La Medicina Interna es una especialidad médica nuclear cuya misión asistencial es la atención médica integral de los pacientes adultos y adolescentes con enfermedades agudas o crónicas y enfermedades sin diagnóstico definido.
Los internistas se forman bajo el principio de que ninguna enfermedad o problema clínico del adulto es ajeno a su incumbencia y responsabilidad. Esta actitud ha favorecido su participación en la mayoría de los retos asistenciales a los que ha tenido que hacer frente nuestro sistema sanitario, como ha sido la COVID-19 en estos últimos tres años, donde ha atendido al 80% de los pacientes hospitalizados no críticos.
El desarrollo profesional del médico internista conlleva un binomio, aparentemente opuesto, que reúne dos facetas irrenunciables y complementarias. Por un lado, la faceta de médico generalista hospitalario que asegura una visión integral y global de la persona enferma. Por otro lado, el desarrollo académico y científico requiere una necesaria especificación, que no especialización, en determinadas áreas de interés que permitan la investigación biomédica mediante el enfoque selectivo de áreas concretas del conocimiento.
Modo de entender y realizar la asistencia clínica
La Medicina Interna constituye, básicamente, un modo de entender y realizar la asistencia clínica y no un ámbito de investigación. El internista puede convertirse en experto de un área específica de la medicina y mantener, dentro de su capacitación general, la especificación investigadora que no es equivalente a la especialización exclusiva. En este sentido, el desarrollo de áreas de capacitación dentro de la Medicina Interna, como Urgencias y Enfermedades Infecciosas, permitirá este desarrollo dual, evitando la creación de nuevas especialidades médicas que sólo contribuiría a incrementar la actual fragmentación de la asistencia.
Las especialidades médicas son consecuencia obligada del avance científico y tecnológico y son los vectores imprescindibles para aplicar la tecnología diagnóstica y terapéutica más moderna y hacer avanzar la investigación médica.
Sin embargo, la enorme especialización de la medicina ha generado hospitales con una organización interna poco permeable en la que con frecuencia se impide el desarrollo de modelos cooperativos orientados a los pacientes.
Esta atomización de la asistencia hospitalaria conduce hacia circuitos asistenciales adversos para un importante segmento poblacional (pacientes pluripatológicos, crónicos complejos y geriátricos) cuya asistencia adecuada, más que un modelo curativo, requiere un modelo de cuidados basado en la multidisciplinariedad, la integralidad y la continuidad asistencial.
Elementos claves de la continuidad asistencial
La implantación de los procesos asistenciales está impulsando la comunicación entre la asistencia primaria y hospitalaria, en el marco de ofertar una atención centrada en el paciente que considera la continuidad asistencial un factor imprescindible para la calidad asistencial.
Los internistas compartimos con los médicos de familia una formación multidisciplinaria y una visión integradora de la medicina. Esta polivalencia y versatilidad propia de clínicos generalistas nos permite ser garantes de la atención integral y elementos vertebrales de la continuidad asistencial.
Desde la Medicina Interna se viene reclamando la necesidad de recuperar la visión global del enfermo, asumiendo al paciente como una única biografía con episodios de necesidades abordables en diferentes niveles (Primaria, especializada, hospitales, unidades de día o centros sociosanitarios) con criterios de integración.
La continuidad asistencial supone armonizar la alta especificidad con la polivalencia mediante un adecuado flujo de pacientes, permitiendo que cada enfermo sea tratado en el nivel asistencial adecuado.
Los procesos asistenciales integrados, que definen las actividades y la calidad exigida de las actuaciones en cada nivel asistencial, son una herramienta útil para la atención continuada. El internista, como generalista hospitalario, y el médico de familia, como generalista comunitario, comparten una misma mentalidad de asistencia integral y deben ser los pilares de este cambio organizacional.
