Las guías de práctica clínica establecen unos criterios para decidir el momento de inicio de insulinoterapia. La insulinización debe iniciarse cuando la terapia con modificaciones de estilo de vida más antidiabéticos no insulínicos no alcanza el objetivo de control glucémico o ante síntomas de hiperglucemia.
31 de mayo 2023. 10:25 am
La insulina continúa siendo esencial en el tratamiento de la diabetes tipo 2 y, evidentemente, es primordial en personas con diabetes tipo 1. Gran parte de las guías de práctica clínica la recomiendan cuando los objetivos de control glucémicos no se consiguen con los antidiabéticos…
La insulina continúa siendo esencial en el tratamiento de la diabetes tipo 2 y, evidentemente, es primordial en personas con diabetes tipo 1. Gran parte de las guías de práctica clínica la recomiendan cuando los objetivos de control glucémicos no se consiguen con los antidiabéticos orales no insulínicos.
El arsenal terapéutico se ha visto incrementado en los últimos años tras la aparición de fármacos para el tratamiento de la diabetes que ofrecen seguridad, eficacia, pérdida de peso y disminución del riesgo de hipoglucemias, por lo que el inicio de la insulinización se ha retrasado de forma constatada.
A la hora de administrar insulina es importante tener en cuenta el tiempo de inicio, es decir, el periodo que transcurre desde que se inyecta la insulina hasta que llega a la sangre y comienza a bajar la glucosa; el punto de acción máxima, que es cuando la insulina alcanza su máxima acción con respecto a la bajada de glucosa en sangre, y la duración, o el tiempo durante el cual la insulina continúa su acción para reducir los niveles de glucosa.
Tipos de insulina
Existen varios tipos de insulina en función de la velocidad de absorción. La insulina de acción rápida es la que comienza a ejercer su efecto reductor de la glucosa 15 minutos después de su administración y su punto de acción máxima sucede entre 2 y 3 horas después de la inyección. La duración de su efecto es de entre 3 y 6 horas. Por eso, la insulina rápida se inyecta antes de las comidas y suele aplicarse entre 4 y 6 veces al día. El especialista y el paciente deberán ajustar la dosis para evitar picos de insulina, ya que si administra en exceso baja el azúcar.
Por su parte, la insulina de acción corta o regular es la que llega a la sangre y empieza su acción a los 30 minutos después de inyectarla. Su punto de acción máxima tiene lugar entre 2 y 3 horas después de la inyección, y la duración de su acción se prolonga desde 12 a 18 horas. Se administra antes de las comidas y puede ser beneficiosa en determinadas personas que no necesiten un efecto tan rápido.
El tiempo de inicio de la insulina de acción intermedia sucede entre 1 y 4 horas después de inyectarla, mientras que su punto de acción máxima puede llegar incluso a las 7 horas tras la inyección. Por último, la duración de su acción es de entre 12 a 18 horas. Suele inyectarse combinada con la insulina de acción corta.
Con respecto a la insulina de larga duración o acción prolongada, hay que recordar que suele llegar a la sangre varias horas después de la inyección y tiene un tiempo de duración de 24 horas, durante el cual mantiene unos niveles bajos de glucosa. La insulina de larga duración suele inyectarse por la mañana o antes de acostarse.
Forma de administración
La forma más común de inyectar insulina es a través de una jeringuilla o una pluma. También es posible administrarla con la bomba que proporciona insulina durante 24 horas a través de un catéter bajo la piel del paciente.
Uno de los aspectos a tener en cuenta a la hora de inyectar insulina es la zona en la que se va a realizar. En primer lugar, debe estar libre de bultos, hematomas, heridas o fisuras y limpia con agua y jabón.
Los pasos a seguir para inyectar la insulina son los siguientes. Primero hay que pellizcar de forma suave la piel con los dedos pulgar e índice con el fin de levantar un pliegue sobre el que se inyectará la jeringa o la pluma. De esta forma, se evitará que la insulina entre al músculo.
A continuación, se insertará la aguja entera en ángulo recto. Lo aconsejable es utilizar agujas de 4, 5 o 6 mm de longitud. Una vez que se ha introducido la aguja, se apretará el émbolo de la jeringa para inyectar la insulina. Después, se suelta el pliegue levantado y, por último, se contará hasta 10 antes de retirar la aguja de la piel.
Insulinización
La insulinización puede hacerse en el momento del diagnóstico o en el seguimiento. Al comienzo de la enfermedad, si aparece pérdida de peso inexplicable por otra causa, cetonuria intensa o síntomas cardinales de diabetes. Debe sospecharse un déficit de insulina grave con hemoglobina glucosilada (HbA1c) >9 %.
Durante el seguimiento puede ser necesaria la insulinización transitoria ante determinadas circunstancias o episodios intercurrentes (enfermedad febril, traumatismos graves, tratamiento corticoideo, cirugía mayor, embarazo, hospitalizaciones…) o la insulinización permanente, cuando con fármacos no insulínicos no se consiga el control glucémico adecuado para las características individuales del paciente.
Recomendaciones de inicio
Las guías de práctica clínica establecen unos criterios de ayuda para decidir el momento de inicio de insulinoterapia. Según la American Association of Clinical Endocrinologists y el American College of Endocrinology, la insulinización debe iniciarse cuando la terapia con modificaciones de estilo de vida más antidiabéticos no insulínicos no alcanza el objetivo de control glucémico o siempre que haya síntomas de hiperglucemia.
Por su parte, el posicionamiento de la American Diabetes Association es iniciar la insulinización en pacientes en los que el control de glucemia sea insuficiente a pesar de la utilización de tres fármacos antihiperglucemiantes en combinación.
También contempla la indicación de iniciar la terapia con insulina si la HbA1c =10 %, glucemia venosa =300 mg/dl o el paciente presenta marcados síntomas cardinales. Debe considerarse un tratamiento combinado que incluya insulina hasta que se resuelva la glucotoxicidad. Una vez resuelta, se puede adaptar a un régimen más sencillo de antidiabéticos no insulínicos.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Medicina Familiar y Comunitaria Antonio Martínez Gris y Roberto Fellone Travel, y el endocrinólogo Daniel Romero Esteban, del Centro de Salud Puente Tocinos, y Alicia Aráez Rodenes, José Antonio Martin Clos y José Luis Blasco, de Valencia.