La inteligencia artificial y el big data son herramientas útiles para detectar casos sospechosos de reacciones adversas a medicamentos. Así lo han indicado diversos portavoces de la
Sociedad Española de Farmacología Clínica (SEFC), con motivo de la celebración del 6 al 12 de noviembre de la
Semana Internacional de la Farmacovigilancia.
Joaquín Sáez Peñataro, facultativo especialista en Farmacología Clínica del Hospital Clínic de Barcelona, ha explicado que “el big data se utiliza en el contexto de la farmacovigilancia para recopilar y analizar grandes cantidades de información de diversas fuentes, como registros electrónicos de salud, ensayos clínicos y redes sociales. Esta información se puede utilizar luego para identificar patrones y asociaciones que indiquen una posible señal de seguridad”.
Las técnicas de
machine learning o aprendizaje automático “permiten analizar estos datos masivos y utilizarlos para encontrar patrones y relaciones', ha comentado el especialista del Clínic de Barcelona.
Reacciones adversas a medicamentos
En definitiva, “con esta tecnología se puede analizar una gran cantidad de información en poco tiempo”, ha resumido Sáez Peñataro, para quien resulta “esencial que un experto revise toda esa información y, sobre todo, las conclusiones para comprobar que sean veraces”.
Menos trabajo manual
Por su parte,
Cristina Aguilera Martín, facultativa especialista del Servicio de Farmacología Clínica del Hospital Universitario Vall d’Hebron de Barcelona, ha destacado “la reducción de la carga de trabajo manual”. “Gracias a la automatización de tareas repetitivas en la farmacovigilancia, los profesionales pueden centrarse en actividades más estratégicas, como el análisis de datos y la toma de decisiones”.
Además, según ha apuntado, “la automatización disminuye la posibilidad de errores humanos en la notificación y el análisis de reacciones adversas a medicamentos, lo que aumenta la fiabilidad de la farmacovigilancia”. Además, “las nuevas tecnologías facilitan la comunicación y la colaboración entre las partes involucradas en la farmacovigilancia, como reguladores, fabricantes, profesionales de la salud y ciudadanos”.
Privacidad de los datos
En cuanto a los desafíos de la implementación de estas tecnologías en la farmacovigilancia, la especialista del Hospital Vall d’Hebron ha señalado “la privacidad de los datos, la interpretación precisa de los resultados y la necesidad de la validación y supervisión continua'.
Los farmacólogos clínicos aportan en este ámbito “una combinación única de conocimientos farmacológicos, experiencia clínica y habilidades analíticas que los convierten en profesionales clave en la identificación y evaluación de efectos adversos de medicamentos, lo que contribuye a la seguridad de los pacientes y la mejora de la farmacovigilancia”, ha dicho Cristina Aguilera.
Herramientas complementarias
Igualmente,
Mario González Ruiz, jefe de la Unidad de Farmacología Clínica de la Gerencia de Atención Primaria del Servicio Cántabro de Salud y Centro de Farmacovigilancia de Cantabria, ha apostado por la convivencia entre las nuevas tecnologías y la
farmacovigilancia clásica basada en la notificación espontánea. Ambos procesos “siguen siendo perfectamente válidos y eficaces”, ha señalado.
“Desde hace tiempo, la tecnología permite la notificación electrónica, por lo que la notificación espontánea es accesible a toda la población”. Además, “las nuevas tecnologías pueden cubrir los déficits de la notificación espontánea gracias a la introducción y codificación de los registros sanitarios en las historias clínicas electrónicas, así como la gestión y el análisis de los datos”.