La diabetes mellitus es una de las patologías crónicas más prevalentes con una alta morbilidad, lo que genera un elevado gasto de recursos sanitarios tanto asistenciales como farmacológicos. Como en la mayoría de enfermedades crónicas prevalentes, el manejo de la diabetes y sus complicaciones debe realizarse desde una perspectiva multidisciplinar, aunque el control clínico y su repercusión económica sigue siendo la atención primaria la que asume el gasto farmacológico, que se ha incrementado en relación a la mayor prevalencia de la enfermedad, diagnóstico temprano, mayor esperanza de vida y al mayor coste de los fármacos más utilizados.
El diagnóstico precoz, un tratamiento económicamente eficiente y la educación para el autocontrol pueden prevenir o retrasar notablemente las complicaciones de origen diabético y salvar vidas. El diagnóstico precoz y tratamiento asociado eleva el gasto por paciente, pero evita enfermedades asociadas, lo que reduce el gasto a largo plazo. Por eso, se considera necesario un plan de abordaje integral seleccionando el tratamiento adecuado acompañado de unos hábitos de promoción de estilos de vida saludables.
No obstante, existe gran variabilidad en el gasto originado por el tratamiento farmacológico de los pacientes diabéticos, por lo que es necesaria una mayor coordinación entre todos los profesionales implicados en su manejo, dirigida a través de las guías clínicas y terapéuticas.
Prevalencia
En este contexto hay que tener en cuenta que el gasto farmacéutico asociado al tratamiento de la diabetes se ha incrementado en relación a la mayor prevalencia de la enfermedad y al mayor coste de los fármacos más utilizados, aunque es posible que se haya reducido el gasto hospitalario en relación a las complicaciones macro y microvasculares, debido a un mayor control de la enfermedad.
Aproximadamente el 70% de diabéticos tipo 2 fallece como consecuencia de accidentes cardiovasculares y más de la mitad de diabéticos tipo 2 cumple los criterios diagnósticos del síndrome metabólico, donde se agrupan alteraciones metabólicas, hemodinámicas y vasculares que tienen a la resistencia a la insulina como base fisiopatológica y que conllevan un elevado riesgo cardiovascular.
Cuando se plantea el cálculo de los costes producidos por una enfermedad, hay que tener en cuenta los costes directos o relacionados directamente con los servicios sanitarios y los costes indirectos e intangibles. La diabetes mellitus es una de las enfermedades crónicas con mayor coste sociosanitario y se asocia a un incremento de tres o cuatro veces en la morbimortalidad cardiovascular. De hecho, la cardiopatía isquémica constituye la principal causa de muerte en los pacientes diabéticos.
Otros factores
Hasta el momento, se han realizado aproximaciones parciales a los costes directos producidos por la diabetes, pero se han dejado de lado otros aspectos muy importantes de la enfermedad que son relevantes para los pacientes que la padecen y para la sociedad en su conjunto. El estilo de vida y un mayor conocimiento de la enfermedad por parte de los pacientes, probablemente contribuye a una edad de diagnóstico más precoz, lo que unido a una mayor esperanza de vida contribuye a un mayor gasto farmacéutico. Por eso, la diabetes es una de las enfermedades con mayor impacto sociosanitario, no sólo por su alta prevalencia, sino también por las complicaciones crónicas que produce y por su elevada tasa de mortalidad.
Educación diabetológica
En general, los pacientes perciben una buena calidad de vida en relación a su enfermedad y respecto al tratamiento utilizado para su control, con fármacos mejor tolerados y con menos efectos secundarios. El mejor control metabólico de los pacientes contribuye a menor tasa de complicaciones lo que se traduce en mejor calidad de vida. Por eso, lo primero que se debe abordar es una buena educación del paciente diabético, basándose en un programa de educación diabetológica, en la evaluación de ese proceso educativo y con refuerzos educativos periódicos.
Desde el punto de vista coste-eficiente, la mejor medicación es metformina en monoterapia o en asociación a sulfonilureas. Teniendo en cuenta la duración de la enfermedad y la posibilidad de patologías asociadas por un mal control, el coste del tratamiento no es decisivo a la hora de pautar al paciente. Pero en pacientes mayores, con riesgo de hipoglucemias, con patologías asociadas el tratamiento de elección suele ser metformina sola o en asociación a IDPP-4. Los inhibidores de SGLT2 se emplean con precaución y en pacientes muy concretos para minimizar riesgos.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores Guillermo Lizardo Acuña Huapaya, Fernando Rodríguez Portillo, Ildefonso Caro Moreno, María Jesús Rayo Olmo, Francisco García Viñas, Francisco Asís Asenjo Hernández, David Avon Gómez, Christian Avon Gómez y José Martos Calzado, de Ciudad Real; Mª Luisa Gómez-Caminero Martin-Peñasco, Fernando de Torres Piñero, Aureliano Martínez Vico, Javier Perona Caro, Luis Tomas Onsurbe Villena, Antonio Cavada Velasco, Rafael Rey Pavón, Juan Luis Muñoz Mata y José Gonzado Delgado Díaz-Benito, de Puertollano. José MIguel Roldán Gaspar, Jesús Francisco Benito Ruesca y Deuel de los Santos Feliz.