes más lo necesitan y ahora lucha por que sea un derecho reconocido en las políticas sanitarias.
En estos momentos en los que la Medicina está evolucionando hacia un enfoque más holístico y centrado en el paciente, la música se presenta como una herramienta terapéutica de gran potencial. Con una base creciente de evidencia científica, los médicos pueden explorar y aprovechar el poder de la música para mejorar la calidad de vida y el bienestar de sus pacientes. La integración de la música en la práctica médica moderna no solo enriquece la experiencia del paciente, sino que también agrega una dimensión única a la relación médico-paciente.
Microconciertos como terapia
Como muchas de las grandes ideas, Músicos por la Salud nació de una historia muy personal, la de su fundador: Guillermo Giner. Pese a dedicarse a la informática, siempre ha sentido una atracción magnética por la Medicina. Pero la vida le llevó a vivir prácticamente en un hospital tras un diagnóstico de cáncer de colon que postró a su madre en una cama durante once largos meses, como nos ha contado a
EL MÉDICO visiblemente afectado.
Aprendió que el hospital es un entorno hostil y la enfermedad una de las situaciones más sensibles en la vida, por eso decidió utilizar la música –que su madre tanto amaba– para evadirla del hospital. Con la música su madre volvió a sonreír y a proyectar su energía en cantar y disfrutar, lo que le ayudó a sobrellevar la enfermedad, y también a sus compañeras de habitación.
Ocho meses después del fallecimiento de su madre, en julio de 2015, Guillermo fundó Músicos por la Salud, una fundación enfocada en la celebración de microconciertos terapéuticos y emocionalmente significativos. Melodías con las que humanizan los espacios hospitalarios y los centros sociosanitarios, al tiempo que usan la música como complemento terapéutico para la recuperación de los pacientes y la mejora de su estancia.
Desde entonces, Músicos por la Salud ha celebrado 30.000 microconciertos presenciales y telemáticos en 65 centros hospitalarios y más de 300 centros sociosanitarios especializados en diversidad funcional, mayores, salud mental, Alzheimer, parálisis cerebral, etcétera. Contabilizan en unas 500.000 personas de todas las regiones a las que han podido ayudar con la terapia musical.
Música emocionalmente significativa
Los microconciertos se han convertido en pequeñas sinfonías que resuenan en las unidades hospitalarias, no solo para entretener sino también para sanar. En 2016, en el Hospital Clínico de Valencia, la historia de Rocío, una paciente que emergió del coma tras una de las interpretaciones musicales de esta Fundación, evidenció el poder transformador de la música. Fue entonces cuando el arte curativo de Músicos por la Salud se materializó en cada acorde, en cada nota, iluminando la oscuridad de la UCI.
“Unos de los rasgos característicos de esta Fundación es el empleo de música emocionalmente significativa”, nos explica Guillermo. Y es que para que el viaje que hacen los pacientes fuera del hospital sea realmente reconfortante, la música debe significar algo para ellos de manera individual, debe ser emocionante, por lo que adecúan el repertorio a cada persona.
Esa es la base de su metodología diferencial y patentada con la que ofrecen momentos de respiro y desconexión a las personas que necesitan olvidar dónde están, aminorar un dolor o dejar atrás el sentimiento de tristeza y soledad. Un método que consiste en hacer partícipes del concierto a todos los pacientes conociendo previamente su situación personal y sus principales necesidades anímicas. “Microconciertos terapéuticos y emocionalmente significativos, donde los beneficiarios escogen sus canciones favoritas y las cantan junto al resto de los pacientes y profesionales sanitarios”, explica.
Herramienta terapéutica
Tan importante es su labor como lo que representan para el sistema sanitario. De hecho, a su fundador le gusta definir a Músicos por la Salud como una herramienta terapéutica a disposición de la dirección y la gerencia de los hospitales y residencias para ayudar a los pacientes. Su manera de trabajar es la integración de los músicos como uno más en los servicios del hospital, acudiendo como mínimo una vez a la semana. Se establece un plan anual y se fijan las visitas en función de las necesidades de cada centro.
