Desde hace tiempo los expertos han considerado que las alergias son el resultado de una compleja interacción entre el medio ambiente y los genes, pero ahora investigadores del Centro Infantil Johns Hopkins y el Instituto Johns Hopkins de Medicina Genética, en Baltimore, Maryland, Estados Unidos han hallado en su análisis que una sola vía genética está implicada en una variedad de trastornos alérgicos.
Un informe con los resultados del estudio, publicado Science Translational Medicine, muestra que la señalización aberrante de una proteína llamada factor de crecimiento transformante-beta o TGF-beta puede ser responsable de alterar la forma en que las células inmunes responden a los alimentos comunes y alérgenos ambientales, provocando una amplia gama de trastornos alérgicos.
TGF-beta es muy conocida por sus efectos generalizados en el organismo, desde el control de cómo las células crecen y se desarrollan en varios órganos hasta supervisar la forma en que se comunican entre sí. Las mutaciones en los genes que dan lugar a la señalización anómala de TGF-beta también son claves para los síndromes de Marfan y Loeys-Dietz, enfermedades genéticas marcadas por la laxitud de los vasos sanguíneos y un peligroso estiramiento de la aorta.
'Tenemos pruebas de que el mismo fallo en TGF-beta que es responsable de algunas de las manifestaciones clínicas observadas en las enfermedades de Marfan y Loeys-Dietz también está detrás de la cascada de eventos que culmina en el desarrollo de enfermedades como asma, alergias a los alimentos y eczema', resume la investigadora principal, Pamela Frischmeyer-Guerrerio, inmunóloga del Centro Infantil Johns Hopkins.
Además, los autores dicen que TGF-beta es algo más que un mero colaborador en el proceso de la enfermedad. 'La alteración en la señalización de TGF-beta parece incitar sin ayuda la reacción en cadena muy la larga que conduce a la enfermedad alérgica', dice el investigador principal Harry 'Hal' Dietz, cardiólogo del Centro Infantil Johns Hopkins, profesor en el Instituto McKusick-Nathans de Medicina Genética en Hopkins y director del Centro William S. Smilow de Investigación de Marfan.
La curiosidad de los investigadores acerca de este papel más amplio de TGF-beta comenzó hace años cuando vieron que los pacientes con síndrome de Loeys-Dietz (LDS) tuvieron alergias más altas que las normales. En el presente estudio participaron 58 niños con LDS, de 7 a 20 años, la mayoría de ellos con un historial de enfermedad alérgica o alergias activas, como rinitis alérgica, eccema, alergias a los alimentos, asma y enfermedad alérgica gastrointestinal y esofágica.
Estos pacientes también tenían niveles anormalmente altos de varios marcadores tradicionales de la enfermedad alérgica, incluyendo IgE, y valores elevados de eosinófilos.
Debido a que TGF-beta se sabe que controla la maduración de las células inmunes, los investigadores se centraron en las células T reguladoras, que vigilan a otras células inmunes para asegurarse de que no actúan demasiado rápido. Los pacientes con LDS tenían niveles inusualmente altos de células T reguladoras, pero la verdadera sorpresa se produjo cuando se halló que en lugar de actuar en su papel de regular inflamación, las células T reguladoras hacen todo lo contrario, promover las moléculas de señalización citoquinas.
Las células T reguladoras obtenidas de pacientes con alergias conocidas pero sin LDS actúan igualmente mal, un hallazgo que sugiere que TGF-beta puede provocar un mal funcionamiento de células inmunes, incluso en ausencia de LDS, dicen los investigadores.
Para identificar con precisión cómo TGF-beta afecta al comportamiento de las células inmunes, los científicos obtuvieron células no diferenciadas o ingenuas inmunes de pacientes LDS. Estas células 'pre-especializadas' actúan rápidamente en la promoción de la alergia a las células inmunes conocidas por su capacidad para reconocer y atacar a los patógenos, así como sustancias de otro modo inocentes, como las proteínas de los alimentos.
Los investigadores encontraron finalmente que las células del sistema inmune de los niños con LDS tenían niveles anormalmente altos de una proteína llamada SMAD, un transmisor conocido de la señalización de TGF-beta. Sin embargo, los pacientes con el LDS tratados con el antihipertensivo losartán, conocido por su capacidad para dominar la señalización de TGF-beta, registraron una reducción los niveles de la proteína.
El equipo está investigando si losartán podría detener o revertir los síntomas alérgicos en los animales. Estos efectos de losartán en TGF-beta fueron descubiertos por Dietz y su equipo y, posteriormente, su grupo demostró que losartán puede detener el peligroso estado de la aorta anormal causado por TGF-beta en pacientes con síndrome de Marfan y Loeys-Dietz.