Entrevista a Rafael López, presidente de la Fundación para la Excelencia y la Calidad en Oncología (Fundación ECO)
22 de diciembre 2022. 10:33 am
Tras la COVID-19, Europa ha comprobado que, en materia de investigación, se trabaja de forma mucho más eficiente cuando se va de la mano, que cada país por separado. Por ello, se plantean ahora medidas conjuntas en la lucha contra el cáncer, como la creación…
Tras la COVID-19, Europa ha comprobado que, en materia de investigación, se trabaja de forma mucho más eficiente cuando se va de la mano, que cada país por separado. Por ello, se plantean ahora medidas conjuntas en la lucha contra el cáncer, como la creación de centros de tratamiento integral y especializado, en los que en España todavía va con mucho retraso. Algo similar a lo que ocurre en otros aspectos, como es el retraso en el acceso a la innovación o el contar con una mayor transparencia de los resultados.
¿Hay equidad en el abordaje del cáncer en España?
Es cierto que hay desigualdad e inequidades, quizás por la propia estructura del SNS y de sus mecanismos. Pero lo importante realmente en el tratamiento del cáncer son los resultados, y ahí el verdadero problema es que directamente no hay datos para comparar y analiza, bien sean las diferentes regiones o incluso los diferentes hospitales. La transparencia no es una de nuestras fortalezas.
En lo que sí hay datos es en la inequidad en cuando al acceso a la innovación…
Sí, y en este caso lo que más nos preocupa es la inequidad general con respecto a otros países europeos. Nuestro estándar tiene que ser Europa, pero la realidad es que tenemos en torno a 500 días de demora precisamente en dos ámbitos tan sensibles como son la Oncología y las enfermedades raras. Es un retraso que simplemente es inexplicable.
Esta espera además hace que los pacientes españoles no tengan acceso a los mismos tratamientos que el resto de europeos…
Las diferencias las vemos en los porcentajes de fármacos aprobados por año. Si vemos toda la trayectoria, al final se terminan aprobando los mismos fármacos, la cuestión es que con mucho retraso. La investigación precisa de aprobaciones rápidas precisamente en las enfermedades que más impactan en los pacientes.
Además de los déficits en transparencia y en el acceso a la innovación, ¿tenemos otros grandes retos en el abordaje del cáncer en España?
Nuestro principal reto ahora mismo es adaptarnos al Plan Europeo del Cáncer. Después de la experiencia del COVID hemos comprobado que somos mucho más efectivos trabajando de forma conjunta, que cada país por su cuenta. Esta gran estrategia contra el cáncer, el llamado Europe’s Beating Cancer Plan, cuenta con 4.000 millones de euros para toda Europa. Estos están destinados a medidas de investigación, prevención, diagnóstico precoz, mejora de los tratamientos y mejora de la supervivencia. España, en este sentido, va con retraso. Porque, aunque el Plan se haya publicado este año, la realidad es que se lleva más tiempo trabajando en el mismo. Aun sabiendo cuáles eran las medidas que se iban a proponer, España apenas ha empezado a trabajar en ellas. Por poner un ejemplo, en el ámbito de la prevención, destaca la Ley del Tabaco, que fue muy positiva cuando salió, pero que ya hace tiempo que necesita una actualización. Se observa en datos como que hay grupos de población en los que el consumo de tabaco no solo no ha disminuido, sino que ha aumentado. Otro problema está en los programas de cribado. En el caso del cribado de cérvix, este sigue sin estar organizado correctamente. Lo mismo con el cribado de colón, que parece estar implantado de forma desigual. Aunque sin duda otro de los grandes déficits es el contar con centros de referencia del abordaje del cáncer.
¿Cómo deberían ser estos centros integrales de tratamiento del cáncer en España o cómo son los que ya existen en Europa?
