16 de febrero 2018. 2:15 pm
La necesidad de personalizar los tratamientos y estandarizar los diagnósticos fue la principal conclusión de la jornada sobre trastornos afectivos celebrada este jueves en Barcelona. La sesión científica, auspiciada por Lundbeck, fue coordinada por Eduard Vieta, jefe del Servicio de Psiquiatría y Psicología del Hospital…
La necesidad de personalizar los tratamientos y estandarizar los diagnósticos fue la principal conclusión de la jornada sobre trastornos afectivos celebrada este jueves en Barcelona. La sesión científica, auspiciada por Lundbeck, fue coordinada por Eduard Vieta, jefe del Servicio de Psiquiatría y Psicología del Hospital Clínic de Barcelona y del Grupo de Trastornos Bipolares del Idibaps.
En el encuentro participó Andrea Fagiolini, profesor de Psiquiatría y director del Departamento de Salud Mental de la Facultad de Medicina de la Universidad de Siena. Como subrayó, “disponemos de algoritmos, formación científica y criterios específicos para realizar los diagnósticos, lo que es muy útil. Pero, por otro lado, tenemos que reconocer que cada paciente es distinto, tanto en términos de lo que contribuye a la gravedad de la enfermedad y sobre los síntomas particulares que presenta cada paciente con depresión o trastorno bipolar”.
Desde su punto de vista, una vez que se han determinado los síntomas y en qué situaciones se presentan deberá personalizarse el tratamiento. “Por ejemplo, tenemos muchos antidepresivos: si tenemos dos que funcionan en seis de cada diez pacientes, sabemos que los que responden al primero no tienen por qué funcionar con el segundo. El reto es encontrar el mejor tratamiento de manera inmediata para cada paciente y, en muchas ocasiones, lo encontramos tras dos, tres o cuatro intentos”, recordó.
Para Vieta, director científico del Cibersam, este aspecto es especialmente relevante para depresión y trastorno bipolar, dos enfermedades con una alta prevalencia. “La depresión es la segunda causa de discapacidad mundial y, por su ritmo de crecimiento, se calcula que en 2020 será la primera. Se suele pensar que es un problema de personas con alto nivel adquisitivo y no es verdad: es un problema especialmente grave en países pobres y no se habla de eso”, lamentó. En cuanto al trastorno bipolar, advirtió las numerosas carencias de formación entre los propios médicos que dificultan el pronóstico.
Recuperar la funcionalidad de los pacientes
“Los médicos, cada vez más tenemos que tender a medir el éxito desde la perspectiva del paciente. Y esto en Psiquiatría es llevar una vida normal: el paciente no quiere dejar de cumplir los criterios del DSM de depresión, lo que quiere es volver a trabajar, disfrutar de su familia o ir al cine. Y, en ocasiones, hemos fallado porque tratamos y mejoramos la salud del paciente, pero no alcanza ese nivel de bienestar y de funcionalidad que ellos querían y siguen de baja. La psiquiatría tiene que tender a esa ambición, que no siempre es fácil de conseguir, pero debemos ir hacia ella, porque ha llegado el momento en que no hay que limitarse a tratar los síntomas del estado de ánimo y hay que ir más allá, que es lo que nos demandan los pacientes”, subrayó.