El sistema sanitario cada vez está más presionado. Llevamos muchos años hablando de sostenibilidad, de los retos demográficos, de la cronicidad y del aumento del gasto que supone la inversión en nuevas terapias, más eficaces, pero también más caras. Este debate ha planteado muchas posibles…
El sistema sanitario cada vez está más presionado. Llevamos muchos años hablando de sostenibilidad, de los retos demográficos, de la cronicidad y del aumento del gasto que supone la inversión en nuevas terapias, más eficaces, pero también más caras. Este debate ha planteado muchas posibles alternativas, aunque no siempre efectivas, quizás porque no eran lo suficientemente disruptivas. Pero durante los años de pandemia algo cambió. Para empezar, se hizo más evidente que nunca que el problema de la sostenibilidad del sistema no era una preocupación futura, sino del presente. Por otro, vivimos la irrupción definitiva de la salud digital, que por primera vez plantea un cambio de modelo, casi incuestionable a estas alturas.
Tal y como afirmaba Jose Luis Díez, senior advisor de Health en EY en la inauguración del X Congreso Internacional de Salud Digital, “sin la salud digital no hay sostenibilidad, la sostenibilidad del sistema depende de que seamos capaces de definir e implantar la salud digital”.
Según este experto, la transformación digital debe pasar por la transformación del propio modelo asistencial, la explotación inteligente del dato sanitario y la interoperabilidad. No obstante, la clave está en modificar el proceso asistencial con tecnología, no usar la tecnología para seguir haciendo lo mismo.
Salud basada en valor
Uno de los grandes debates del sistema sanitario es que falta financiación para ofrecer una Sanidad de calidad. Aunque otros muchos estudios señalan que gran parte del problema, en realidad, está en una mala gestión. Así, tal y como se puso de manifiesto en el XXXIX Congreso de la Sociedad Española de Calidad Asistencial, “uno de cada 4 euros gastados en el SNS no está aportando valor en términos de salud y bienestar”, en palabras de Salvador Peiró, investigador de la Fundación de Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunidad Valenciana (FISABIO).
En opinión de Peiró, existe “demasiada poca información para cuantificar el impacto de esta miscelánea de elementos (desde los fallos organizativos a la mala gobernanza, pasando por otros elementos) en términos de despilfarro, pero no sería demasiado aventurado conjeturar que podría suponer entre el 5 y el 10 por ciento del gasto sanitario total, aunque en parte se solaparía con el procedente de otras fuentes de despilfarro”.
En esta misma línea, María Gutiérrez-San Miguel Guilera, coordinadora de la Unidad de Procesos Hospitalarios Avanzados del Hospital Vall d´Hebron, durante su ponencia en el I Congreso de Hospitales Disruptivos, señalaba que la práctica sanitaria basada en pruebas diagnósticas, tratamientos, etc., que realmente aporta valor añadido supone solo un 10 por ciento de la actividad. Otro 35 por ciento responde a un valor auxiliar como el registro, trabajo de admisión, triajes, etc. Sin embargo, hay toda una actividad basada en esperas, suspensiones, desplazamientos, etc., que suponen entre el 55 por ciento del tiempo y el 30 por ciento del presupuesto, que no suponen ningún valor añadido al paciente.
Precisamente en este contexto entra la idea de la salud basada en valor, que las nuevas herramientas digitales pueden ayudar a medir y evaluar. Sobre esta idea se posicionaba Marisa Merino, directora del X Congreso Internacional de Salud Digital, que en la inauguración de este explicaba que es necesario dejar de pensar solo en parámetros de salud como colesterol o el azúcar, y empezar a pensar en todo lo que impacta en el paciente. “Y todo eso teniendo en cuenta los costes para hacer sostenible el sistema”.
Así, sacaba a colación conceptos como el right care, que pasan por trabajar con la mejor evidencia disponible, generando más beneficios que perjuicios, y desde un punto de vista coste-efectivo. “Entre el 25 y el 33 por ciento de todo lo que hacemos no sirve para nada, son prácticas de poco valor que, a veces, hasta pueden ser perjudiciales, independiente del país del mundo”. En este sentido es necesario que las iniciativas de salud digital no caigan en este mismo error y que realmente aporten valor a la práctica clínica.
De hecho, en uno de los últimos números de NEJM Catalyst Innovations in Care Delivery se abordaba la idea del “right care at the right time and place”, es decir, dar la atención adecuada en el momento y lugar adecuados, centrándose en cuestiones como la crisis de profesionales que sufre España y cómo soluciones como la telemedicina están ayudando a mejorar los procesos.