El Plan Europeo habla de que para el año 2025, el 90 por ciento de los pacientes tienen que estar siendo tratados y atendidos bajo el paraguas de los llamados ‘Comprehensive Cancer Centres’. En Europa se lleva ya muchos años trabajando en este sentido. Es el caso, por ejemplo, de Italia, que ya cuenta con un número relevante de centros del cáncer por todo su territorio. En Francia hay una situación similar. Y Alemania, que iba con más retraso, ha realizado un impulso importante en los últimos años. Cada país tiene sus características propias y tiene que ir adaptándose. El problema es que en España no tenemos claro ni cómo debe ser su estructura. Tenemos una estructura sanitaria para el abordaje del cáncer muy minifundista, por así decirlo. Una de las características que tiene es que hay servicios de Oncología en prácticamente todos los hospitales. Esto tiene sus pros y sus contras. Como punto positivo, las ventajas para el paciente en cuestión de desplazamientos. Pero la desventaja está más bien en cuestiones de calidad, porque al tratar un menor número de pacientes se pierde esa especialización. En este sentido, hay que tener en cuenta que contamos con más opciones y herramientas, como la telemedicina, que pueden paliar en cierto sentido el problema de las distancias. La cuestión de fondo es que adaptarse a la estructura de los centros integrales de tratamiento del cáncer, más especializados y que concentren más pacientes, supone un verdadero cambio en nuestra estructura. Pero para dar los primeros pasos necesitamos planificación y gobernanza.
En este modelo entrarían no solo los grandes centros especializados, sino también el poder tratar al paciente fuera del hospital, incluso en su propio domicilio.
Claro, contar con estos centros no significa que el paciente vaya a tener que estar viajando continuamente. El objetivo es crear una estructura en red, con centros de mayor a menor gobernanza, y acercarse lo máximo posible al paciente utilizando todas las tecnologías. Todo es parte de la propia evolución de la ciencia. Al igual que antes ante cualquier mínima intervención se precisaba de un ingreso y ahora tenemos la cirugía ambulatoria, ya también contamos con planes y programas de tratamientos ambulatorios e incluso de tratamientos domiciliarios, que es el futuro.
¿Qué potencial tienen, entonces, las nuevas tecnologías como la Inteligencia Artificial para facilitar la toma de decisiones clínicas o el seguimiento y monitorización de los pacientes?
Lo que ocurre es que todas estas nuevas tecnologías todavía son experimentales. Está claro que son el camino, pero todavía falta definir su papel a nivel global. Debemos seguir trabajando en proyectos piloto para poder ir explorando lo que podemos hacer de una forma más organizada de lo que se está haciendo.
¿Y todo esto cómo está impactando en el estándar de la atención oncológica en España? ¿Qué ha aportado en concreto el Programa QOPI a los hospitales españoles?
Este es el programa de calidad de la Asociación Americana de Oncología Clínica (ASCO), para medir y mejorar la calidad en los centros de Estados Unidos. Aun teniendo en cuenta que el sistema americano es muy diferente al sistema español, la gran ventaja es que es un programa que parte de los propios profesionales y no viene impuesto por las autoridades. Se basa principalmente en tres iniciativas: una de formación y de entrenamiento en calidad, la segunda de autoevaluación y el tercer pilar es una acreditación independiente, una auditoría por decirlo de alguna forma. Los test de autoevaluación se hacen anualmente y la auditoría se hace cada tres años. En España ya somos algunos los centros que seguimos este Programa QOPI, aunque somos precisamente los centros más grandes, por lo que es necesario extender el modelo para tener una visión más global y representativa. Pese a ello, es destacable que los que ya nos hemos incorporado obtenemos bastantes buenos resultados, comparando con las medias de los centros americanos.
Hablando de calidad, ¿se ha deteriorado la atención a los pacientes con cáncer tras la pandemia?
Sin duda, las consecuencias de la COVID-19 han afectado de forma importante a todas las enfermedades crónicas y una de las más importantes es precisamente el cáncer. Pero no ha sido solo algo que haya pasado en España, es una circunstancia que se ha dado en todos los países. Aunque es cierto que los hay que han puesto planes de recuperación más rápidos que otros.
¿Y cuál ha sido la situación de los profesionales de la Oncología en este tiempo?
Los profesionales hemos sufrido como el resto de especialistas, y todavía hay cierta desmotivación, pero creo que esta deriva precisamente de la ausencia de planes de recuperación, en los que además deberían participar los propios profesionales.
Por último, ¿qué retos se marca la Fundación ECO en la agenda?
Tenemos previsto continuar con el Programa QOPI y la asociación con ASCO, pero también mirar más hacia Europa con la European Cancer Organisation y con el Plan Europeo del Cáncer.