La Salud Mental es una de las grandes preocupaciones de nuestro sistema sanitario en la actualidad, pero también lo es de la propia población española. Según el Índice Anual de Problemas Globales de Semrush, que analiza datos de 24 problemáticas sociales en 35 países, en…
La Salud Mental es una de las grandes preocupaciones de nuestro sistema sanitario en la actualidad, pero también lo es de la propia población española. Según el Índice Anual de Problemas Globales de Semrush, que analiza datos de 24 problemáticas sociales en 35 países, en España, el 2023 finalizó con la sostenibilidad como la principal preocupación, seguida por la guerra contra las drogas y la Salud Mental, en segundo y tercer lugar, respectivamente.
Esta preocupación social también es una preocupación del nuevo Gobierno. Tal y como señalaba el presidente Pedro Sánchez en su investidura, uno de los temas que más ha preocupado en 2023 ha sido la Salud Mental de los españoles. De esta forma, Mónica Garcia, en su toma de posesión como nueva ministra de Sanidad, trasladaba a los presentes su deseo de “trabajar con ahínco” para llevar a cabo el Pacto de Estado por la Salud Mental.
No obstante, a lo largo de 2023 se desvelaron nuevos datos preocupantes. Según el Servicio de Información Toxicológica (SIT), ya en 2022 se detectó un incremento del 29 por ciento en los casos de intentos de suicidio mediante sustancias tóxicas respecto al año anterior. Por otra parte, a finales de agosto, desde el Colegio de Médicos de Madrid se insistía en que las tasas de suicidio entre médicos son más altas que en la población general.
Por otra parte, según las conclusiones del estudio ‘La situación de la Salud Mental en España’, elaborado por la Confederación Salud Mental España y la Fundación Mutua Madrileña, cuatro de cada diez personas en España (39,3 por ciento) valora de forma negativa su Salud Mental actual. Así, el 74,7 por ciento de la población en España cree que en los últimos años ha empeorado la Salud Mental de la población, y las tres causas más señaladas eran: las dificultades económicas (91,4 por ciento), la incertidumbre ante el futuro (89,0 por ciento) y la presión, las exigencias y estrés del día a día (88,8 por ciento), seguidas de la pandemia del COVID-19 y de la sensación de que vivimos en una sociedad cada vez más individualista y muy competitiva. Pese a ello, los españoles y las españolas dan una importancia de 4,5 sobre 5 a la Salud Mental sobre su bienestar general.
Respecto a las patologías en aumento, desde SEMERGEN se señala que la depresión es una de las enfermedades mentales más frecuentes, con tasas de prevalencia en España del 7,2 por ciento en mujeres frente al 3,2 por ciento en varones. De hecho, ya antes de la pandemia, una de las principales causas de demanda en Atención Primaria era la depresión, con una prevalencia entre el 9,6 y el 20,2 por ciento.
En esta línea, desde la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (SEPSM) apuntan a que tras la pandemia COVID y tras el incremento de visibilidad social de la Salud Mental, han aumentado el número de personas que solicitan ayuda en este campo de la salud, aunque conviene precisar que este incremento no ha sido en base a los trastornos mentales graves como la esquizofrenia, la depresión, el trastorno bipolar y otros, sino que se ha producido una emergente demanda para problemas adaptativos al estrés con sintomatología ansiosa y depresiva, siendo en la psicología donde la población ha puesto sus expectativas de alivio.
Pese a estas cifras, otro de los datos ofrecidos por SEMERGEN es que el 42 por ciento de quienes padecen depresión no busca ayuda profesional. En este sentido, el estudio demoscópico ‘La Salud Mental y su percepción por parte de la opinión pública española’, de Viatris, señala que el 97 por ciento de los encuestados reconoce que las enfermedades mentales están asociadas a un estigma que influye negativamente en los afectados cuando valoran la posibilidad de buscar ayuda profesional. Asimismo, dos de cada tres personas (64 por ciento) consideran que admitir la presencia de un trastorno mental genera pudor.
De esta forma, ante el problema del estigma que dificulta consultar los problemas de Salud Mental más comunes y, en especial, ante la saturación de un sistema que no cubre todas las necesidades relacionadas con la Salud Mental desde la Sanidad Pública, se hace cada vez más necesario buscar nuevas herramientas que ayuden a abordar este problema social.
Los inicios de la Salud Mental digital
En este contexto, en especial en estos últimos años postpandemia, ha empezado a desarrollarse y a extenderse el concepto de Salud Mental digital. Es decir, del desarrollo de herramientas digitales que permitan un nuevo abordaje de la Salud Mental, para dar nuevas soluciones que faciliten el acceso de los usuarios.