La perspectiva de los gestores
Para saber si las nuevas herramientas relacionadas con la salud digital, como la inteligencia artificial, pueden ayudar a mejorar la gestión de los centros sanitarios para centrarnos en ese concepto de salud basada en valor es necesario contar con la experiencia de los propios directivos sanitarios.
Sobre esta cuestión hablaba para EL MÉDICO Conrado Domínguez Trujillo, coordinador del Grupo de Trabajo de IA en gestión sanitaria de SEDISA. “La IA puede ayudar en la optimización de la asignación de recursos, como camas de hospital, personal sanitario o suministros, con sistemas predictivos de la atención sanitaria esperada y de los recursos necesarios para prestar una atención eficaz y eficiente. Esto reduce el desperdicio y garantiza un uso más eficiente de los recursos, lo que a su vez puede reducir los costes y, por tanto, maximizar el valor del servicio que prestamos. Además, la IA puede mejorar la eficiencia en la administración de medicamentos y la gestión de inventarios, reduciendo los errores y evitando el desperdicio de medicamentos y suministros médicos”.
Por otra parte, uno de los grandes retos de los gestores actualmente es lidiar con el ya mencionado déficit de profesionales en algunas especialidades. “La IA puede desempeñar un papel importante en la eliminación de tareas burocráticas, que consumen mucho tiempo para que los profesionales y gestores de la salud puedan dedicar más tiempo a mejorar la eficiencia”. Así, para atender este incremento de la demanda, se puede liberar a los profesionales de carga de trabajo burocrático y reducir la presión asistencial.
Para todo ello, los directivos sanitarios desempeñan un papel crucial en la transición a la salud digital para garantizar que sea segura, eficiente, eficaz y que aporte valor. Así, algunas de sus responsabilidades, según el portavoz de SEDISA, pasan por: definir una visión y estrategia clara para la adopción de tecnologías de IA; establecer políticas y protocolos de seguridad de datos robustos; asignar recursos adecuados para la implementación de estas tecnologías y la capacitación del personal; fomentar una cultura de cambio y adaptación en la organización para que los profesionales y pacientes impulsen los cambios necesarios.
Al respecto de cuáles pueden ser esos cambios, el experto aborda algunos ejemplos como la gestión de citas y recordatorios, a través de chatbots pueden automatizar el proceso de programación de citas. Igualmente, un chatbot bien diseñado puede realizar un triaje preliminar, recolectando información sobre los síntomas del paciente y su historial médico antes de la visita. En esta línea, la IA generativa puede proporcionar información personalizada y educación sobre condiciones médicas, medicamentos y regímenes de tratamiento a un paciente, además de ayudar a su seguimiento en el domicilio, lo que podría evitar descompensaciones, mejorar adherencias y evitar reingresos y visitas a Urgencias.
Pero además, la IA es clave para la optimización de los recursos, analizando datos históricos y en tiempo real. También puede ayudar a optimizar la asignación de recursos, como el personal, las habitaciones y el equipo, mejorando la eficiencia operativa. Igualmente, como exponen desde SEDISA, permite automatizar tareas administrativas rutinarias como la facturación, la codificación y la gestión de registros médicos.
Precisamente sobre esta cuestión, Lourdes Araújo, catedrática en Lenguajes y Sistemas Informáticos de la UNED, exponía en una jornada sobre el papel de la IA generativa en el Hospital Clínico San Carlos que “la IA tiene un potencial enorme porque en el mundo médico hay una enorme cantidad de documentación, informes, resultados de pruebas, publicaciones científicas, etc. Supone por tanto una descarga de trabajo documental en el mundo médico, que supone mucho esfuerzo en redacción de informes, asignación de códigos, siendo un ámbito que ya se está trabajando para automatizar.”
Nuevas formas de optimizar
Profundizando en ejemplos claros de cómo estas tecnologías permiten optimizar los recursos sanitarios, en el marco de Healthnology España 2023 se expusieron múltiples ejemplos. Así, para empezar, Carlos Jouve Alonso, head of Healthcare Spain de Amazon Web Services (AWS), matizó que hay que recordar que hasta hace poco esta tecnología solo estaba al alcance de unos pocos y que ahora el objetivo es democratizar su uso. Algo que debe pasar por lograr reducir los costes, porque el coste de la tecnología de la IA generativa sigue siendo alto. Igualmente, Nacho Redero, regional Solution Strategy Lead Dedalus Iberia, insistía en la importancia de llegar a ser capaces de medir lo que la tecnología está aportando, no solo en cuestión de sostenibilidad, sino también en cuanto a resultados en salud.