Los principales servicios que demandan esta atención son Cuidados Intensivos (UCIs), hospitales de día de Oncología, Hemodiálisis y Salud Mental. Aunque también son frecuentes las visitas a Reanimación y a las hospitalizaciones de Pediatría. “Principalmente, donde existe una mayor vulnerabilidad e inquietud por el pronóstico. Nuestra misión es acompañar a las personas a través del alma”, asegura Giner.
La preparación del concierto es primordial. El contacto con el centro, la definición del repertorio y las dinámicas, así como la preparación técnica son la antesala de la propia interpretación. Carteles a las entradas de los servicios que rezan “Encarga tu canción” para que pacientes, familiares e, incluso, el personal sanitario haga sus peticiones. Nino Bravo y las canciones de la tuna para los mayores, y Shakira y las novedades del momento para los más jóvenes son las más demandadas.
En los preámbulos del concierto, los músicos conocen tanto la partitura como la necesidades y vulnerabilidad de cada uno de los pacientes a los que visitan. Cuidando el más mínimo detalle, se celebran microconciertos interactivos donde se promueve la participación mediante acordes individualizados para cada paciente. Compartir las letras impresas fomenta la colaboración y ayuda a seguir los temas. El inicio y la despedida se convierten en momentos cálidos y humanos.
Conciertos democráticos
“En los conciertos no se obliga a nadie a cantar, ni a bailar, ni siquiera a estar alegre, sino que siempre se pide permiso para actuar y se anticipa el final con una despedida grupal. Curiosamente, las personas con la peor clínica suelen ser las primeras en integrase. Nunca hemos tenido que suspender un concierto, el cien por cien de las veces hay una participación. De hecho, creemos que si no participan todos, es que no lo hemos hecho bien”, asegura Guillermo Giner.
Tras las actuaciones musicales se pasa el ‘Libro de Momentos’ donde cada asistente puede plasmar su emociones y su vivencia de ese momento tan especial. Un libro que, a día de hoy, está repleto de mensajes de agradecimiento que el fundador de la entidad califica de pura poesía que les llenan el corazón y los anima a seguir con el proyecto.
“No hay una actividad más democrática. Pedimos permiso para empezar, pueden parar el concierto en cualquier momento, eligen el repertorio y todos los asistentes participan por igual, personal sanitario, pacientes y familiares”, asevera.
Desconexión con la enfermedad
Lo cierto es que esta metodología ha demostrado tener ventajas clínicas mejoradas cuantificables en los usuarios. El ‘Estudio de impacto sobre la eficacia de la metodología de Músicos por la Salud’, que llevan realizando los últimos cinco años –primero con la Universidad Autónoma y posteriormente con la Complutense de Madrid–, ofrece datos sobre la calidad interna y externa, los beneficios en salud, la rendición de cuentas y la recopilación de situaciones excepcionales, entre otras variables.
Tras cada concierto y a modo de auditoría, en un informe técnico se recogen los principales indicadores que relacionan las interpretaciones online con la mejora en la salud de las personas que asisten. Los resultados han demostrado que estas actuaciones musicales reducen la ansiedad en el 26,9 por ciento de los casos, incrementan el bienestar en un 88,24 y mejoran la cohesión del entorno sanitario un 30 por ciento.
Centrándonos en los resultados meramente clínicos, se ha evidenciado que con los microconciertos se activa gran parte de las zonas cerebrales –incluyendo las neuronas especializadas–, fortalece la salud física, reduce la fatiga e incrementa la vitalidad. También mejora la autoestima y facilita la interacción entre el músico y el paciente. Un aspecto esencial es que consigue que los asistentes desfocalicen la atención sobre su situación clínica creando momentos de desconexión con la enfermedad.
El hecho de que las canciones hayan sido especialmente escogidas por los pacientes añade el vínculo emocional y al ser interpretadas en directo provoca una conexión social que aumenta la confianza en el grupo. La lectura de la letra de las canciones abre la puerta a los recuerdos, lo que resulta especialmente favorable en el caso de las personas con trastornos de salud mental.