Así, a nivel internacional, en 2021 se creaba la llamada Sociedad de Psiquiatría Digital, que representa a más de 200 profesionales y defensores de la Salud Mental de todo el mundo, con un interés común en mejorar los resultados para las personas con afecciones psiquiátricas. Esta sociedad, además, surge a la vez que su revista oficial ‘JMIR Mental Health,’ que promueve nuevos estudios en torno a este nuevo concepto de Salud Mental.
“El campo de la Salud Mental digital está evolucionando rápidamente y es importante que la próxima generación de investigaciones pueda seguir el ritmo de estos cambios”, comentaba en 2023 John Torous, editor de JMIR Mental Health. No obstante, si bien las soluciones de salud digital han surgido como herramientas fundamentales para abordar la crisis mundial de Salud Mental, existen desafíos que requieren mayor atención.
Desde España, en abril de 2023, la Universidad Pontificia Comillas, en colaboración con Laboratorios Farmacéuticos ROVI, pone en marcha una nueva Cátedra de Innovación y Salud Mental Digital. El objetivo es estudiar y dar respuesta a los efectos psicológicos que pueda tener la digitalización en la sociedad. Pero asimismo analizará cómo la tecnología puede ayudar a mejorar la Salud Mental y a la calidad de vida y atención de todas las personas.
Cada vez más iniciativas en marcha
Respecto a las iniciativas que sirven de ejemplo para entender cómo se está gestando esta Salud Mental digital, precisamente en ‘JMIR Mental Health’ destacan algunos trabajos prometedores.
Como ejemplo, cabe citar un ensayo controlado aleatorio que demostró que la aplicación MedAdhere para teléfonos inteligentes destinada a mejorar la adherencia y precisión de la medicación en personas con esquizofrenia durante la pandemia de COVID-19 logró incrementar de forma efectiva y significativa la adherencia a la medicación y, por tanto, los síntomas psiquiátricos de los pacientes con esquizofrenia. Esta aplicación asistida por inteligencia artificial podría extenderse a todos los pacientes a los que sea necesario recordarles que deben tomar la medicación a tiempo.
Asimismo, una investigación colaborativa entre médicos e investigadores en Noruega exploró el potencial del uso de la tecnología de realidad virtual en el tratamiento de enfermedades mentales graves entre adultos. Así, encontraron que uno de los usos de la tecnología de realidad virtual con mayor potencial fue ayudar a las personas que se habían aislado y necesitaban capacitación en habilidades sociales y actividades cotidianas para permitirles tener una vida social más activa.
La realidad virtual también podría usarse para simular una enfermedad mental grave y proporcionar una mejor comprensión de cómo la persona con una enfermedad mental grave experimenta su situación. Igualmente, también se ha comprobado la eficacia y la alianza terapéutica de la terapia de exposición a la realidad aumentada en el tratamiento de adultos con trastornos fóbicos.
En España también han surgido iniciativas que tratan de atender la Salud Mental a través de herramientas digitales. Un ejemplo reciente es la aplicación digital EMO, que surge como un proyecto de la Fundació Esclerosi Múltiple (FEM) en colaboración con Novartis. Su objetivo es que los pacientes puedan consultar herramientas para mejorar el impacto emocional que suponen los síntomas de la esclerosis múltiple.
La aplicación funciona sobre la base de unos algoritmos que, en función del problema o situación potencialmente conflictiva expuesta por la persona en una de las diferentes categorías (sanitaria, laboral o familiar), el tipo de emoción que le provoca y la intensidad de esta (puntuada del 1 al 10), ofrece una serie de estrategias y recursos que ayudan a estabilizar la situación y afrontar los cambios de manera adaptativa.
Sara Navarro, psicóloga clínica de la FEM, explicaba que “la EM es un duelo que no cierra, por eso es tan importante contar con una herramienta que nos acompañe en los diferentes momentos de la enfermedad”.
Ventajas y retos por afrontar
En el marco de la inauguración del X Congreso Internacional de Salud Digital del pasado mes de septiembre, precisamente la Salud Mental digital centraba uno de los debates. De la mano de Lucía Halty, directora de la Cátedra de Innovación y Salud Mental Digital en la Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE, se planteaba todo lo que esta puede aportar, pero también los retos que conlleva.
Según la experta, la realidad que hay que afrontar es que actualmente los recursos disponibles no pueden absorber la demanda en Salud Mental. De hecho, aportaba datos del Banco Mundial para ejemplificar que será necesario doblar el gasto en Salud Mental a nivel global. Sin embargo, también es la primera vez que tanto el Gobierno como las instituciones privadas y la agenda pública tienen la Salud Mental como uno de sus objetivos clave.
