Un equipo de científicos, financiado por los Institutos Nacionales de Salud, ha restaurado el sentido del olfato en un modelo experimental de un trastorno genético humano que causa anosmia congénita, la incapacidad congénita de percibir olores. El enfoque utiliza terapia génica para conseguir que los…
Un equipo de científicos, financiado por los Institutos Nacionales de Salud, ha restaurado el sentido del olfato en un modelo experimental de un trastorno genético humano que causa anosmia congénita, la incapacidad congénita de percibir olores. El enfoque utiliza terapia génica para conseguir que los cilios vuelvan a crecer. El estudio ha sido publicado en la revista Nature Medicine.
Estos resultados podrían conducir al desarrollo de terapias para el tratamiento de personas con anosmia congénita', señala James F. Battey, director del Instituto Nacional de la Sordera y Otros Trastornos de la Comunicación (NIDCD, por sus siglas en inglés). Battery añade que los resultados también sientan las bases para enfoques terapéuticos en el tratamiento de enfermedades que implican una disfunción de los cilios en otros sistemas orgánicos, muchas de las cuales pueden ser mortales si no se tratan.
Los trastornos son causados por defectos en los cilios que ayudan a las células a percibir su entorno. Los científicos creen que casi todas las células del organismo tienen la capacidad de producir uno o más cilios. En el sistema olfativo, múltiples cilios se proyectan desde las neuronas sensoriales olfativas. Los receptores que se unen a los odorantes se localizan en los cilios, por lo que una pérdida de los mismos elimina la capacidad de oler.
El equipo de investigadores, dirigido por Jeffrey R. Martens, de la Universidad de Michigan, Ann Arbor, y Jeremy C. McIntyre, del laboratorio de Martens, trabajó con un modelo con una mutación en el gen IFT88. La mutación causa una disminución en la proteína IFT88, lo que conduce a una reducción dramática de la función ciliar en varios sistemas de órganos diferentes, incluyendo el sistema olfativo.
Los investigadores utilizaron un adenovirus para introducir una copia sana del gen en los, con el fin de restaurar los niveles de proteína IFT88. Los expertos querían averiguar si la reintroducción de las proteínas perdidas podría restaurar los cilios de las neuronas sensoriales olfativas y devolver la capacidad de oler.
Durante tres días consecutivos, recibieron una terapia intranasal de suministro de genes y luego descansaron diez días para que las neuronas sensoriales infectadas expresaran la proteína IFT88 codificada por el virus. Después de este tiempo, se probó la capacidad olfativa de los sujetos con concentraciones crecientes de un odorante (acetato de amilo). Las respuestas, medidas en el tejido celular y los niveles sinápticos, indicaron que todos los los individuos habían recuperado la función olfativa.
Al restaurar la proteína en las neuronas olfativas, se dotó a la célula de la capacidad de desarrollar y ampliar los cilios de las dendritas, lo que la neurona olfativa necesita para detectar olores, explica McIntyre.
El cambio en la función olfativa también tiene implicaciones en el comportamiento de alimentación. El modelo utilizado por los científicos nació con bajo peso y su anosmia interfirió con la motivación para comer que, en muchos mamíferos, incluidos los seres humanos, es impulsada por el olor. El tratamiento con terapia de adenovirus aumentó el peso corporal en un 60 por ciento en los sujetos tratados, lo que indica que la función olfativa restaurada motivó la alimentación.
Estudios futuros podrían comenzar a trazar un camino para que esta táctica terapéutica se use en voluntarios humanos con anosmia, que podrían llegar a recuperar el sentido del olfato y mejorar así su calidad de vida.