La
insulina glargina es un análogo de la
insulina humana de duración prolongada, que se une al receptor IGF-1, con una afinidad mayor que la insulina humana.
Se debe administrar cuando las cifras de glucemia así lo requieren con el fin de optimizar el
control glucémico en
pacientes con diabetes mellitus tipo 2 en pauta alternando con la insulina rápida.
En el inicio de su administración se calcula la glucemia objetivo y la relación, calculando la diferencia del cociente entre ambas.
Se pueden beneficiar de la pauta con
insulina glargina los
pacientes con diabetes mellitus tipo 2, con aumento de necesidades de insulina basal, como pacientes obesos, con antecedentes de eventos macrovasculares o hipoglucemia.
Inercia terapéutica
En dicha situación, hay que prestar atención a la
inercia terapéutica. En dicho grupo de pacientes, la inercia terapéutica se refiere a la falta de intensificación del tratamiento cuando los niveles de glucosa en sangre no se controlan adecuadamente. Aunque existen diversas opciones de tratamiento disponibles para la
diabetes mellitus tipo 2, es común que no haya el ajuste adecuado para alcanzar los
objetivos de control glucémico.
La
inercia terapéutica puede ocurrir por varias razones. En algunos casos, el especialista puede estar preocupado por los efectos secundarios o por una posible hipoglucemia al aumentar la dosis.
En otros, son los pacientes los que pueden tener dificultades para adherirse a los
cambios en el estilo de vida y al tratamiento farmacológico, lo que hace que no se alcance el
control glucémico.
Hay que tener en cuenta que la
inercia terapéutica es un problema común y que para superarla los pacientes deben comprender la importancia de un control glucémico adecuado y que estén dispuestos a seguir las recomendaciones de tratamiento. Por su parte, los médicos deben evaluar de forma regular los niveles de glucosa en sangre y ajustar la terapia según sea necesario para alcanzar los objetivos establecidos.
Insulinización basal
La
insulinización basal es una estrategia utilizada en el tratamiento de la
diabetes tipo 2 cuando los niveles de glucosa en sangre no se pueden controlar adecuadamente con cambios en el estilo de vida y antidiabéticos orales.
Para determinar la dosis inicial y los objetivos de glucemia es importante realizar una evaluación exhaustiva del paciente, incluyendo historial médico, medicamentos actuales, patrones de glucosa en sangre y cualquier complicación o enfermedad concomitante.
La dosis inicial puede variar, pero generalmente se recomienda comenzar con 10 unidades e ir haciendo ajustes, con un aumento de 2 unidades cada 2-3 días hasta alcanzar el control glucémico deseado (80-130 mg/dl glucosa en sangre). Durante este periodo es clave establecer un monitoreo frecuente de los niveles de glucosa en sangre.
Educación diabetológica
Además, es esencial educar al paciente sobre la terapia con insulina, su forma de administración, uso del dispositivo y la importancia de la adherencia al tratamiento.
En este sentido, es importante que los pacientes sigan las indicaciones del médico y que cumplan con el horario y las dosis recomendadas, y así como realizar las pruebas de glucosa en sangre según las indicaciones y llevar un registro de los resultados.
Insulina glargina biosimilar
Los pacientes con diabetes se pueden beneficiar de la
insulina glargina biosimilar. Un biosimilar es un medicamento biológico.
Los biosimilares y el producto de referencia no tienen diferencias clínicamente significativas, y ofrecen la misma seguridad y eficacia.
La obtención de los
biosimilares suele partir de las mismas fuentes, por lo que son tan seguros y eficaces como sus productos de referencia.
En cuanto a su regulación, los
biosimilares se autorizan cuando los estudios sobre su eficacia, calidad y seguridad farmacéutica demuestran una relación positiva riesgo-beneficio. Así, el biosimilar debe demostrar biosimilitud al producto de referencia, basándose en la experiencia en materia de seguridad y eficacia adquirida.
Proceso de fabricación
La
insulina glargina biosimilar se fabrica a través de complejos procesos. Se obtiene mediante tecnología del ADN recombinante, donde se desarrolla con una bacteria que ha recibido un gen (ADN) capaz de producir
insulina glargina. La
insulina glargina difiere muy ligeramente de la insulina humana.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Atención Primaria Emilia Melero Rodríguez, del Centro de Salud Aguadulce Sur; Miguel Ángel Moro Morales, del Centro de Salud Huercal Overa; Gloria Fernández del Olmo, del Centro de Salud Almería Centro, y José García Cintas, José, del Centro de Salud Plaza de Toros, todos en Almería; el endocrinólogo Alfonso José López Alba, del Hospital Alvarez Buylla, en Mieres, y los especialistas en Medicina Familiar y Comunitaria Oscar Llorian Fernández-Rivera, Centro de salud Mieres Sur y Adrián Villar Naredo, Centro de Salud de Riafio, en Langreo, y Francisco Javier Gómez Alfonso, Jesús Moreno Fernández, Javier López Ruiz del Portal y Maykel Blanco Pérez, de Cuidad Real.