“El momento por tanto es ahora. Es obligado el diálogo entre la Salud Mental y el componente digital sin perder de vista el contacto humano”.
De esta forma, la experta destacaba las múltiples ventajas que puede aportar el desarrollo de herramientas en torno a la Salud Mental digital. Así, destacaba que es posible personalizar la atención y escalar según las necesidades. Además, se trata de un acceso sencillo y privado que permite reducir el estigma. La monitorización de datos, por otra parte, permite generar algoritmos que puedan trabajar en torno a la prevención. Y todo ello, en definitiva, puede ayudar a la descongestión de la creciente demanda no atendida.
“Pero este diálogo, aunque conlleva ventajas y oportunidades, también supone riesgos”, advertía Lucúa Halty. El primero, confundir apps para “bienestar emocional” con lo que realmente implica la Salud Mental. Y es que esta ambigüedad en los términos abre un mercado que puede pervertirse, ya que no hay que olvidar que “las personas que buscan recursos para tratar su Salud Mental no dejan de ser personas vulnerables”.
No obstante, según Halty, “los mercados han visto una oportunidad de oro en introducir startups con apellidos de Salud Mental, pero esas soluciones no siempre tienen un aval científico”. Así, citaba un trabajo en el que en un análisis de un total de 10.000 apps de Salud Mental, solo 35 de ellas pudieron demostrar contar con evidencia científica.
El problema de estas herramientas es que además generan un efecto no deseado. Porque el objetivo del mercado es fidelizarte en el uso de la app, que no la abandones, cuando el objetivo de cualquier terapia, sin embargo, debe ser siempre el que los recursos aportados ayuden al paciente a la autogestión para lograr el alta.
“Se trata de modelos de enganche que ofrecen objetivos inmediatos y tangibles, cuando el objetivo sería lograr una vinculación digital, en la que la persona use la herramienta, pero no se enganche a ella, como debe ser la vinculación entre el profesional y su paciente”.
El problema de fondo, según la experta, es la falta de un marco legal para poder desarrollar toda esta estructura. “En España tenemos la estrategia Salud Mental hasta 2026, pero solo en línea y media se menciona la Salud Mental digital. No hay nada que nos permita ampararnos en cómo tiene que ser la salud digital en España”. Por ello, Halty proponía poner la vista en Europa, donde países como Alemania sí están avanzando en este sentido, para aprender de su experiencia.
Necesidad de más evidencia
En línea con estos argumentos, cabe citar que, de hecho, un trabajo de la Universidad de Edimburgo señala que es posible que los jóvenes no estén recibiendo el apoyo de Salud Mental que necesitan, precisamente debido a la falta de confianza en las aplicaciones de teléfonos inteligentes que brindan dichos servicios.
Como apunta este trabajo, los servicios actualmente disponibles incluyen aplicaciones de atención plena y meditación, aplicaciones de detección (que tienen como objetivo determinar su estado de ánimo mediante un cuestionario en línea) y aplicaciones de tratamiento que ofrecen terapia en línea. También se encuentran ampliamente disponibles tutoriales o cursos en línea para ayudar a las personas a gestionar su bienestar mental.
Así, los investigadores concluían que si se pudieran abordar las preocupaciones sobre la confianza y la utilidad de estas aplicaciones, los jóvenes serían más propensos a utilizar un recurso digital de Salud Mental para ayudar a gestionar problemas como el estrés o la ansiedad.
Igualmente, otro trabajo publicado en 2021 en ‘JMIR Mental Health’, por parte de Escuela de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia, exponía que un número cada vez mayor de intervenciones digitales de Salud Mental están diseñadas para adolescentes y jóvenes con una variedad de problemas de Salud Mental, pero la evidencia sobre su efectividad es mixta. Se descubrió que la terapia cognitivo-conductual computarizada es eficaz para la ansiedad y la depresión en adolescentes y jóvenes y es prometedora para aumentar el acceso al tratamiento de Salud Mental para estas afecciones. Sin embargo, la eficacia de otras intervenciones digitales, incluidos los videojuegos terapéuticos, las aplicaciones móviles o los sitios de redes sociales, y el abordaje de una variedad de otros resultados de Salud Mental, siguen sin ser concluyentes.
Se descubrió que la terapia cognitivo-conductual computarizada es eficaz para la ansiedad y la depresión en adolescentes y jóvenes y es prometedora para aumentar el acceso al tratamiento de Salud Mental para estas afecciones. Sin embargo, la eficacia de otras intervenciones digitales, incluidos los videojuegos terapéuticos, las aplicaciones móviles o los sitios de redes sociales, y el abordaje de una variedad de otros resultados de Salud Mental, siguen sin ser concluyentes.