En la sexta edición del estudio, la Fundación va a incluir –a petición de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid– la valoración del impacto de la metodología de Músicos por la Salud en la mejora del entorno laboral hospitalario y en la cuantificación del ahorro que puede llegar a producir en el gasto sanitario para las arcas públicas.
Cómo impacta la música en el cerebro
Estos datos no deberían de sorprendernos si tenemos en cuenta que durante décadas, una parte de la Neurociencia se ha dedicado a estudiar el impacto de la música en las distintas áreas cerebrales. Detrás de la magia de la música, se esconde una complicada red de respuestas fisiológicas y emocionales que influyen en la salud humana. Son más de 7.000 las investigaciones que respaldan la idea de que la música supone una intervención terapéutica con beneficios tangibles.
Tiene efectos directos en el estrés y la ansiedad: cuando los pacientes son expuestos a melodías relajantes, disminuyen hasta un 25 por ciento los niveles de cortisol, la hormona del estrés. En el ámbito de la demencia y otras condiciones neurológicas, la música actúa como un catalizador para la estimulación cognitiva. En etapas avanzadas de la enfermedad, los pacientes a menudo muestran una conexión sorprendente con recuerdos a través de canciones familiares. Un informe reveló que el 60 por ciento de los pacientes con demencia que participaron en programas de música terapéutica mostró mejorías en la memoria a corto plazo.
La música también tiene el poder de elevar el ánimo. La liberación de endorfinas durante la experiencia musical contribuye a una sensación de bienestar y felicidad. Y escuchar ritmos específicos puede influir en la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Las melodías lentas y suaves tienden a tener efectos calmantes, mientras que ritmos más rápidos generan una sensación de energía y vitalidad. Además, se ha demostrado que la empatía está implicada en las respuestas afectivas a la música promoviendo la coordinación musical interpersonal.
Otros programas en marcha
Además de los conciertos, que son la piedra angular de la fundación, Músicos por la Salud ha desarrollado otros proyectos centrados en la música que buscan el mismo objetivo. El programa ‘Campanas por la Salud’ consiste en la instalación de campanas en los hospitales de día de Oncología donde su sonido augura el final del tratamiento de uno de sus pacientes.
Su simbolismo con la salida a bolsa de las empresas, las campanas del hospital anuncian el último día de tratamiento de quimioterapia de uno de los pacientes. “Un sonido de esperanza y de felicidad que también supone un alivio para los que aún no abandonan la terapia”, explica Guillermo. Cada campanazo supone el punto y final de una dura batalla superada y el comienzo de una nueva vida llena de alegría.
‘Pianos por la Salud’ es otro de lo proyectos. Como su propio nombre indica, consiste en la instalación de este instrumento en la entrada de los hospitales haciendo patente la presencia de la música, y con ella de la esperanza y la humanización en ese centro. El primer piano se instaló en el Hospital La Paz, en Madrid, y fue inaugurado por James Rhodes. También cuentan con sendos pianos el Hospital de Manises y La Fe, en Valencia. Instrumentos en los que pueden tocan colectivos culturales, profesores y alumnos de escuelas de música y conservatorios, personal del hospital, voluntarios o pianistas de prestigio. Interpretaciones que aportan calidez al espacio hospitalario y humanización a la asistencia clínica que allí se lleva a cabo. También generan sentimientos positivos, conectan a colectivos y acercan la interpretación musical en directo al resto de la sociedad.
Otro programa que arrancó el pasado año es el de los talleres ‘A tu Compás’ para niños con agenesia, un problema congénito que impide la formación o desarrollo de uno de sus órganos o miembros del cuerpo y que suele derivar en el uso de prótesis. Para estos menores, tareas que pueden ser sencillas y cotidianas, suponen un reto inalcanzable que les exige un esfuerzo titánico. Entrenar el manejo de las piezas ortopédicas, en estos casos, es esencial para mejorar su calidad de vida. A tu Compás les ofrece, mediante el uso de la música, clases de composición musical y de uso de las prótesis mediante el juego inducido con instrumentos musicales.