Es por ello por lo que, si bien casi todos los avances más destacados de la IA se suelen centrar en la práctica clínica, mejorar la gestión del sector sanitario es igual de urgente de cara a mejorar la sostenibilidad del sistema.
Un ejemplo de ello es la necesidad de mejorar la realidad de los servicios de Urgencia. A este respecto intervenía Miguel Cuchí, director médico e Innovación del Hospital Puerta de Hierro Majadahonda, que ha implantado una solución basada en IA para monitorizar este servicio.
Con estos datos se abren multitud de oportunidades como ser capaces de caracterizar a los pacientes que están viniendo a Urgencias, cuándo vienen e incluso poder anticiparse a esta demanda para gestionar recursos de forma predictiva. Es decir, crear un modelo de gestión en que se sepa de antemano qué va a pasar según los datos, y así asignar personal, quirófanos, etc., según la demanda estimada para no escatimar ni derrochar recursos. Asimismo, es posible compararse entre hospitales para poder buscar puntos de mejora.
En esta línea, Ángela García Juste, general manager de FAMA, aportaba la visión de cómo herramientas basadas en la tecnología de la IA logran mejorar la gestión de procesos. En concreto, explicaba como ya es posible concentrar en una sola plataforma información sobre la relación con proveedores, riegos laborales, resolución de incidencias, etc. “Puedo tener un inventario de todos los contratos y puedo determinar de manera ágil ineficiencias de cualquier sentido”.
Así, “cuando hay una tecnología que te mide los tiempos de respuesta los proveedores reducen sus tiempos”: De la misma forma, “si contamos con una analítica de incidencias permite arreglar no solo urgencias, sino localizar incidencias recurrentes para soluciones más estructurales”.
Este tipo de programas usa también tecnología como ChatGPT para que el usuario pueda preguntarle cómo navegar por la plataforma o para ahorrar tiempo buscando resultados en la misma. Asimismo, la IA también ayuda a proponer al usuario la manera en la que llamar las cosas para homogeneizar la información, lo que reduce los tiempos de puesta en marcha por información dispersa, diversos conceptos…
Aunque para que estas aplicaciones sean útiles, es necesario mejorar la forma de “capturar el dato”. A este respecto, Thomas Duparque, business Development Manager, Healthcare EMEA de Zebra Technolog, exponía el uso de dispositivos de etiquetado y lectura rápida que resultaban claves para contabilizar y localizar de forma rápida activos tan diversos como los medicamentos, material de quirófano, o todas las prendas y ropas del hospital.
Igualmente, estos dispositivos permiten mejorar la prevención de robos, pérdida de stock, o movimientos no autorizados. En la misma línea, reduce tiempos de búsqueda y permite la racionalización para no comprar más de la cuenta.
¿Es la salud digital coste-efectiva?
La otra gran pregunta es si implantar toda esta tecnología resulta coste-efectivo. A este respecto, desde SEDISA insisten en que “la inversión en innovación en salud digital puede suponer costes iniciales, pero trae ahorros a largo plazo y mejoras en la atención al paciente”. Por ello, es importante que los sistemas u organizaciones sanitarias consideren no solo las inversiones iniciales, “sino las mejoras en términos de valor y económicos que una buena implementación trae consigo”.
Además, en muchos casos, la adopción de tecnologías de salud digital puede ser gradual y escalable, lo que permite a las organizaciones sanitarias gestionarlos a través de subvenciones, colaboraciones con la industria y otras fuentes para apoyar la implementación de estas herramientas.
Sobre esta cuestión también se pronunciaban para EL MÉDICO Sergio García-Vicente y Roberto Nuño-Solinís, de la Junta Directiva de la Asociación de Economía de la Salud (AES). Según los mismos, “asistimos a la llegada masiva de soluciones de IA a nivel de usuario; el ritmo de desarrollo y de adopción no tiene precedentes. Sin duda, es una tecnología ‘game-changer’ que va a transformar muchos aspectos en Sanidad”.
Pese a ello, en lo que a costes se refiere, “hay que tener en cuenta que, en muchos casos, esta tecnología se traduce en medios que se comparten con la ciudadanía: si uno se descarga la ‘app’ de su sistema regional de salud, cada usuario ‘paga’ el coste de conexión en el momento de su uso y no se reclama a la consejería de turno. Se trata de un bien generado para la ‘gran masa’ que desde luego hay que actualizar y mantener”. Igualmente, “debe valorarse también el impacto ambiental de su desarrollo, producción, mantenimiento (coste energético de grandes servidores) y, desecho si fuera el caso”.