Precisamente, en torno al uso de apps de Salud Mental digital entre los más jóvenes, Tania García, educadora social e investigadora en Neurociencia y Socioeducación, explica a la Revista EL MÉDICO, que aunque se puede utilizar herramientas digitales como aliadas, las soluciones para los problemas en Salud Mental en jóvenes, cada vez mayores, son más complicadas. “No podemos otorgar el peso de la Salud Mental a herramientas digitales o apps, sería como querer arreglar la grieta de un muro con una tirita, estaríamos quedándonos en la superficie del asunto. No es lo que realmente necesitan nuestros hijos e hijas”, apostando en cambio por mejorar la educación y la crianza, para mejorar la Salud Mental desde pequeños.
La visión de los psiquiatras y los médicos de Primaria
Por su parte, los médicos que observan la mayoría de los casos de Salud Mental, como son los médicos de Atención Primaria y los psiquiatras, también tienen su opinión formada al respecto.
Así, Vicente Gasull, médico de familia y miembro del Grupo de Trabajo de Salud Mental de SEMERGEN, durante la presentación de las Guías Clínicas en Depresión, que se expusieron en el marco del simposio Lundbeck del 45 Congreso Nacional de SEMERGEN, explicó que “por ahora, la evidencia científica es limitada, pero las tecnologías pueden resultar útiles en el seguimiento no presencial de aquellos casos que responden al tratamiento”. Esto sería especialmente útil para establecer recordatorios sobre la toma de medicación, facilitando así la adherencia; también como vía de comunicación ágil entre profesionales de la salud y pacientes, por un lado, y, entre distintos niveles asistenciales. Incluso, añadió que “ya existe evidencia de la eficacia de diversas técnicas de psicoterapia en red, no presencial, que pueden resultar de utilidad para aquellas personas con dificultades de desplazamiento o de tiempo, y donde exista una carencia de profesionales, por ejemplo”.
Por otra parte, en el contexto del XXVI Congreso Nacional de Psiquiatría, Francisco Ferre Navarrete, coordinador del grupo de Psiquiatría Digital de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (SEPSM) y jefe de Servicio de Psiquiatría del Adulto en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid, explicaba a EL MÉDICO que “las nuevas tecnologías pueden y de hecho están ayudando de forma progresiva en la detección de los trastornos más graves mediante sistemas de cribado digital que permiten atender a un número mayor de personas que demandan atención en Salud Mental . También en el seguimiento y en el tratamiento. Por ejemplo han proliferado las terapias psicológicas para depresión, ansiedad y estrés traumático a través de telemedicina y también se han desarrollado proyectos de videojuegos y de realidad virtual para el tratamiento del trastorno por déficit de atención”.
Por ello, para este tipo de casos sí ve factible prescribir apps de Salud Mental digital. “Concretamente`, en el Hospital Clinic de Barcelona ya las han desarrollado para el seguimiento del trastorno bipolar, y una tesis doctoral en Valencia implementó una app para el seguimiento de las psicosis. También desde la SEPSM estamos desarrollando una para el seguimiento del tratamiento farmacológico para la depresión”, explica Ferre Navarrete.
Sin embargo, advierte que “una app debería tener el mismo control que un medicamento”. De hecho, “en países como Alemania las apps se ‘prescriben’ como los fármacos por la trascendencia que pueden tener para la Salud Mental”. Pese a ello, la realidad es que “si uno busca encontrará una pléyade de aplicaciones de las que desconocemos su rigor científico y por los riesgos que pueden suponer para los pacientes”.
Por otro lado, hay que saber que las apps pueden usarse sin ningún asesoramiento o pueden ser prescritas por el psiquiatra y por tanto complementarias a lo que el profesional está tratando. “En mi opinión, solo estas últimas son aceptables y además deberían estar reguladas por la autoridad sanitaria”, insiste el psiquiatra.
Finalmente, más allá de las apps para los usuarios, la Salud Mental digital también pasa por la implementación de diferentes herramientas digitales en la especialidad. “En el caso de la Psiquiatría, la inteligencia artificial va a ser crucial. Los algoritmos predictivos que podrían generarse nos permitirían, por ejemplo, predecir una recaída en los próximos meses de un trastorno bipolar, y por tanto tomar medidas preventivas con tiempo y evitar esa recaída”. Así, el experto concluye que “uno de los objetivos del Grupo de Trabajo de Psiquiatría Digital de la SEPSM es comenzar a acercar a nuestros socios en un marco formativo, todas las opciones que se vislumbran en este campo de digitalización de la Psiquiatría”.