Investigación y conocimiento científico
La actividad de la fundación se completa con la investigación y compartición de conocimiento científico en relación con la música y la salud en los pacientes, familiares profesionales sanitarios. En ese escenario, Músicos por la Salud ha impulsado el desarrollo de diversos estudios científicos sobre los efectos de la música en el paciente con problemas de salud mental o discapacidad, así como el afrontamiento del estrés, el síndrome del trabajador quemado en Enfermería o el impacto en la salud física y psíquica de las personas de las residencias de Madrid.
Otros estudios desarrollados por la entidad se han centrado en valorar el impacto de la metodología de la Fundación en el bienestar de los pacientes y cuidadores de varias residencias, la reducción de la soledad en los mayores a través de los microconciertos, y la medición de los beneficios de las intervenciones musicales en el paciente neurocrítico ingresado en las UCIs de ocho hospitales madrileños.
La atención integral a las mujeres con cáncer de mama en el Hospital Clínico San Carlos fue el objetivo del estudio ‘Do de Pecho’ que analizó cómo estas actuaciones musicales generaban beneficios en las pacientes durante el perioperatorio minimizando la ansiedad, disminuyendo las dosis de sedación necesarias, en la calidad del sueño y en la mejor evolución clínica y la adherencia al tratamiento.
En la actualidad, mantienen una investigación clínica en marcha con el Hospital Clínico Universitario de Valencia e Incliva para analizar el efecto de la música en directo en pacientes críticos con necesidad de ventilación mecánica ingresados en la UCI. Los beneficios resultantes apuntan a un descenso del nivel de ansiedad y estrés, mejoría del sueño y mejor evolución en el pronóstico de la enfermedad con una menor mortalidad, descenso de las complicaciones y menos días de estancia hospitalaria, lo que sugiere un ahorro en los gastos en salud.
Prescripción de música
Al reconocer estos efectos, Músicos por la Salud se convierte en un agente activo en la prescripción de música como parte integral de los protocolos de tratamiento médico. Este enfoque basado en la evidencia no solo mejora la calidad de vida de los pacientes, sino que también abre nuevas perspectivas en la forma en que se concibe la atención médica.
Como perspectivas de futuro, Guillermo Giner nos confiesa que le gustaría poder atender todas las demandas de los hospitales de todas las comunidades autónomas, teniendo presupuesto para ello. ¿Cómo? Con la regulación del Gobierno que permita a los hospitales contratar conciertos para incorporarlos a la atención sanitaria en la práctica clínica diaria. Un último deseo, poder exportar Músicos por la Salud a Estados Unidos, dando respuesta a las peticiones de cinco centros importantes, entre ellos el Hospital Mount Sinai, la Clínica Mayo y el Hospital John Hopkins, que quieren contar entre su oferta asistencial con las actividades de Músicos por la Salud.
Una salida laboral para los músicos
Detrás de cada acorde, se encuentra un conjunto de valores que impulsa la labor de Músicos por la Salud. El compromiso con la excelencia artística no es un estándar, sino un reto para mejorar y elevar la calidad de la intervención musical en el ámbito de la salud que se entrelaza con la empatía y la sensibilidad hacia las experiencias de los pacientes. Los músicos que forman parte de esta Fundación no solo interpretan canciones, sino que crean experiencias sonoras que nutren el alma y alivian el cuerpo.
España está a la cabeza en la UE de centros de enseñanza musical pero sólo el 8,5 por ciento de los músicos consiguen vivir de la música ya que no encuentran trabajo. Músicos por la Salud tiene una plantilla de medio centenar de personas con todos sus músicos contratados y un total de 3.000 músicos voluntarios adheridos (el 79 por ciento son mujeres), aunque su propuesta esencial pasa por la generación de empleo musical. Para ello cuenta con un programa de formación con itinerarios de inserción laboral específicamente diseñado para músicos que quieran poner su música al servicio de las personas.
