Conocida como Trini Serrano entre su círculo, esta especialista en Hepatología y Trasplante Hepático ha mostrado un especial interés en la ciencia e investigación a lo largo de su carrera, al igual que en el
feminismo. Esto le hizo ser fundadora del Grupo de Hepatólogas de la Asociación de Mujeres Innovadoras y Tecnólogas (AMIT) que se formó en 2018. Entre sus últimas publicaciones destacan trabajos como las diferencias entre hombres y mujeres en la mortalidad tras el trasplante hepático.
Sabemos que la Medicina está feminizada, pero no todas las especialidades tienen la misma presencia de mujeres especialistas. ¿Cuál es el caso de la Hepatología?
Como la mayoría de las áreas, la Hepatología está feminizada. En 2018, el Grupo Español de Mujeres Hepatólogas realizamos un estudio y vimos que las mujeres éramos el 56 por ciento. Es posible que esta cifra haya aumentado en estos últimos cuatro años, porque las jubilaciones han sido mayoritariamente de hombres y las nuevas incorporaciones de mujeres. Nos llamó también mucho la atención que, sin embargo, solo ocupábamos el 21 por ciento en los puestos de responsabilidad.
¿Cuáles diría que han sido las principales contribuciones de las investigadoras de este campo en los últimos años?
No sabría destacar unas por encima de otras, pero tenemos investigadoras magníficas en trasplante hepático, en hepatitis, en cáncer de hígado, en todas las líneas dentro de la Hepatología, que han hecho contribuciones importantes y son muy reconocidas tanto a nivel nacional como internacional.
En este contexto, la Alianza para la eliminación de las hepatitis víricas en España (AEHVE) lanzó una campaña para destacar el liderazgo femenino en la lucha contra dichas hepatitis en nuestro país, ¿qué datos y conclusiones destacaría de esta experiencia?
Siempre es muy enriquecedor debatir y proponer medidas entre compañeras. Además, quedó demostrado que detrás de todos los proyectos realizados para eliminar las hepatitis en nuestro país, hay mujeres que son estupendas profesionales. Hay mucho liderazgo femenino que no siempre se visibiliza como se debiera.
Otro de los grandes problemas es que, pese al aumento de mujeres investigadoras, sigue siendo menor el porcentaje de primeras autoras en las publicaciones de impacto…
Así es, y pasa en todos los campos del conocimiento. Tiene mucho que ver con el “efecto Matilda”, que se refiere a la invisibilidad del trabajo de las mujeres. Hay muchos sesgos inconscientes que llevan a pensar que los hombres son más brillantes y se les atribuyen muchas veces logros que en realidad han hecho sus compañeras. Además, la carrera investigadora es más difícil para las mujeres y lo demuestran los datos. Así, estos demuestran que empiezan más mujeres que hombres, pero luego hay un abandono muy importante por parte de las mujeres, sobre todo en la fase postdoctoral. Son las famosas gráficas tijera. Las causas son múltiples. La maternidad es una de ellas, pero no la única. El resultado es que en la ciencia se pierde mucho talento. Un lujo que realmente no nos podemos permitir.
Esta falta de liderazgo femenino, ¿afecta también a la hora de lograr una investigación con perspectiva de género?
Clarísimamente. La gran mayoría de los trabajos realizados con perspectiva de género están liderados por mujeres. Durante muchos años, la ciencia ha ignorado a las mujeres como sujetos a estudiar. Se nos ha dejado a un lado para investigar tratamientos farmacológicos, para diseñar las ciudades en que vivimos, la altura de las barras de sujeción del transporte público, los cinturones de seguridad de los coches o los trajes de protección de policías o bomberos. Eso, a pesar de que nosotras usamos estos servicios y compramos los productos, que se han diseñado solo pensando en estereotipos masculinos. Esta realidad está cambiando gracias al movimiento feminista dentro de la ciencia que, por supuesto, está integrado mayoritariamente por mujeres.
En el caso de la Hepatología, ¿qué diferencias se han logrado conocer sobre cómo afectan este tipo de patologías en hombres y en mujeres?
En las enfermedades hepáticas hay muchas diferencias entre hombres y mujeres. Para empezar, las enfermedades hepáticas afectan más a los hombres. Las causas y su prevalencia son claramente distintas. También es diferente la edad de aparición de algunas enfermedades y el pronóstico. En mi equipo de investigación, analizamos la mortalidad tras el trasplante hepático en hombres y mujeres y vimos que había más mortalidad en mujeres a corto plazo, pero una mayor supervivencia a largo plazo. Además, las mujeres fallecían más por infecciones y los hombres por cáncer. Por eso no se pueden extrapolar los resultados obtenidos en una muestra mayoritariamente masculina (como suelen ser las muestras de los estudios hepáticos) a ambos, hombres y mujeres.
¿Por qué es importante visibilizar el papel de la mujer en la ciencia? ¿Qué papel desempeñan asociaciones como la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT)?