Medicina Interna en los hospitales de tercer nivel
En los hospitales de tercer nivel han ido surgiendo por imperativos asistenciales diversas líneas de trabajo, frecuentemente lideradas por los internistas más activos, que han dado excelentes resultados: infecciosas, enfermedades autoinmunes sistémicas, riesgo vascular, etc.
Sin embargo, los hospitales de especialidades nunca son terciarios puros, sino que tienen encomendadas funciones asistenciales de hospital de área. Por tanto, tienen que simultanear funciones de alta referencia con tareas asistenciales básicas, las cuales deben ser articuladas desde los servicios de Medicina Interna. Armonizar la alta especificidad con la polivalencia es uno de los mayores desafíos a los que nos enfrentamos los internistas.
El envejecimiento poblacional conlleva una mayor prevalencia de pacientes geriátricos frágiles, pluripatológicos y crónicos complejos persistentemente sintomáticos. Algunos estudios señalan que el 2,5 % de los pacientes ingresados en los servicios de Medicina Interna protagonizan el 10 % de los ingresos y generan un promedio anual de 3,5 asistencias a consultas externas y 4,5 visitas a urgencias.
Programa de crónicos permanentemente sintomáticos
Existen experiencias en nuestra comunidad que demuestran que la puesta en marcha de un programa de crónicos permanentemente sintomáticos produce una reducción significativa de ingresos hospitalarios, días de estancia y consultas en urgencias.
Se ha comunicado que, en los hospitales universitarios, sólo el 15% de los pacientes ingresados tienen patologías únicas órgano-dependiente. Los pacientes hospitalizados tienen una media de 6 problemas médicos. Las encuestas de salud realizadas en nuestro medio han comprobado que entre el 72% y el 96 % de los pacientes geriátricos presentan trastornos crónicos y que el número medio de enfermedades crónicas declaradas por ellos oscila entre 1,2 y 4,2 alcanzando los 6,4 procesos crónicos por paciente geriátrico ingresado.
La figura del médico “hospitalista” ha surgido con gran vigor en los últimos años, principalmente en Estados Unidos, asociada al concepto de asistencia compartida. Su función es atender a los pacientes ingresados en el hospital por otros especialistas, coordinar su asistencia y asegurar la continuidad de los cuidados. Se ha demostrado que estos profesionales reducen los costes hospitalarios en un 13,4 %, disminuyen las estancias en un 26,6 %, mejoran y mantienen unos buenos indicadores de satisfacción tanto por los pacientes como por los especialistas.
El entorno actual de la Medicina Interna
La Sociedad Española de Medicina Interna (
SEMI) define la Medicina Interna como una especialidad médica troncal de ejercicio fundamentalmente hospitalario, que ofrece a los pacientes adultos una atención integral a sus problemas de salud. Utiliza un abordaje médico en la prevención, diagnóstico, indicación terapéutica y seguimiento de las enfermedades del adulto, incluyendo también su rehabilitación y paliación.
Los internistas aportan su polivalencia en hospitalización de agudos y en las urgencias, son el eje vertebrador en el hospital, ejercen funciones de consultoría en Atención Primaria y ofrecen aspectos innovadores en las áreas alternativas a la hospitalización convencional y en el ámbito sociosanitario. Se caracterizan por una gran capacidad de adaptación a los cambios de su entorno, tienen un papel avanzado en la formación de otros profesionales sanitarios y están preparados para el ejercicio de la investigación clínica.
El campo de acción del internista se deriva de sus principales valores y capacidades, en especial de su visión integradora y su polivalencia, centrándose en la atención al enfermo pluripatológico, al enfermo con diagnóstico difícil, así como a la atención a todas las enfermedades prevalentes del adulto en al ámbito hospitalario.