El objetivo es dotar a los participantes de las competencias necesarias para ofrecer una nueva opción de empleo y autoempleo para los intérpretes musicales: convertirse en músicos y músicas en hospitales y centros sociosanitarios. Los programas de inserción laboral incluyen un primer diagnóstico de la empleabilidad de las participantes, los objetivos que quieren conseguir y las actuaciones a desarrollar para conseguirlos. En la última fase se hace un seguimiento individual de inserciones laborales, prospección laboral y apoyo al mantenimiento del puesto de trabajo.
En el ámbito de la formación, cuentan con programas de generación de empleo por y para mujeres con el apoyo del Instituto de la Mujer, el Ministerio Presidencia, el programa “Women to Watch” y Esade-PwC, entre otras organizaciones y programas de promoción de la igualdad de oportunidades. “Nuestras músicas por la salud ya no forman parte de ese porcentaje de mujeres silenciadas por la desigualdad dentro de la industria de la música, tal y como indica la ONU”, aseguran en su página web.
El compromiso laboral con los músicos de la Fundación se completa con un programa de becas para la elaboración de tesis doctorales y trabajos fin de grado y de máster cuya temática esté relacionada con la música y la salud.
Un futuro donde la música esté en las políticas de atención sanitaria
Hace cinco años, la Organización Mundial de la Salud elaboró el informe “Arts and Health” en el que, tras analizar más de 900 estudios científicos y 2.000 artículos académicos, recomendaba la incorporación de políticas que incluyeran las artes -en especial de la música- en la atención sanitaria de lo países. Aspecto en el que España, pese a contar con una Sanidad reconocida a nivel mundial, va por detrás de países con PIB inferior como Portugal, Lituania o Polonia.
Este escenario ha llevado a Músicos por la Salud a emprender un viaje institucional con el objetivo de conseguir que se cumplan esas recomendaciones tanto a nivel nacional como en los gobiernos autonómicos. Un periplo que se inició con una campaña de recogida de firmas respaldada por más de 17.200 personas, además de grandes embajadores de la música como Rozalén, Leiva, Álex Ubago, Efecto Mariposa, David Summers, Ismael Serrano, David Otero y Rayden, entre otros.
A partir de ahí elaboraron un manifiesto que consiguió el apoyo de más de una docena de asociaciones como la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (Ceoma), el Foro Español de Pacientes, la Plataforma Defensa Ley Dependencia y el Consejo General de Colegios Oficiales de Enfermería, entre otros. Una batalla que empieza a dar sus frutos y en la que han puesto grandes esperanzas.
En junio de 2022, a instancias de Músicos por la Salud, el Congreso de los Diputados aprobó una declaración institucional sobre la necesidad de incluir la música en la atención sanitaria de nuestros centros sanitarios, tal y como recomienda la OMS. Un hecho que su fundador, Guillermo Giner, califica de “hito para la humanización de la asistencia en España”.
Ese mismo año, tres meses más tarde, las Cortes de la Comunidad Valenciana aprobaron por unanimidad una proposición no de ley para incluir la música en el sistema sanitario autonómico. Actuación que siguió el mismo recorrido en el Parlamento canario en noviembre del pasado año. En Cataluña, también han aprobado la iniciativa de celebrar actuaciones musicales en sus hospitales. Y en breve se espera que se sumen Madrid, Castilla y León y Castilla-La Mancha, regiones en las que Músicos por la Salud está trabajando para conseguirlo.
En las próximas semanas, Músicos por la Salud dará un concierto en el Congreso de los Diputados en el que se darán cita consejeros de Sanidad, profesionales sanitarios, gerentes de hospital y asociaciones de pacientes, entre otros. Toda una declaración de intenciones para seguir adelante con su propuesta y obtener el mayor respaldo posible para incluir la terapia músical en todos los centros sanitarios de nuestro país.