Porque es muy importante que haya referentes mujeres. Mujeres de carne y hueso, como nosotras, que nos hagan ver que el éxito en la ciencia no es cosa de hombres, que somos igual de inteligentes, igual de creativas. El talento se distribuye de igual manera entre hombres y mujeres, no entiende de sexos. AMIT tiene como objetivo defender los intereses y la igualdad de derechos y oportunidades de las mujeres en la ciencia y la innovación. Uno de los instrumentos para conseguir esto es visibilizar a las científicas y el resultado de sus trabajos. Además, desde AMIT, trabajamos por la igualdad en investigación con nuestro ejemplo. A través de la actividad profesional, desde las aulas en las universidades hasta los grupos de investigación, las juntas de centros e institutos, y siendo modelos de investigadoras para niñas y jóvenes. Así, intentamos influir formando parte de comités científicos o académicos en los que defendemos la perspectiva de género, luchando contra los estereotipos y los sesgos en contrataciones y promociones o denunciando la desigualdad de las investigadoras en la toma de decisiones.
¿Qué respuesta ciudadana se recibe en experiencias como Paseos por la Ciencia (en la que se expuso la trayectoria de mujeres científicas en diversos establecimientos en Zaragoza)?
Es una actividad preciosa, organizada por la iniciativa ‘11 de Febrero’, que cada año es más popular. Se preparan escaparates de tiendas, generalmente pequeño comercio, haciendo referencia a científicas y su trabajo. Conviven grandes nombres como Margarita Salas o Rita Levi-Montalcini, ya fallecidas, con científicas actuales, muchas de ámbito local, menos conocidas. Luego, durante unos días, se organizan paseos por esos escaparates y en cada parada alguien cuenta la vida y el trabajo de la científica protagonista. Cuando es una científica actual, ella misma cuanta su experiencia. Es un ejemplo estupendo de cómo visibilizar a las mujeres en la ciencia.
En el ámbito de la investigación, ¿se dan las mismas oportunidades a hombres y a mujeres? ¿Y tienen las mismas facilidades para aceptarlas?
Aparentemente, puede parecer que hay igualdad de oportunidades, pero no es así. Hay muchos datos que lo corroboran, por lo que está demostrado científicamente. Hay experimentos sociológicos que demuestran que un mismo currículo se valora mejor si es de un hombre que si es de una mujer. Además, están todos los datos, que he mencionado antes, que demuestran que la carrera científica es claramente más difícil para las mujeres. La sangría de mujeres a lo largo de la carrera científica, sobre todo en la etapa postdoctoral, es alarmante.
¿Cuáles diría que son las causas por las que más hombres que mujeres optan a puestos de responsabilidad en el ámbito sanitario?
Las causas son múltiples. En general se sienten mejor preparados, aunque no lo estén. Sobre este tema también hay estudios científicos. Además, la ambición en las mujeres está mal vista, se castiga socialmente. Un hombre enérgico y seguro es un líder, mientras que a una mujer se le juzga como ambiciosa o mandona. Son sesgos inconscientes, que en menor o mayor grado tenemos todas las personas.
Dentro del ámbito sanitario, ¿diría que el problema de la desigualdad es más preocupante en centros de investigación, hospitales, órganos de representación como Colegios Médicos o Reales Academias?
Pues diría que cuanto más solemne es una institución, más desigualdades hay. Por lo tanto, me temo que las Reales Academias son el órgano donde estamos menos representadas. No conozco las de todas las ciudades, pero en la Real Academia de Medicina de Zaragoza creo que solo hay una mujer, ¡solo una! Además, cuando ya somos una mayoría ejerciendo la Medicina. Muy igualitario no parece. Los hospitales son más igualitarios, aunque el porcentaje de jefas de servicio es claramente inferior al de jefes.
En su caso, ¿qué supuso aceptar formarse para incorporarse al programa de trasplante hepático?
En su momento supuso un esfuerzo muy grande para mí. Acababa de tener a mi hija pequeña, pero sabía que no podía dejar pasar esa oportunidad. Así que, con dos niñas, una de dos años y otra de cuatro meses, me fui a Barcelona a formarme. Nunca me he arrepentido. Mi trabajo me apasiona y, sin haber dado ese paso, no estaría donde estoy.
¿En qué proyectos trabaja en este momento?
En el momento actual, soy la coordinadora de la Historia Clínica Electrónica del Sistema Aragonés de Salud, una experiencia nueva con la que estoy disfrutando y aprendiendo mucho.
¿Cuáles cree que son los pasos a dar para mejorar la situación de la mujer en la ciencia en España?
Las mujeres tenemos que participar en todos los órganos de decisión. Hay que exigir que todas las estadísticas se elaboren desagregadas por sexo; solo así se detectan los problemas. Hay que mejorar los sistemas de evaluación en la carrera científica y formar a los evaluadores para que sean conscientes de los sesgos de género. Asociaciones científicas feministas como AMIT tienen que participar en la legislación que atañe a la ciencia y a la innovación para asegurar una implantación de la perspectiva de género en estos ámbitos. Y, por supuesto, facilitar la conciliación familiar y fomentar la conciliación compartida entre madres y padres.