Existe un rechazo al hablar de depresión, por miedo a lo desconocido y al estigma social. El psiquiatra tiene un papel destacado en la divulgación sobre la depresión y cómo afrontarla, así como sobre la manera de apoyar a las personas que la sufren
24 de mayo 2023. 11:30 am
La salud mental es una cuestión de todos, puede afectar a cualquier persona. Hasta que a uno mismo o a su entorno no le toca, no se toma conciencia. Es entonces cuando se le da la máxima importancia. Queda mucho por hacer, por concienciar y…
La salud mental es una cuestión de todos, puede afectar a cualquier persona. Hasta que a uno mismo o a su entorno no le toca, no se toma conciencia. Es entonces cuando se le da la máxima importancia. Queda mucho por hacer, por concienciar y por sensibilizar a la sociedad.
Las consideraciones que tiene la población sobre la depresión difieren frecuentemente del concepto de depresión que tienen los psiquiatras o psicólogos en términos de psicopatología.
La depresión se utiliza para referirse a un estado donde el síntoma principal es la tristeza, pero no diferenciando entre tristeza normal o patológica, o si es un síntoma que podría encajarse dentro de otro trastorno mental o en el ámbito de los malestares emocionales de la vida cotidiana.
A su vez, en los medios de comunicación es cada vez más común hablar sobre la depresión, debido a que en estos años ha aumentado su incidencia.
Agentes implicados
No cabe duda que la depresión es un tema de interés social, que se encuentra en la agenda política. Por eso, es importante el papel de las Administraciones Públicas, los medios de comunicación y de los profesionales. Su influencia y el impacto que pueden tener estos agentes sobre el concepto de depresión en la opinión pública puede fomentar un mejor conocimiento de la depresión en la sociedad, como problema de salud mental, mejorando la detección precoz y optimizando la utilización de recursos sanitarios.
No obstante, también existe un rechazo, porque probablemente existe miedo a lo desconocido, al estigma social. Es por ignorancia y desinformación. Se tiene a poner etiquetas y a estigmatizar a la persona que tiene un problema.
Incapacidad
La depresión es una de las patologías más incapacitantes, más prevalentes y a la vez más desconocidas, que requiere un tratamiento integral.
El estigma no es un concepto nuevo de nuestro siglo. Ya los griegos lo recogían: se denominaba a la marca que se hacía a los esclavos para ser fácilmente reconocidos y discriminarlos.
A menudo estos prejuicios, que a la vez son raíces del estigma de las enfermedades mentales y de la depresión, tienen que ver con la incapacidad, la invalidez, la irresponsabilidad, la discapacidad, la falta de voluntad y debilidad de carácter, que se les atribuye a las personas con esta patología.
Muchas personas que padecen depresión creen que los demás, incluidos familiares y amigos, reaccionarían negativamente si se enteraran de ello.
Ese estigma provoca marginación y aislamiento, hecho que interfiere en su tratamiento y evolución, y no contribuye, en muchos casos, a su recuperación.
Más información
Los recursos de salud públicos y comunitarios deben orientarse a reducir este estigma y mejorar el conocimiento de la depresión en la población.
En líneas generales, la población no distingue la depresión de los trastornos adaptativos e, incluso, de las reacciones emocionales negativas de rabia o tristeza. La población piensa que esta enfermedad afecta principalmente a personas inestables, de carácter débil y conflictivas y que se puede fingir. La razón de esta banalización de la enfermedad puede ser que haya pasado a considerarse una dolencia normal y se utiliza el término depresión para referirnos tanto a la enfermedad propiamente dicha, como a las reacciones emocionales negativas y cotidianas de la vida diaria.
A esto hay que sumar que los pacientes pueden sentirse avergonzados por estar de baja laboral por estar deprimidos. Es una labor de los psiquiatras comunicarles que la depresión es una enfermedad como cualquier otra y que diagnosticada por un clínico tiene la misma entidad que cualquier otra enfermedad.
Para evitar dicho estigma, es necesario trabajar no solo desde el ámbito de la sanidad sino desde el mundo de la comunicación y desde el ámbito educativo.
El psiquiatra puede ser de gran ayuda para la divulgación dentro de la sociedad de ideas más realistas sobre la depresión y cómo afrontarla, así como sobre la manera de apoyar a las personas que la sufren.
Existe un cierto temor, especialmente entre las mujeres, a que los antidepresivos puedan generar dependencia y a que no les dejen ser ellos mismos, factores que pueden influir en el abandono de los tratamientos antes de tiempo.
Mensajes adecuados
El conocimiento puede desculpabilizar a las personas con depresión y a su entorno. Hay que tener en cuenta que no todos los mensajes de ayuda que el entorno ofrece a la persona con depresión son beneficiosos. Así, los mensajes como ánimo, tú puedes, pueden ser entendidos por la persona deprimida como un fracaso, ya que se ve con dificultad de mejorar sin ayuda, y puede empeorar su ánimo al ver que no consigue dicha mejoría.
Sí son ejemplo de mensajes de ayuda el comentar que no se encuentra solo y que todas las personas que le quieren están con él.
También es importante comentar a los pacientes que existen psicoterapias eficaces para el tratamiento de la depresión, como las psicoterapias cognitivo-conductuales o la interpersonal.
Tener depresión no se trata de una elección, sino de una enfermedad, tan involuntaria como cualquier otra, con su fisiopatología y su sustrato biológico, que sucede en nuestro organismo y que no es independiente del funcionamiento y la homeostasis de este, ni de lo que sucede en su entorno.
Papel del paciente
Es importante transmitir la idea de que el papel activo del paciente en la depresión consiste en cuidarse, en consultar con un especialista y seguir las recomendaciones que considere.
Para ello, es clave que los especialistas se sigan actualizándose en los avances científicos que se produzcan y conozcan las novedades de tratamientos, para poder ofrecer una mejor explicación de los procesos fisiopatológicos que intervienen en la depresión y acercar estos conceptos a la población, tanto del ámbito sanitario como a la población general.
En este contexto, hay que centrar esfuerzos en implicar al paciente y a su familia en el autocuidado, dándoles información y formación sobre la enfermedad para que la comprendan mejor y haya una mayor adherencia a los tratamientos.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Psiquiatría Federico Martín Ortiz, consulta privada en Málaga; Carla Falconi Valderrama, de la Unidad de Salud Mental Comunitaria de Algeciras; Felipe Bueno Dorado, de la Unidad de Salud Mental de Navalmoral; Maribel Justo Simón, del Centro Salud Mental Adultos Alt Maresme-Calella, en Barcelona; María Teresa Novo del Valle, de Lugo; Ester García Morcillo, de la Unidad de Salid Mental La Florida-Babel, en Alicante, y el geriatra Enrique Arriola Manchola, de la Fundación Matia, en San Sebastián.