Tras su nombramiento, en febrero de 2019, como presidente de la Federación de Asociaciones de Inspección de Servicios Sanitarios (FAISS), Gregorio Gómez (Médico Inspector. Valencia) se ha marcado un objetivo concreto: conseguir normalizar la profesión de los inspectores sanitarios para que tenga unas funciones similares…
Tras su nombramiento, en febrero de 2019, como presidente de la Federación de Asociaciones de Inspección de Servicios Sanitarios (FAISS), Gregorio Gómez (Médico Inspector. Valencia) se ha marcado un objetivo concreto: conseguir normalizar la profesión de los inspectores sanitarios para que tenga unas funciones similares en todas las autonomías.
¿Cuál es la situación actual en la que se encuentra la inspección sanitaria en España?
Cuando se creó la inspección sanitaria, coincidiendo con el nacimiento de la Seguridad Social en nuestro país, esta era un cuerpo nacional homogéneo. Este ámbito se perdió con el traspaso de las competencias sanitarias a las Comunidades Autónomas, pasando a ser un cuerpo fragmentado. Así, con las transferencias, la estructura y funciones de la Inspección de Servicios Sanitarios han llegado a ser muy heterogéneas y varían sustancialmente entre Comunidades Autónomas.
En general, se trata de un cuerpo de funcionarios autonómicos, regulado por las correspondientes leyes de función pública de cada región, con una estructura y ubicación en el organigrama muy variada, que realiza, fundamentalmente, funciones diversas, algunas de las cuales se mantienen desde su creación y deberían adaptarse a la evolución del sistema nacional de salud.
¿Cuál es el objetivo que se ha marcado su equipo al frente de FAISS?
Nuestro principal objetivo es dotar a la función inspectora de un contenido homogéneo con una profesionalización y unas funciones que sean similares en el conjunto de toda la geografía española. Creemos que una configuración de este tipo aportaría más valor tanto al sistema nacional de salud como a la sociedad en su conjunto.
En mi opinión, cuando se transfirieron las competencias sanitarias no se valoró adecuadamente la cesión de dos áreas relevantes, que son la Inspección de Servicios Sanitarios y los sistemas de información. Ambas son elementos clave para la cohesión del Sistema Nacional de Salud (SNS), ya que las dos proporcionan un conocimiento preciso del funcionamiento del sistema sanitario. Mantenerlas hubiera evitado la actual dispersión en estos dos campos.
¿Cómo se puede llegar a homogeneizar la inspección tal y como está planteada?
En FAISS creemos que la vía más lógica es promover la estatutarización de la inspección. Esto pasaría por crear una categoría dentro de las del personal estatutario en la que encajen las funciones de inspección como se ha hecho con otras categorías profesionales como medicina del trabajo o la prevención de riesgos laborales. De esta forma, tendríamos un área de conocimiento propia reconocida por el Ministerio de Sanidad, con unos contenidos formativos específicos y una dinámica de funcionamiento homogénea, como sucede en el resto de las especialidades.
Un esquema así propiciaría que la configuración de la Inspección de Servicios Sanitarios en cada comunidad autónoma siguiera pautas normalizadas en cuanto a estructura, funciones y competencias. Somos conscientes de que no es nada fácil dar forma a esta propuesta, pero nos consta que es bien recibida por la mayor parte de los profesionales de Inspección y también de los órganos de decisión más relevantes.
¿Qué supone la inspección sanitaria a nivel del Sistema Nacional de Salud?
La inspección, en este momento, tiene unas funciones que viene arrastrando con una cierta inercia, focalizadas en el control de prestaciones como la incapacidad temporal o la prescripción farmacéutica y ortoprotésica, con mecanismos como el visado. Por el camino se han ido perdiendo algunas competencias tradicionalmente reservadas a la Inspección de Servicios Sanitarios, como la gestión de las reclamaciones, y se han incorporado otras, como el informado de los expedientes de responsabilidad patrimonial.