Siguiendo esta línea, según los expertos de la AES es clave determinar el retorno esperado de estas inversiones, pero atendiendo a la evidencia internacional comparada es más que razonable proponer aumentos de inversión significativos en salud digital.
Otro de los puntos clave es la necesidad de evaluar la implementación de esta tecnología, como se hace con otro tipo de tecnología sanitaria. Para ello, desde la AES llaman a utilizar “las metodologías para determinar el coste-beneficio aplicables en este ámbito, si bien hacen falta pequeñas adaptaciones metodológicas en algunos aspectos. Para abordarlo, se está trabajando en torno al concepto de salud digital basada en valor.”
A este respecto, cabe destacar una reciente publicación en ScienceDirect de marzo de 2022 titulada: “Revisión sistemática de las evaluaciones económicas de la salud centradas en la inteligencia artificial en el cuidado de la salud: la tortuga y el guepardo”. En este trabajo se pretendía discutir los métodos pertinentes, calidad y retos para el futuro de la implementación de la IA en salud. Para ello, los autores revisaron 884 estudios sobre IA en salud, que incluyeron temas como modelos de análisis de imágenes médicas, análisis de coste-efectivad de herramientas de IA en salud, entre otros. Con esta información, los autores concluyeron que las evaluaciones económicas de la salud (HEE) recientes de aplicaciones de inteligencia artificial son incapaces de captar las complejidades y la aplicabilidad clínica necesarias para respaldar la toma de decisiones adecuada.
Es por ello por lo que, según este trabajo, las aplicaciones beneficiosas de la IA corren el riesgo de no ser adoptadas debido a la falta de beneficios económicos y para la salud comprobados. Además, existe el riesgo de que se adopten aplicaciones de IA sin valor basadas en pruebas deficientes y limitadas. Ambas situaciones conducen a posibles pérdidas de salud y costos innecesarios y probablemente persistirán hasta que la IA, con sus posibilidades aparentemente infinitas, sea reconocida como una intervención que puede y debe evaluarse adecuadamente. Por lo tanto, es probable que sea crucial seguir trabajando para mejorar la evaluación económica de la salud de la IA para su futura adopción en la práctica clínica.
La realidad actual
Por el momento, respecto a los datos disponibles, desde AES añaden que “si se ejerce la gobernanza y transparencia real para la organización sanitaria, con la participación de todos los agentes implicados, ciudadanía, profesionales, políticos, asociaciones sociales y empresariales, etc., la salud digital mejora la demanda, extrayendo las mejores prácticas para en su caso ajustar a tu medio y mejorar y, analizando el por qué para desechar las prácticas no tan correctas”.
Dicho esto, según los expertos, resulta muy intuitivo y viene respaldado por las grandes empresas de consultoría hablar de mejoras de productividad resultado de la implantación de la salud digital (para la IA se está estimando un 30 por ciento de mejora). “Pero la realidad es tozuda y las evaluaciones por ejemplo de las historias clínicas electrónicas muestran beneficios muy moderados e incluso declives en fases tempranas (‘productivity paradox’). Como asociación científica, nos basamos en la evidencia de que las tecnologías tienen una fase de maduración y unos procesos de implantación que determinarán si esas ganancias se producen o no”, puntualizan los expertos de la AES.
A modo de conclusión, los expertos establecen que “el aprovechamiento de la IA debe dirigirse a máximos, con el resultado de la agilización de los procesos de atención, desde la seguridad y la transparencia, siempre desde la óptica del principio de prudencia, venciendo las barreras y reconduciendo la parte del talento y del tiempo hacia qué queremos, qué necesitamos, qué priorizamos y, ejecutarlo para iniciar esa mejora en el mundo real, siempre manteniendo la evaluación continua normativa, ética y de opinión y, decisión social”.
En esta línea, el trabajo ‘Impacto de la IA en la transformación de la Sanidad’, publicado en la Revista Economía Industrial, resumía que una decidida apuesta por la innovación tecnológica y la inteligencia artificial en nuestro sistema sanitario favorecería la implantación de soluciones a los problemas crónicos del sector, fomentaría el desarrollo de productos, soluciones y servicios en nuestro país, crearía empleo cualificado y serviría para retener y atraer talento. Otros países, como Finlandia e Israel, hace tiempo lanzaron proyectos nacionales de salud digital, y se están posicionando como referencias internacionales en innovación en salud.