Líneas de desarrollo de la Medicina Interna
En documentos publicados por la SEMI y en el Plan Estratégico de la especialidad de la Comunidad Autónoma de Madrid se indican las siguientes líneas de desarrollo de la Medicina Interna. El compromiso en la creación de prácticas de alto valor que contribuyan a la sostenibilidad del sistema de salud. La necesidad de cambiar el modelo hospitalario actual y promover nuevos modelos organizativos basados en departamentos polivalentes. Estos modelos deben incluir unidades diferenciadas, multidisciplinares y multiprofesionales. La necesidad de extender en los hospitales programas de cogestión de pacientes quirúrgicos, la asistencia compartida, de promover la creación y el desarrollo de unidades de medicina hospitalaria ambulatorias, hospitales de día, unidades de diagnóstico rápido…, que garanticen alternativas al ingreso para poblaciones específicas. La importancia del internista en la integración de la atención y en la gestión de enfermedades crónicas en coordinación con la Atención Primaria y con otros niveles de cuidados, así como con los servicios sociales. La continuidad asistencial, especialmente en el paciente con diagnóstico o tratamiento complejo y la importancia de la Medicina Interna en la enseñanza de grado y postgrado y en la investigación científica.
Los internistas están capacitados para guiar al enfermo en su compleja trayectoria por el hospital, dirigir el protocolo de actuación frente a su enfermedad y coordinar al resto de especialistas necesarios para conseguir un tratamiento adecuado.
Tendencias de futuro en la Medicina Interna
En los próximos años consideramos que influirán de forma determinante en la práctica de la Medicina Interna los siguientes elementos. El profesionalismo, autorregulación y gestión clínica están comprendidos dentro del compromiso de la especialidad con la Sociedad. El control sobre el gasto sanitario y la rendición de cuentas sobre la eficacia de los recursos destinados a Sanidad tenderán a aumentar. El desarrollo de un nuevo liderazgo médico, dentro de equipos multidisciplinares que presten una asistencia centrada en el paciente. Las expectativas más exigentes de los ciudadanos, no solamente en relación con la capacidad de elección y la transparencia de la información, de decisión, de inmediatez de respuesta y de mayor confortabilidad, sino que pasarán de ser “consumidores” de asistencia sanitaria a “productores” (o gestores) de su salud.
El hospital deberá experimentar un profundo cambio para insertarse dentro de una red integral de servicios sanitarios y sociosanitarios. Se producirán importantes cambios tecnológicos, cuya curva de incorporación dependerá de la flexibilidad, el desarrollo de equipos multidisciplinares, el rediseño de las competencias profesionales, la formulación y diseño de carreras profesionales y el desarrollo de perfiles de puestos de trabajo que reflejen esos cambios.
Las tecnologías de la información (TIC) tenderán a modificar el funcionamiento del sistema sanitario y las relaciones entre los pacientes y los profesionales.
Los internistas deberán jugar un papel muy importante para coordinar el cuidado de los pacientes que, en muchas ocasiones, son tratados por médicos de diferentes especialidades, como los que tienen diabetes mellitus tipo 2, los procesos oncológicos, enfermedades cardiovasculares y respiratorias, enfermedades infecciosas, cuidados paliativos, envejecimiento, enfermedad tromboembólica…
Medicina Interna ha sido, es y será necesaria
Miguel Vilardell, catedrático emérito de Medicina de la Universidad Autónoma de Barcelona, ex presidente de la Sociedad Española de Medicina Interna y de la Comisión Nacional de Medicina Interna, escribió en 2020 un libro titulado “Visión de la Medicina Interna”. En él se recoge que la Medicina Interna ha sido, es y será necesaria ante los cambios demográficos, cronológicos, la globalización y la necesidad económica.
Además, la Medicina Interna ya ha demostrado su eficiencia a lo largo de los años, en las crisis del aceite de colza, infección VIH y pandemia COVID, y la seguirá demostrando.
La Medicina Interna es integradora; ha sido, es y será un elemento de cohesión, dará una visión global de todo el proceso asistencial y, sobre todo, racionalizará la asistencia y mejorará su calidad.