Sin embargo, los tiempos han cambiado mucho, igual que ha cambiado la forma en la que manejamos estas prestaciones, basada en procedimientos electrónicos. Parece lógico que el control se haga ahora utilizando los sistemas de información con toda su potencialidad, centrándose en el análisis de la gran cantidad de información disponible, con técnicas de minería de datos y de identificación de patrones posiblemente anómalos.
Por otro lado, hay un área que es inherente al concepto de inspección: la garantía del funcionamiento adecuado del sistema sanitario, especialmente en lo que se refiere al mantenimiento de unos parámetros aceptables de calidad, en todas sus dimensiones. Se trata de un aspecto escasamente desarrollado hasta ahora, pero que, sin duda, la sociedad va a demandar cada vez con más insistencia. La inspección no debe limitarse a controlar a los usuarios para que no abusen del sistema. También debería ocuparse de controlar al sistema para que no abuse de los usuarios, garantizando que el sistema ofrece a los ciudadanos el nivel de calidad comprometido.
Actualmente, los ciudadanos están más informados, son más conscientes de lo que pueden exigir al sistema y van a demandar mecanismos más efectivos para reclamar su derecho a una asistencia de calidad. Cada vez va a ser más evidente la necesidad de realizar una evaluación y control de la calidad asistencial, y la Inspección de Servicios Sanitarios es el órgano más indicado para ello. Son áreas de trabajo que debemos promover y reivindicar.
En el aspecto de Recursos Humanos, ¿cómo está la situación?
Existen problemas comunes en la mayoría de las comunidades. El principal seguramente sea el envejecimiento de la población de profesionales de inspección sanitaria, con una plantilla de médicos, farmacéuticos y enfermeros inspectores que, en general, se ha ido renovando muy poco. Por poner un ejemplo, los profesionales titulares más jóvenes en algunas comunidades rozan los 55 años. Esto es, seguramente, un síntoma, de que nuestra aportación de valor al sistema no es muy apreciada por este y, raramente, la Inspección de Servicios Sanitarios está entre las principales preocupaciones de los decisores. A esto hay que agregar el hecho de que, en este momento, los puestos de inspección no resultan demasiado atractivos para los profesionales con vocación clínica.
¿Por dónde pasaría la solución a esta situación?
Creo que lo principal sería actualizar las funciones de la Inspección de Servicios Sanitarios, estableciendo un área de contenidos específica, adaptada a las capacidades y al perfil profesional de sus integrantes, pero orientada a la aportación de valor a la organización y a la sociedad. Sin ese cambio, la renovación será difícil, porque carecerá de atractivo para los profesionales más jóvenes.
¿Cómo desarrolla habitualmente su trabajo un inspector sanitario?
Básicamente hay dos modelos de trabajo, que pueden darse de manera combinada. Hay sitios en los que todos los inspectores hacen todas las funciones como: control del visado, de la incapacidad temporal, de prestaciones, revisiones de centros, expedientes disciplinarios, informado de reclamaciones de responsabilidad patrimonial, etc. En ese caso tienen asignada una demarcación geográfica determinada que suele coincidir con áreas o departamentos de salud. En otros sitios, la inspección funciona por programas, de modo que algunos inspectores se dedican a revisar centros, otros a hacer expedientes, otros al control de prestaciones… Y hay zonas que cuentan con un modelo mixto entre ambos.
Se habla mucho de que el paciente es el centro del sistema, ¿también en inspección?
Sí, es cierto. Es algo que venimos oyendo desde hace décadas. Sin embargo, creo que la realidad está bastante lejos de ello y el sistema está más preocupado por las prioridades de los profesionales y de los gestores. En la práctica, pocas veces el paciente tiene a quién acudir, con capacidad ejecutiva, para resolver problemas relacionados con la accesibilidad (demoras injustificadas) o la calidad de la asistencia. Este es un hueco que antes cubría, de alguna manera, la inspección y que deberíamos recuperar en beneficio del paciente y del propio sistema.